domingo, 11 de diciembre de 2022

LOS COLORES DE NICARAGUA. Por: Lily Kassner.* En: Plural: Revista Cultural de Excélsior. México, D.F. 2ª época. No. 106. Volumen IX-X. Julio de 1980.

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La rica herencia plástica de los antepasados precolombinos fue desconocida, ignorada y no considerada digna de estudio desde el punto de vista estético en Nicaragua. El campo de las artes plásticas gozaba igualmente de una ignorancia y falta de información de los artistas. Muchas de las corrientes estéticas europeas y americanas llegaban con años de atraso, predominando el mal gusto en la realización pictórica. Estaban de moda bodegones de estilo académico, bellos jarrones de fina ejecución en atmósferas frías, retratos de damas ricas entre velos, trajes de fiesta, porte galante, el paisaje reflejando a veces las viviendas, la miseria y sus moradores, pero a través de una pincelada impresionista y juegos cromáticos que convertían el paisaje más desolador en un lugar idílico, brillante y armonioso.

         Dentro de las limitaciones imperantes será la figura de Rodrigo Peñalba el que a su regreso a Nicaragua renovaría por medio de la dirección de la Escuela Nacional de Bellas Artes el renacimiento pictórico de esa institución decadente, llegando a transformarla en una guía para cimentar las bases de la pintura moderna nicaragüense. De esta época debemos mencionar la formación de dos artistas que destacaron: Omar D̕ León y Armando Morales. Este último emigró a los Estados Unidos donde cosechó el reconocimiento a su labor pictórica, se le otorgaron premios, becas, participó en exposiciones individuales y colectivas dando comienzo a una extraordinaria carrera artística. La importancia del triunfo internacional de Armando Morales tuvo gran afluencia en el inicio del abstraccionismo en la pintura nicaragüense.

         Sin embargo, el panorama era desolador. El arte estaba concebido para embellecer y gustar para satisfacer el gusto imperante de la clase dominante. No tenía ninguna relación con la verdad, con la creatividad, ni con la realidad del país. Si a esto añadimos la carencia de museos de arte, galerías, bibliotecas, críticas autorizada y responsable, se percata uno del ambiente pobre, limitado y sin estímulos a que estaba condenado el artista.

         Dentro de este contexto nace la necesidad de crear un grupo encabezado por Alejandro Aróstegui que su regreso de Europa funda el Grupo y Galería Praxis, en Managua, en julio de 1963.

         Transcribimos a continuación el Manifiesto del Grupo Praxis formado por los pintores César Izquierdo, Arnoldo Guillén, Leoncio Sáenz, Leonel Vanegas, Orlando Sobalvarro, Luis Urbina, el intelectual Amaru Barahona, los poetas Michelle Najlis y Francisco de Asís Fernández.


         Servir a la verdad en el arte y en la cultura, esa es en su más profunda y noble significación la razón última de nuestra existencia como grupo y de nuestra actitud ante la pluralidad de acontecimientos que forman nuestra vida y conformar nuestro mundo. Pero creemos que para servir a la verdad en el arte y en la cultura, antes es necesario servir a la verdad en la vida. Nuestra labor artística o cultura no merece existir si antes no hay una razón vital que la justifique.

LA VERDAD no se nos ha dado de antemano. La verdad la encuentra el nombre de la lucha. La verdad tampoco es patrimonio exclusivo de cada uno. La verdad es de todos. De ahí que necesitemos divulgarla, proclamarla, enfrentarla si es preciso. Ocurre entonces que la sola creencia de poseerla no basta. La verdad límpida, inmaculada, la verdad de los solitarios y los orgullosos no nos sirve. Si es cierto que queremos servir a la verdad –una verdad dinámica— viva, que cada día, cada hora, cada minuto, nos impone su exigencia— es necesario que la hagamos llegar a los demás, hombres como nosotros, y como nosotros embarcados en el mismo bote, en el de la existencia de cada día. Es preciso, pues, que exterioricemos nuestra creación en el arte, en la cultura y que la encarnemos en la vida, en hechos, en actos, en actitudes.

La existencia de este grupo es, por eso, antes que nada y sobre todo, una actitud concreta ante una realidad concreta. Ahí están los hechos. Y aquí estamos nosotros. Esta ha de ser nuestra razón, definirnos ante ellos. Entonces ¿cuáles son los hechos?

