domingo, 1 de marzo de 2015

FRAGMENTOS DE “CONTRA SANDINO EN LOS INFIERNOS”. Por: Manolo Cuadra Vega

FRAGMENTOS DE “CONTRA SANDINO EN LOS INFIERNOS”. Por Manolo Cuadra Vega. En: Suplemento. Managua, 23 de Junio de 1935. Número 85. Año II. Pág. 13.*

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Manolo Cuadra, el joven escritor nicaragüense cuyo libro CONTRA SANDINO EN LOS INFIERNOS se está editando en Nueva York. La obra de Cuadra registra lides sangrientas en una lucha en que Sandino se perfiló como un héroe máximo. Son páginas arrancadas a la realidad de una epopeya de contornos homéricos, en donde el pavor de aquellas horas conmueve a nuestro sistema nervioso con relatos de los encuentros sandinistas y las tropas comandadas por los yanquis.

Manolo Cuadra tiene la palabra para hacer el recuento de esa etapa de sangre y  destrucción en los campos de las Segovias. La juventud, el alma de la nación, pudieron encargarle el canto de esa gesta. Esos son cuentos calcados en el seno de la tragedia, y cada uno es un caso de perversidad y carnicería tremenda por parte del interventor contra el nativo.

Ahora nos complacemos en publicar algunos fragmentos de su gran libro. En él está Augusto C. Sandino captado en su verdadera personalidad, con su historia auténtica. Ni los apólogos de Vasconcelos el gran pensador mexicano, ni tanto ditirambo surgido en torno a su figura mundial han podido localizarlo como estas pocas frases vertidas a modo de prólogo en el libro de Cuadra. Et avant d᾽ici…

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I

El contingente lírico del mundo

Un anónimo ciudadano, un pequeño hombre, sin embargo, había logrado liberarse del tenebroso ambiente, cristalizando con toda oportunidad una actividad romántica frente a la amenaza imperialista. Se llamaba vulgarmente Augusto Calderón Sandino. Salió del radio acomodaticio para caer de bruces en el negativo sublime. La peste romántica de allende la realidad, a falta de colaboración más efectiva, hizo su aporte orquestal. En adelante, aquella “C” de Calderón, que iniciaba un modesto y acaso vergonzante apellido de provincia, queda cesarificada.

Y, es, a no dudarlo, éste, un detalle de importancia, porque en él léese  mejor que en ningún otro, el principio de una serie mixtificaciones y ditirambos por el que el patriota que debió ser hasta el final, devino dolorosamente en el instrumento de explotadores más o menos intelectuales, que buscaban en las canteras de la epopeya un apostolado que les venía de sobra y unas monedas que nunca estuvieron demás.

El yanki frente al nacionalismo era un enemigo atacable y vulnerable. Pero el nacionalismo tenía un terrible enemigo dentro de su propia casa. Enemigo tolerado, adherido a su organismo como una culebra: Eran los sonoros literatos de Europa y América, que con toda suerte de bengalas verbales, lograron corromper la pureza primitiva del hombre. Ellos levantaron una faraónica pirámide de papel que culminaba en Sandino, símbolo de la raza.

Desde tal altura, fue natural que el guerrero perdiera la visión de la realidad. Hombre impresionable, sin firme planta cultural, cedió al vértigo. Mientras que los incitadores formaban comités y colectaban fondos para autonombrarse sus representantes en el alegre París, en el tremendo New  York; mientras que algunos públicos de buena fe pagaban conferencistas y las casas comerciales lanzaban al mercado cuellos y cigarrillos “SANDINO”, eludiendo la crisis con tan fascinante reclamo; mientras el universo estallaba en retórica sonante, Sandino, el ídolo, pedía desde la encrucijada y el recodo un fusil que nadie facilitaba.

Entonces se sintió solo. Solo detrás de una montaña de cartas y periódicos. Era tarde. Comprometido por la popularidad, arremetió. Clamó por medio de conmovedoras proclamas. Suplicó. Lloró Rugió. Su alegre retaguardia de América  y Europa bailaba el tango en Buenos Aires y el pedo de champaña detonaba en París.

A Sandino siguió llamándosele Libertador, Caudillo, Redentor. Pero ¿qué se hacía a esas horas el mundo? Materialmente no existía. Y, en el corazón de la República, los que podíamos, los dueños de nuestro destino, los frustrados forjadores de nuestra nacionalidad, unidos a los comerciantes, a los bandidos, a los estafadores, a los demomaníacos, junto  con algunos jóvenes sin oficio o con vistas a conseguirnos uno, nos enganchamos en el ejército unidos todos contra el heroísmo, nuestro enemigo común, nos preparamos para aplastarlo.
II
Táctica del invasor

La primera providencia de los invasores, en la zona de guerra, se redujo al desmantelamiento de los focos productivos. Esta es la primera voz, seguramente, que un testigo presencial, no sandinista, levanta para que se conozca el sistema de guerra de los invasores.

