viernes, 17 de septiembre de 2021

LAS CARTAS DE RUBÉN DARÍO (Un comentario a la obra del R. P. Dictino Álvarez S. J.). Por: Gonzalo Meneses Ocón.* 25 Octubre de 1963.


PARA EL ARCHIVO ----------- RUBÉN DARÍO

LAS CARTAS DE RUBÉN DARÍO

(Un comentario a la obra del R. P. Dictino Álvarez S. J.

 recientemente publicada en España)

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Una de las colecciones de mayor importancia para la historia literaria de Nicaragua, y de todos los países de habla hispana, y que ha constituido un rico filón inexplotado o muy poco explotado hasta ahora, es la que forma el Archivo de Rubén Darío, guardado con cariñoso celo durante varias décadas por la que fuera compañera del poeta, la española Francisca Sánchez. Ese Archivo, gracias a las gestiones de Antonio Oliver Belmás y de su esposa la poetisa Carmen Conde de Oliver ha pasado a poder del gobierno español por donación de la señora Sánchez, y está debidamente protegido de la destrucción que causan los elementos, , los insectos y la codicia humana en el llamado “Seminario Archivo Rubén Darío”, que funciona en Madrid. Ahí se brinda la colección a la clasificación indispensable y a la lectura de su contenido documental, para fruición de todos aquellos interesados en desentrañar hasta el más nimio pormenor de la psicología y de la vida exterior de nuestro Poeta inmortal.

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Lo anterior fue puesto en nuestro conocimiento cuando a principios de este año el propio señor Oliver Belmás y su esposa visitaron Nicaragua, dictando ambo una serie de conferencias, todas muy interesantes sobre temas darianos y poéticos de las cuales recordamos con especial admiración la de la señora Conde sobre la poesía. El señor Oliver Belmá nos reveló detalles muy interesantes del poeta,  conocidos gracias a la documentación encontrada en el archivo, y nos habló del celo con que la Paca Sánchez, como la conocíamos en Nicaragua, guardaba el tesoro y lo ocultaba de las miradas ajenas; pero no nos dijo, quizás por prudencia diplomática que no quiere causar escozores innecesarios, que una de las razones por las cuales la Sánchez se mostraba tan hosca con los visitantes de su archivo y pretendidos deseosos de conocer los documentos, era poque varios de ellos habían metido la mano y habían menoscabado la riqueza del tesoro.

    Esto acabo de descubrirlo hace muy pocos días, por el envío que me ha hecho generosamente el autor, R. P. Dictino Álvarez S. J., de la obra “Cartas de Rubén Darío”, recientemente publicada bajo el signo de la Editorial Taurus en el mes de Septiembre recién pasado. Sobre esa obra he querido escribir ahora unas cuartillas.

    El estudio que dio origen a esas páginas fue presentado por el P. Álvarez como tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, el día 11 de Abril de 1961, obteniendo la calificación de sobresaliente con opción a Premio Extraordinario, y en verdad que el autor merecía el galardón alcanzado, pues a la magistralísima presentación del tema, únese un estilo sumamente elegante y una gran versación en asuntos darianos nada común.

    En el prólogo o introducción de la ora opina el P. Álvarez que “los biógrafos tendrán que rehacer su semblanza y rehacer su perfil psicológico” (se refiere a Rubén). Pone como ejemplo de esta futura rectificación de los biógrafos, la que tendrán que hacer respecto al pretendido desorden del poeta, como fruto de su afición a la libación. Pues bien, dice el autor, él “todo lo guardaba y clasificaba: las cartas que recibía y las que él mismo escribía, los documentos, las invitaciones, las simples tarjetas de visita… Ante estos hechos no puede uno menos de preguntarse: ¡Es este el Darío descuidado, bohemio, entregado con frecuencia a excesos libatorios?”.

    Cree también el P. Álvarez que Madrid es la ciudad que más atrajo a Darío, no París, pese a su prestigio y esplendor cultural, que no llenará nunca su corazón ni dará descanso a su organismo, pues en París fue donde sufrió los mayores quebrantos por el abuso del alcohol y de los placeres. El propio Darío decía constantemente: “Yo estoy enfermo, muy enfermo, y es la bohemia, la inquerida bohemia. ¡Ah! Cuando pueda establecerme definitivamente en España… pasar largas temporadas en mi Madrid, la ciudad de confianza, con mis amigos madrileños, que son los mejores el mundo”. 

    En esa España entrañable hizo Darío muchos amigos con quienes sostuvo correspondencia incansable. De los testimonios primeros que encuentra el P. Álvarez en el archivo, o sea de los más antiguos, son cartas de Rubió y Lluch, Sofía Casanova y su esposo y de Fermín Herrán. A Darío le conocían como “el hispanoamericano”, sin concretar su nacionalidad. Hay cartas de Rafael Gasset, Cristóbal de Castro, Ernesto García Ladevese, José Lázaro y Galdiano, (fundador de un estupendo museo que lleva su nombre), Andrés y Pedro González Blanco, Jesús Pando y Valle.

    Ahí termina la primera etapa de Darío en España, o sea en el año 1905. Tres años más tarde, el Poeta es nombrado Ministro de Nicaragua ante el Rey de España (un rey de cuyo nombre no quiero acordarme, como creo que ningún nicaragüense quiere tampoco). Aparece en el archivo la correspondencia oficial de su nuevo cargo, precedida de la correspondencia con el Conde de las Navas, anunciando su próxima llegada a Madrid.