Los hechos en Nicaragua son en nuestra sociedad existe un grupo de hombres llamados intelectuales y artistas: pintores –la mayoría de nosotros lo somos—, poetas, cuentistas, novelistas, autores teatrales, ensayistas, actores, críticos… Y también existe una gran masa restante de habitantes que no pueden ser incluidos en esta categoría. Puede afirmarse que la distancia e incomprensión entre ambos es demasiado grande. Si la culpa la tienen los intelectuales y artistas o se debe más bien a la incultura del pueblo, no vale la pena discutirlo aquí. Nosotros queremos comprender y ser comprendidos, acercarnos y que se nos acerquen. Queremos realizar –sin que esto vaya a sacrificar la sinceridad de nuestra creación— la simbiosis entre pueblo y cultura.

Queremos darle al arte y a la cultura su verdadera posición.

No aceptamos la fragmentación –en compartimentos estancos, en parcelas separadas e independientes— de la multiplicidad de sucesos en que para nosotros y desde nosotros realiza la existencia, nuestras existencias. Creemos, por el contrario, que la realidad es sólo una, aunque varios sean sus aspectos. Y que, por tanto, la actividad artística y cultural, el arte todo y la cultura toda, representan una parte de esa realidad, representan formas histórico sociales de existir absolutamente inseparables de la infinita variedad de manifestaciones vitales en las que el hombre levanta acta de su paso sobre la tierra. EL ARTE Y LA CULTURA NO SERÁN PARA NOSOTROS UN “TABÚ” INTOCABLE, SERÁN NADA MÁS UNAS FORMAS –entre otras tantas— EN QUE SE MANIFIESTA EL HOMBRE SI BIEN DE EXCEPCIONAL IMPORTANCIA Y CONDICIONADAS, COMO TODA MANIFESTACIÓN HUMANA, EN FUNCIÓN DE DETERMINADOS SUPUESTOS SOCIALES.

Ésta es nuestra actitud. No formamos parte de partidos, clanes o cofradías. Aceptaremos de antemano el diálogo. Respetaremos la disensión. Y analizaremos serenamente la crítica.

Servir a la verdad, esa es, hemos dicho, la razón última de nuestra existencia como grupo y de nuestra labor artística y cultural. La verdad exige, sí, por parte de quien la recibe, pasión para comprenderla. Nada más.

Figura preponderante en la plástica nicaragüense, Alejandro Aróstegui nació en Bluefields, puerto de Nicaragua, en 1935. Tras breves estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Managua, parte en 1954 hacia la ciudad de Nueva Orleans en donde, durante un año, estudia arquitectura en la Universidad de Tulane. De 1955 a 1958 estudia arte en la Ringling School of Art de Sarasota, Florida. En 1958 parte hacia Europa en donde permanece por espacio de cinco años estudiando primero en la Academia San Marcos de Florencia, Italia, (1958-59) y en la Ecole des Beaux Arts de París (1960-62). En 1963, de regreso a Nicaragua dunda, con un grupo destacado de jóvenes pintores e intelectuales, el Grupo y Galería Praxis, que3 en poco tiempo se convierte en foco cultural y centro indiscutible de la mejor pintura nicaragüense. En 1966 reside en Nueva York por cinco años. De nuevo en Managua en 1971, reorganiza el Grupo Praxis que emprende sus actividades con vigor, con exhibiciones de pinturas, publicación de la Revista Praxis y apertura de la nueva Galería que fue destruida por el terremoto de diciembre. Aróstegui ha desempeñado los cargos de profesor de Anatomía en la Escuela de Bellas Artes de Managua (1963), director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de León (Nicaragua) 1972, profesor de dibujo en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional en Managua.

