lunes, 19 de septiembre de 2022

RECORDANDO AL MAESTRO MANUEL OLIVARES LÓPEZ, (1920 – 1966). Panorama Estudiantil. Órgano Cultural del Instituto Ramírez Goyena. Junio 1966. Época I – Número 1. Director: Fernando Centeno Chiong.

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1920 - 1966

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    El pasado 2 de abril, dejó de existir uno de los mejores profesores del Instituto Ramírez Goyena, y el Magisterio Nacional perdía a uno de sus más grandes valores.

    Fue repentinamente que la muerte se llevó a este ilustre profesor, que durante muchos años fue forjador de juventudes, dedicándose enteramente a dar a conocer sus conocimientos a todos sus alumnos.

    ¿Quién puede decir que no fue alumno de este insigne profesor?

    Su historia está íntimamente ligada a la historia de la Educación en Nicaragua, nace en Managua un 15 de Abril de 1920, siendo sus padres Don José Francisco Olivares, y doña Petronila López

    Su primaria la estudió una parte en las escuelas del Estado, y su secundaria en el Colegio Bautista, donde se bachilleró en el año 1941, años después fue allí mismo donde empezó a impartir sus enseñanzas, ganándose el aprecio de todos sus alumnos y colegas, y fue en el año de 1950, cuando este colegio le dedica su Vigésima Tercera Promoción, pocos años después, pasó a dar clases en nuestro Instituto “Ramírez Goyena”, recién inaugurado su nuevo edificio, impartiendo las materias de Física y Matemáticas, en nuestro Instituto le fueron dedicadas dos Promociones, y el año de 1961, recibió el más alto honor que se le puede dar a un maestro, fue electo el “Mejor Maestro de Educación Secundaria”, siéndole impuesta la medalla “Presidente de la República”.

    Su vida fue un verdadero ejemplo de virtudes, siempre caminaba con aquella humildad, y ese espíritu de colaboración que tenía, hizo que llegara a ser uno de los profesores más queridos y respetados en nuestro Instituto.

    Asistió a muchas conferencias y cursos en el extranjero, llegando a descollar y poniendo muy en alto el nombre de Nicaragua.

    Fue catedrático también de la Escuela C.C. de la Educación en la Facultad de Humanidades, impartiendo la cátedra de Física y Matemáticas.

  Cuando terminaba con sus deberes, se retiraba a su casa, y escuchaba extasiado los arpegios de la música escapada de la interpretación del pentagrama y arrancada a la concepción de los grandes autores, tales como Verdi, Federico Chopin, el ruso Peter Tchaikovsky, al alemán Ricardo Wagner, y a todos los inmortales de la música clásica; así pasaba sus momentos felices, deleitándose, y elevando su espíritu a las regiones infinitas de la gloria donde solo los seres de estirpe selecta pueden penetrar; para recoger de la armonía las notas inmortales de la música divina.

    Manuel Olivares López, grande ciudadano y más grande como maestro, su historia es un ejemplo digno para la Juventud, y su vida una guía que seguir. Fue en el mes de Abril, mes de las celebraciones santas, cuando este ilustre maestro pasó a formar parte de los maestros inmortales en la cultura Nacional.

    Uno de sus muchos discípulos dedicó una elegía a su memoria, en esta edición le damos cabida, como una muestra del afecto y cariño que sentíamos hacia él, todos los que recibimos gotas de su sabiduría.

RESPONSO

Perdona profesor la rudeza
de estos versos, lúgubre expresión;
pero para hablar de la grandeza
hace falta mucha inspiración.

Quiso el destino segar tu vida
y dejar así, divino maestro
tu obra trunca…; la mano atrevida
de la muerte apagó la encendida
enseñanza, firme tal cabestro.

Y no fue capricho; fue quizás
envidia del esfuerzo y la gloria;
al guerrero intelectual que a las
juventudes guiaba
para alcanzar al fin la victoria.

Más, cegadas ahora tus pupilas
la luz de enseñanza ¿adónde va?
No mirarás ya la larga fila
de alumnos, que muy triste desfila
hacia las aulas y… ¿dónde está?

Las aulas y todo el Instituto
Escucharán aún tu hermoso canto
ahora en medio de tristeza y luto.
Pero ha dejado una huella en su manto
a sus alumnos que quiso tanto.

Por todos lados le buscaremos
Pero cruel realidad… ¡No estará!
¡Brilla diadema! Te seguiremos
buscando… más, el maestro que la
juventud ansía… ¿dónde está?

Él, pudo ser, pero no quiso nunca
hombre loado, egoísta, y vanidoso;
vivir mejor y no dejar trunca
su vida… Pero no, algo más hermoso
quiso él; ser muy humilde, amoroso,

y darlo todo a la humanidad
despojarse de sus pertenencias
del saber… predicar la verdad
con el corazón y la conciencia
y llevar mísera su existencia;

Congréguense hoy en el camposanto
donde yace el hombre que diera tanto;
él hubiera querido como epitafio
en su tumba, y envuelto en un manto
que diga… “Aquí yace un maestro”.

Aquí muere y nace la esperanza;
se escucha un coro allá en lontananza
un coro en holocausto y contrito
juventud que se une en alabanza
a Manuel Olivares “OLITO”.

Gustavo Álvarez Ruiz


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