    De esta época del Darío diplomático son sus relaciones epistolares con el Marqués de Villasinda, hijo de Juan Valera, ilustre presentador de la obra Azul… ante el mundo literario español. Un periodista, Joaquín López Barbadillo, se lamenta por no haberse enterado a tiempo de la presentación de Credenciales, para poder informar a los lectores de El Imparcial.

    Hay nueva correspondencia con Pando y Valle, y aparecen las cartas de los achaques económicos. La dirigida a Santiago Argüello (citada por Ghiraldo) y el detalle interesantísimo del sueldo que se fija a Darío a partir de abril de 1908: 1.000 pesetas mensuales. Esta carta la firma el Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Rodolfo Espinosa. Aparecen cartas del Dr. Villegas y Bermúdez de Castro, que le asistió en sus achaques alcohólicos. En todas puede verse la estrechez de recursos en que vivió siempre Rubén.

Un amigo constante de Darío fue Mariano Miguel de Val, joven de grandes cualidades y actividad. Darío le llama “¡hombre admirable, admirable!”. Era poeta y protector de poetas. Son muy simpáticos los detalles de esta correspondencia amistosa de dos poetas.

En 1909 marcha a París Rubén Darío, amargado por la escasez de fondos. De ahí escribe al General Zelaya, quejándose de esto. Renuncia su cargo diplomático. Hay un recuerdo oficial de la casa en que vivió en Madrid: una lápida del arquitecto Víctor D ̕ Ors.

    Luego nos habla el P. Álvarez de otros literatos españoles, amigos epistolares de Rubén: Bernardo G. de Candamo, Pérez de Ayala, Unamuno, Diez-Canedo, Pedro Salinas, Llanas de Aguilaneido, Pío Baroja, Benavente. Desfila a continuación la correspondencia con Alejandro Sawa, que según Darío “era un gran actor, aunque no sé que nunca haya pisado las tablas. Tuvo un final de rey de tragedia: loco, ciego y furioso”. Esta correspondencia con el malagueño Sawa, descendiente de griegos, es calificada “de lo más valioso del archivo”.

    Después viene la correspondencia con Antonio y Manuel Machado, los dos grandes andaluces. Un detalle inédito e ignorado: que Manuel fue Secretario de Darío. Esto se sabe porque aparece un recibo de 100 pesetas de Manuel Machado, como honorarios por servicio de secretaría particular.

    Luego pasados a la correspondencia con Juan Ramón Jiménez, que en una carta llama a Darío: “querido maestro”, y en otra “queridísimo poeta”. En una tarjeta de visita le llama “queridísimo maestro”. Después bien Salvador Rueda y Villaespesa, y Eduardo de Ory, Carlos Fernández Shae, Rogelio Buendía, los hermanos Cavestany.

    No podrían faltar las figuras femeninas en el archivo. Empieza Sofía Casanova, escritora gallega, nacida en La Coruña, casada con un polaco, Vicente Lutoslawski, De la Condesa de Pardo Basán y de Colombina (Carmen de Burgos) no es necesarios explicar quiénes son, aunque sí de la Condesa de Castellá, que aparece allá por carta relacionada con su reciente declamación del soneto “Margarita” en una velada artística.

    Nos habla a continuación el autor de la correspondencia entre Darío y sus editores. Esta correspondencia es copiosísima, sobre Tierras Solare, Los Raros, Cantos de Vida y Esperanza, Opiniones, Parisiana, El Canto Errante, Azul, El Viaje a Nicaragua y Todo al Vuelo. Obras en prosa y en verso desfilan aquí. Nos enteramos de que Pérez de Ayala y Enrique de Mesa proyectaron una Antología.

Viene después el estudio de la correspondencia con revistas en que colaboró Rubén. Hay ciertos detalles en que hasta ahora se hace la luz.

    Después pasamos a la correspondencia relativa a la isla de Mallorca. Se cartea con Gabriel Alomar, Juan Sureda, el Dr. Aris, Micaela Moner, Antonia Quintana, etc.

    Capítulo muy importante de la obra es el dedicado a la Mundial Magazine. Habla de todos los colaboradores importantes de la revista: Valle Inclán, Pompeyo Gener, Villaespesa, Alfonso Maseras, Verdaguer, Maeztu, Gustavo Doré.

    Termina el libro, que uno no quisiera que acabara, con el capítulo dedicado a Barcelona, y una enumeración de correspondencias ocasionales de Rubén:  Cipriano Rivas Cherif, Torcuato Luca de Tena, el Conde de Peñalver, Antonio de Hoyos, Luis de Armiñán, Natalio Rivas, Miguel Moreno Aranda, Gabriel García Maroto, Luis Doreste, José María Gutiérrez (Melitón), José Rodríguez Condesa, Leocadio Martín Ruiz, José Gallardo y Guzmán, Luis Vega Rey, Lorenzo de Celada, Luis Bello.

    He ahí un resumen de esta obra importantísima, que traigo acá como primicia para los Escritores y Artistas Nacionales.

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* Revista Panorama. Revista de Información Centroamericana. Vol. I. Núm. 6. 25 de Octubre de 1963. Managua, D.N. 25 de Octubre de 1963, Director: Dr. Fernando Centen Zapata. Gerente - Administrador: Bernardo Bolívar Osorio. 

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