Al principio Aróstegui realiza pinturas abstractas con collage y texturas, influido por Dubuffet y la pintura matérica española de Tapies., Cuixart y Millares. Del 1963 al 66 en Nicaragua hace paisajes lacustres enfatizando en sus pi9nturas las condiciones infrahumanas de los barrios marginados. El hombre torturado y solitario en un paisaje de desperdicios y material telúrico, es el tema recurrente de ese período, marcado por una casi monocromía, pues no admitía o necesitaban variaciones colororísticas. En su estancia en Nueva York de 1966 a 1971 continúa sus experimentos con collage y paisajes urbanos, reflejos de la gran urbe. Otra característica son sus naturalezas muertas monumentales y sobrias en donde se nota un mayor dominio, perdiéndose un poco el formalismo gestual y matérico de su etapa precedente. Hace sus primeras obras respetando el color y superficie de los objetos de collage e introduce efectos de luz y sombra. En la construcción del cuadro rebasa la bidimensionalidad de la superficie pictórica y manifiesta características de relieve mediante la fervorosa elaboración de sus texturas. Sus naturalezas muertas no son las tradicionales. No aparecen frutas, ni jarrones sino artículos que forman parte integrante del vivir humano en la sociedad industrial contemporánea, latas de conservas, fragmentos de piezas mecánicas, palas de recoger basura, guantes. En contraposición del Por Art que enaltece los productos de consumo. Aróstegui los muestra desnudos de la absurda fascinación con que los presenta la propaganda de la sociedad de consumo y reducidos a su mínima dimensión: cadáveres metálicos, espantosas radiografías de la civilización.

De la generación de los sesentas, que comprende pintores nacidos entre 1935 a 1945, destacan por ser una de las décadas más activas y determinantes en la historia de la pintura nicaragüense: Leoncio Sáenz, Orlando Sobalvarro y Leonel Vanegas.

Esta generación pertenece a la creación del Grupo Praxis y de las primeras galerías independientes en Nicaragua. Son la generación de pintores que sirven de puente entre la vieja escuela de pintura formada por Peñalba, Morales y D´León y los nuevos pintores surgidos alrededor de los setentas después del terremoto.

Orlando Sobalvarro nació en la Mina del Jabalí, en 1943. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Managua, durante seis años, donde le fue conferida una beca de mérito por parte del Ministerio de Educación Pública. Es uno de los fundadores del Grupo y Galería Praxis.

En 1969 va a Nueva York y Washington donde permanece por espacio de dos años. Obtuvo el primer premio del Salón Esso para artistas jóvenes en San Salvador. Cargado de un sentido poético y onírico, Sobalvarro pinta cuadros abstractos cargados de texturas opulentas. Hay un leit motiv, un personaje tutelar que se vuelve repetitivo y constante: el búho. Animal conectado con la sabiduría, el misterio, la noche, y que, en sus pinturas de factura impecable, de ricas gamas colorísticas nos plantea un mundo secreto a la vez que personal e íntimo. Pareciera que el artista con dicho símbolo quisiera descubrir la incógnita de la propia sociedad caótica en la que vive.


Leoncio Sáenz nació en 1935 en Matagalpa. Hizo estudios en la Escuela de Bellas Artes de Managua. Miembro fundador del Grupo y Galería Praxis, director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Nicaragua, en la ciudad de León. Ha realizado murales en relieve en los supermercados “La Colonia” y el Gran Hotel de la ciudad de Nicaragua ahora destruidos por el terremoto. Su participación y aporte a la plástica nicaragüense ha sido la constante de expresarse dentro de los límites del dibujo. Sáenz así se incorpora a una inquietud de artistas latinoamericanos que han buscado su medio de expresión en el dibujo. Esta tarea no se puede estimar como una manifestación de modestia o de limitación personal, sino al contrario, como el deseo de volver a ver, revisar y comunicar la visión del mundo a su alrededor. El dibujo se ha ido planteando como un testimonio y en tal condición es agresivo y anticonformista. El artista que se entrega al dibujo encuentra su medio propicio de expresión en el blanco y negro, en la rapidez de anotación directa de la imagen, en la capacidad de connotarla agudamente al margen, se identifica por los tamaños de pequeño formato que son tamaños más humanos. Actúa, también como recuperación de la memoria y recopilador de datos, lo que siente íntimamente el artista. La temática de Leoncio Sáenz va de la fauna (toros, tigres), seres tiernos (niños, ángeles) y escenas de connotación política, deshumanizadas (torturas). Hay que observar en Sáenz los elementos de raíces con los toques mágicos.

Leonel Vanegas nación en Managua en 1942. Estudio en la Escuela de Bellas Artes de Managua, durante tres años, donde le fue otorgada una beca de mérito, por parte del Ministerio de Educación Pública. En 1964 formó parte del Grupo y Galería Praxis, en 1968 parte hacia Nueva York y Washington en donde permanece por espacio de dos años, de regreso a Nicaragua se incorpora de nuevo al Grupo Praxis.

