jueves, 5 de marzo de 2020

ORIGEN DE LAS AGUAS BAUTISMALES EN EL NOMBRE DEL POPULOSO BARRIO SAN CRISTÓBAL DE MANAGUA




Cuando estudié en el Instituto Pedagógico de Managua, uno de mis compañeros en aquellos años, de primaria y secundaria, fue Pío Castellón, y si no mal recuerdo, Pío y otro de nuestro compañeros, hijo de don Luis Raúl Cerna Argüello otrora propietario del conocido Edificio Cerna, tenían la particularidad de ser los más pequeños de estatura, por ese motivo siempre aparecían en la primera fila de la fotografía escolar.  Los dos muchachos eran hijos de reconocidos y acaudalados empresarios, dueños de propiedades urbanas y rurales  en el interior del país, bienes inmuebles en la ciudad de Managua. Contiguo a uno de esos extensos terrenos agrícolas propiedad de don Pío Castellón, la empresa Solórzano Villa Pereira (SOVIPE), en 1975 empezó a construir las primeras casas de Residencial El Dorado.  

Tengo presente en la memoria, que al trasladarme a vivir en ese reparto,  inmerso en la rutina matutina de aquellos días colegiales, le comenté a Pío que luego de permanecer en Granada habíamos regresado a la capital donde mi padre había adquirido nuestra nueva casa de habitación. Pío Castellón comentó que El Dorado colindaba con terrenos agrícolas propiedad de su familia.

Esa propiedad, donde fueron vendidos solares, eran terrenos donde surgió el Barrio San Cristóbal, nombre que también fue otorgado a la iglesia de su nombre, destruida por el terremoto del 23 de diciembre de 1972. Ese templo católico fue reconstruido e inaugurado el 17 de enero de 1979. 

El populoso barrio San Cristóbal constituye otro referente histórico de nuestra polvosa y desaseada “Ciudad Aldea”, pero pocos saben o recuerdan que don Pío Castellón decidió el nombre en homenaje de un amigo llamado Cristóbal, empresario industrial de origen español radicado en Nicaragua. 

En estos recuerdos están dos historias vinculadas al nombre del mártir asesinado durante el reinado del Emperador Decio.  El nombre de pila bautismal de don Cristóbal M. Deza, cuyas aguas de la tradición católica fueron derramadas sobre el barrio y la iglesia.

De nuestro archivo, reproducimos este dato curioso publicado en el diario Novedades, del 1 de enero de 1979. 



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