domingo, 29 de noviembre de 2020

PURÍSIMAS EN QUE SE BAILABA DESPUÉS DEL REZO. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 15 de Octubre de 1967.

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           Tetey, ojo de buey”, era el grito de la chiquillería del barrio, cuando veían pasar a un anciano músico, que vivía en la tercera avenida noroeste, o sea de la esquina occidental del edificio de “La Prensa”, casi dos cuadra al lago.

             Tetey, padre de unos jóvenes músicos todos, entre ellos uno, Agustín, que hacía maravillas con el tambor.

      La Purísima en casa de Tetey se celebraba rumbosa, rumbosísima, a la que concurrían las muchachas y muchachos de la época. Me abstengo de mencionar nombres de ellas, porque todas son hoy respetables matronas, como en aquel tiempo eran muy estimables señoritas. La Purísima de Tetey era motivo para romances platónicos. Miradas que abrasan, apretón de manos al calor de la oscuridad, a la hora en que se rezaban los alabados y tal vez hasta un beso furtivo delante de María Santísima.

         Oh las Purísimas de Tetey en el Managua de antaño. En la pequeña sala, donde estaba el altar, en el patio, con árboles frondosos se dispersaba la concurrencia. Las parejas cogidas de la mano, entonaban el alabado, pesarosas de que tan pronto se acabase el rezo.

         Y después, el reparto de los paquetes, de los gofios, de las cañas. La barahúnda infernal, cuando los chiquillos, que habían permanecido en la calle, arrebataban las golosinas, mientras se disparaban cohetes y triquitraques, como colofón del Alabado.

           Había otras Purísimas alegres en Managua, pero esta de Tetey, es la que nos trae los recuerdos de la juventud, porque participamos en ella.

         Después del rezo, el baile honesto. Se cubría el altar con un manto y a bailar las parejas, como final de la alegre noche.

          Y la rivalidad entre las parejas que “tomaban” la celebración de la Purísima cada día. A quien mejor quedaba con la concurrencia. Indudablemente las celebraciones de la Purísima de hoy son más suntuosas, pero para nosotros, los que ya peinamos canas, “todo tiempo pasado fue mejor”.

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