Aróstegui comenta al respecto de su obra: “Vanegas llevó siempre una línea reconocible, sin concesiones, ni a un decorativismo superficial, ni a un cromatismo delicado y halagador. En eso consiste su radicalismo y la convicción profunda en sus medios, sus formas y tonalidades cromáticas, su gusto definido por la textura y el empaste, su colorido limitado y franco de reminiscencia precolombina”. Vanegas se aleja del figurativismo y naturalismo y busca dentro del abstraccionismo una manera personal e intensa de saciar aspiraciones más profundas. La influencia de Armando Morales se hace sentir en la obra de Vanegas. La diferencia estribará en que en la obra de Morales, su acabado impecable se da como el refinamiento de su pintura, mientas que en Vanegas el sello es lo rústico, de una fuerza que se inclina más a lo primitivo e irracional pero que pone de manifiesto su naturaleza humana desgarrada, inconforme y desarraigada de una sociedad de la cual se niega a ser partícipe. Una característica de su pintura es el manejo de texturas, protuberancias, empastes, rayones y raspaduras que le dan el interés a sus grandes formas y superficies negras sobre fondos blancos vibrantes. En 1965 vuelve al figurativismo, pero éste será “crudo” y tajante, un devolver a la sociedad su descomposición y miseria. Hará entonces una síntesis entre elementos figurativos y composiciones abstractas como testimonio desgarrador y político de la creatividad y ansias de un artista auténtico en una sociedad enajenada y decadente.

En casi todos los pintores de esta década se puede encontrar un común denominador, un gusto por la materia, la textura y la monocromía.


Justicia en el Mundo - Leoncio Sáenz, 1976

Dentro del contexto histórico político de Nicaragua el gobierno usaba sus dos medios preferidos –la represión y la corrupción— par manejar la cultura. No existía una ayuda desinteresada a los artistas, todo era a cambio de una colaboración o sumisión pasiva. En este mismo ámbito la Escuela de Bellas Artes colaboraba con el gobierno, sintiéndose amenazada en los preceptos que se impartían a los nuevos alumnos. Veía con disgusto la aparición de nuevos grupos de pintores o galerías con ideas nuevas y diferentes a los propagados por ella, por depender del Ministerio de Educación Pública, creador de directores y otorgadores de cátedras.

Otra vía poderosa del manejo cultural fue cubierta por la prensa, la cual estimulaba a pintores colaboracionistas en su mayoría de mala calidad. Al pintor serio, dedicado y consciente de su realidad artística no se le brindaba la oportunidad de crítica o apoyo.

Como ya se ha mencionado, el Grupo y Galería Praxis se impuso como necesidad la de adoptar una posición de rebeldía y crítica a una cultura pobre y mezquina supeditada a intereses políticos. En 1972 se destruye la Galería Praxis en el terremoto que sufrió la ciudad de Managua. En junio de 1974, Mercedes Gordillo inaugura la Galería Tagüe retomando el sentido crítico de Praxis y declara: “Consciente de la necesidad que tenemos los nicaragüenses de encontrar un lugar donde se manifieste el arte como expresión de cultura, me he impuesto abrir esta modestia Galería que espero y deseo llene en parte este vacío. A pesar de las limitaciones en que se desarrolla la pintura en Nicaragua, los expositores con quienes Galería Tagüe abre sus puertas mantienen su postura responsable y honesta produciendo obras de indudable mérito, trabajando incansablemente para que la pintura nicaragüense alcance su verdadera trascendencia”. La Galería Tagüe contribuyó a dinamizar el desarrollo, estudio y reflexión de la pintura de Nicaragua en relación con el arte de otros países del continente. Realizó exposiciones individuales y colectivas, un promedio de 10 anuales, e invito críticas latinoamericanas para entablar un diálogo abierto con los artistas.

De 1974 a 1975 Alejandro Aróstegui, Róger Pérez de la Rocha y Orlando Sobalvarro pintan unos murales en el Centro Comercial Nejapa con el tema de los petroglifos nicaragüenses. Se conservó la fidelidad de los petroglifos añadiéndoles color y amplificando las dimensiones de éstos. La importancia fue el rescate de dichos signos y símbolo prehispánicos, la técnica que se usó fue una superficie arenosa, incisa que en algunos de los pintores dejó una huella en su obra como en el caso de Sobalvarro.

El poeta y sacerdote revolucionario Ernesto Cardenal, actual Ministro de Cultura en Nicaragua desde su retiro de Solentiname logró establecer una comunidad campesina donde se inició un movimiento pictórico primitivo. Entre ellos se destacan Eduardo, Marina y Carlos García, todos campesinos revolucionarios. Recrean la naturaleza bella y salvaje del lugar, el paisaje, el lago, los volcanes hy la vida cotidiana del campo, con una visión ingenua y creativa. En 1977 tomaron armas dos artistas de Solentiname: Elbis Chavarría y Donald Guevara, quienes cayeron en los primeros combates contra las fuerzas somocistas.

A partir de 1978, cuando comenzó la etapa final de la lucha armada de liberación en contra de la dictadura somocista, la Galería Tagüe, de común acuerdo con un grupo de artistas, cerró sus puertas imponiendo silencio cultural, pues se consideró que todo acto cultural o de cualquier otra naturaleza que no fuera de repudio, lucha o acusación, resultaba contraproducente y no gozaba de una coherencia con la situación histórica del país.

Transcribimos el testimonio de los pintores apoyando la decisión de la Galería Tagüe:

Creo que en estos momentos de represión y ataques bárbaros por parte del somocismo hacia las libertades esenciales del nicaragüense, cuando la injusticia campea por todos los ámbitos del país, todo acto cultural o de cualquier otra naturaleza que no sea de acusación, repudio o lucha contra el régimen, viene a ser como una burla a los que han caído y luchan por la liberación del país. No debemos contribuir a presentar una imagen de normalidad por medio de actos que, por muy culturales que sean, no reflejan el estado caótico y de lucha de la sociedad nicaragüense. Por eso apoyo la decisión de Galería Tagüe de suprimir todos los actos programados para el presente año en el ámbito nacional y voluntariamente aplazo, hasta mejores tiempos de libertad, la exhibición personal de mi obra que debió efectuarse en el presente año.

               Alejandro Aróstegui

Con respecto a la cancelación de la exhibición de pintura que se había acordado, pues yo en lo particular estoy muy de acuerdo, o sea que lo lamento mucho. No tanto por el beneficio económico que podría haber obtenido, sino porque mi interés era más grande de lo que alguien pudo imaginarse en dar a conocer el público mis obras artísticas, tal vez con mejor relieve artístico para complacencia del público expectante. Pero como a veces no se puede hacer más de lo que uno piensa, pues lo haremos en otra ocasión, con respecto a mi ánimo de pintor, pues creo que lo mantendré firme de seguir adelante, aunque lo haga por un oficio o como un deleite artístico.

              Carlos García

Como pintor me debo a un pueblo y a la naturaleza. En mi condición de ser humano pertenezco a una sociedad que debe tener las más elementales condiciones que una persona necesita como son: libertad, oportunidades culturales e igualdad de derechos, etc.

En este momento en que3 históricamente vive mi querida patria, donde nos han usurpado con la represión la libertad para expresarnos, la falta de educarnos y educar a nuestros hijos, la falta de poder escoger nuestro destino y la alineación total de todo lo que como humanos necesitamos, levanto mi voz de protesta y me uno a todas las corrientes que lucha por la libertad de nuestro pueblo, en busca de mejores horizontes en justicia y libertad.

           Orlando Sobalvarro

En la confección del Mural de Nejapa: Orlando Sobalvarro, A. Aróstegui, R. Pérez de la Rocha, Leoncio Sáenz

Nuestra situación como futuros artistas, desde que éramos estudiantes de Bellas Artes era caótica, esta escuela no podía darnos lo que deseábamos, pues no es más que el reflejo de una época incapaz, deshonesta y oscurantista, manifestada en las personas que el gobierno considera idóneas para dirigir y enseñar en la casa máxima del arte nacional. En consecuencia, se nos mantenía alejados de la realidad pictórica nacional y de los verdaderos valores culturales para evitar las comparaciones del arte oficialista y del que se da independientemente en el país.

Decidimos buscar las verdaderas corrientes del arte nacional y tratar de integrarnos a ellas, pero la encontraremos silenciada con un silencio doloroso, no pudimos expresar con alegría a las nuevas puertas que se nos abrían nuestras primeras pinturas independientes, pues se enseñoreaba en el ambiente nacional la estupidez, la ignorancia, la barbarie uniformada. La Galería Tagüe nos brindó el apoyo moral y material que necesitábamos para construir nuestro estudio, que no pudimos ocupar pues fuimos señalados como sospechosos de subversivos por tratar de ser pintores en esta época de terror. Nuestra anhelada exposición quedó cancelada y nos enfilamos acongojados en la procesión de la frustración del arte y la cultura nacionales.

                     Francisco Pantoja

                      José Gómez

                      Salvador Aguilar

                      María Gallo

                      Rafael Castellón

                      Silvio Gómez

                       Abraham Fariñas

Recuerdos muy antiguos maduraban en mi día a día, y después de muchos años de ausencia, cogí una valija y con gran amor regresé al país, traía conmigo, además, un gran entusiasmo de trabajo.

De nuevo me sentí niño y como todo niño quise llamar la atención de los mayores y el mejor modo para lograrlo era enseñando a ellos lo que yo hacía mis pinturas. De repente crecía de nuevo, y me encontré desorientado, crecí rápidamente, y me encontré con la horrible realidad.

Yo conocí una cultura nicaragüense y sabía de otras culturas también nicaragüenses que eran culturas pequeñas o grandes, importantes o menos, pero lo eran, ya en en ese entonces existía el núcleo del terror. Me doy cuenta que ahora existe una cultura terrible a base de odio, de menosprecio por la vida y de todas sus manifestaciones: la subcultura somociana.

En mi esfuerzo desesperado de lucha continué en mi trabajo mientras se sucedían hechos dolorosos, la sangre derramada de nuestra mejor gente, la juventud, y con ella perdimos un mar de riquezas y la más preciada cultura.

Es un hecho incontestable que la subcultura somociana (era trágica) mata la vida, mata el trabajo, mata el arte. Se opone al progreso, ama la muerte.

Yo llegué lleno de optimismo y me encontré con otros artistas nicaragüenses y los vi acostumbrados, después todos fuimos testigos del dolor.

Yo digo a mis amigos que reunamos todos nuestros esfuerzos para un bien común y para que de este gran dolor nazca un nuevo arte para una nueva vida.

             Hugo Palma Ibarra

Se cancelaron once exposiciones nacionales e internacionales. Los artistas se solidarizaron con la lucha popular, unos tomando las armas, otros contribuyeron gráficamente en el entonces clandestino periódico del F.S.L.N. recaudando fondos para la causa.

Terminada la revolución armada la junta de gobierno ha tenido dentro de su política cultural un interés primordial por apoyar y alentar al movimiento artístico nicaragüense, las bases que se proponen son dentro de un ámbito de libertad en la persona del artista y su obra.

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Lily Kassner falleció en noviembre de 2017. Historiadora del arte, investigadora, curadora y catedrática mexicana.

Doctora en Historia del Arte por la UNAM, fue directora de la segunda etapa del Espacio Escultórico de la UNAM, entre 1979 y 1980, y Jefa del Laboratorio de Experimentación de Arte Urbano, entre 1980 y 1983.

Como Catedrática de Historia del Arte y profesora publicó dos importantes monografías sobre el escultor, poeta, historiador del arte, arquitecto y pintor mexicano de origen alemán Mathias Goeritz (Gdansk, 1915 - Ciudad de México, 1990), de quien era una de las mejores especialistas en su obra, y el Diccionario de escultores mexicanos del s. XX.

Kassner, especialista en escultura, poseía uno de los mejores y más voluminosos archivos del país sobre esta disciplina artística.

Además, también publicó otras monografías sobre Chucho Reyes (Guadalajara, 1880 - Ciudad de México, 1977) y el nicaragüense Armando Morales (Granada, 1927 - Miami, 2011).

Fue directora del MUCA entre 2000 y 2004, y comisaria de importantes exposiciones internacionales; entre ellas: 450 años de la Autonomía de la UNAM; Actualidad plástica en México, Europalia 93, Ostende; y Escultura mexicana fin del milenio, MUCA.

Datos biográficos localizados en Internet.

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