Aquello que al principio parecía una lucha de hombre contra hombres, convirtióse enseguida en el encono de Búfalo Sam contra las bondades de nuestra naturaleza. Los elementos de vida rurales, ganados, aves de corral, huertos frutales, plantíos e instrumentos de labranza; todos los elementos de vida y la vida misma, hombres mujeres y niños que no pudieron cumplir por obstáculos materiales para el ucase de la reconstrucción, perecían bajo el incendio, la destrucción, la dispersión y la muerte.

Esta conducta bélica, no obstante fue atribuida a los rebeldes con un propósito de descrédito, pues no podían ser ellos mismos, como es lógico suponerlo, los que segaran tan preciosas fuentes de mantenimiento. La invasión –yanque al fin— disponía para voltear los argumentos, de un formidable equipo de propaganda. ¿Qué podía contra ellos una clandestina publicación nacionalista?

Una vez, mientras cruzábamos las llanuras de Pasmata, la avanzada de la patrulla se detuvo bruscamente. Llegados el turno de los que caminábamos a retaguardia, no pudimos contener un movimiento de horror. Balanceándose de los árboles, ¡ah el grotesco bailoteo de aquellos cuerpos! destacábanse contra el horizonte, cinco por todos –dos niños y tres hombres—. Imposible identificarlos como criaturas a nos ser por sus ropas. Los cuerpos suspendidos de los árboles, destilaban un líquido putrefacto que formaba charco en el suelo. Millares de moscas zumbaban alrededor glotonamente. Los han estado blanqueando –pensamos—. Efectivamente, a poco encontramos señales de que allí había descansado una patrulla. Amontonadas en un sitio había cantidad de cápsulas. Todo se reducía a esto: nos habían precedido los marinos.

No pude, mientras nos alejábamos, resistir la tentación de mirar atrás. Todavía. Media hora más y sus cuerpos, ya bastante trabajados por la distancia, se empequeñecían como en una súplica de olvido. Allá quedaron, a la entrada de la llanura, las pobres frutas humanas, bailando el mismo valse lento y melancólico, al compás del viento que cantaba entre las hojas.

Ellos, dueños de tierra donde la vista se fatiga en el horizonte, no tuvieron para descansar el pequeño palacio de una tumba.
¡Ah, Sandino, maldito, asesino, bandolero!

                                                                 Manolo Cuadra 

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N. del Editor del Blogspot:

*El director del semanario "Suplemento"  fue el periodista C. Paguagua Núñez. El ejemplar del cual reproducimos este artículo forma parte del Archivo Histórico Hemerográfico que reunió el recordado intelectual y matemático, Profesor Rafael Carrillo Díaz y familia. 

Manolo tomó parte en la contienda contra el Gral. Sandino, y luego abandonó la vida castrense, de aquellos episodios provienen diversos testimonios reunidos bajo el título "De la Academia a la Montaña". Como está afirmado por su autor, fue "...la primera voz, seguramente, que un testigo presencial, no sandinista, levanta para que se conozca el sistema de guerra de los invasores". 

Manolo fue un férreo adversario de la dictadura encabezada por Anastasio Somoza García,  y una década más tarde, entre 1944 y 1947, durante los años en que funcionó la Universidad Central de Nicaragua, mantuvo estrecha relación con la dirigencia estudiantil universitaria que le dio recia batalla a la dictadura, en la cual tomó parte mi padre, el doctor Eduardo Pérez-Valle, alternando junto a otros recordados luchadores, en el rol de director, editor-redactor de los periódicos "El Universitario"; "Avanzada" y "Patria Libre". Esta fotografía pertenece a esa época (1947), en ella puede apreciarse a Manolo Cuadra Vega y Eduardo Pérez-Valle cuando iban rumbo a la Universidad en donde se efectuaría un acto político. 



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¡Levántate, Augusto César!...

Por: Eduardo PÉREZ-VALLE (1947)*

Jamás como ahora podrá lamentar la Patria el asesinato de su Héroe Máximo, Augusto César Sandino. Sandino! Tesoro sacrosanto de la nacionalidad, surgido un día prodigioso del barro nicaragüense, fecundado por la planta del indio. Ascendió a las alturas donde reinan los héroes, reptando por la escala ideal de una sublime locura: consideró a su Patria su principio y su fin.

Patria! Alfa y omega del nicaragüense Sandino. Patria! Suma razón del bélico lirismo del Sandino latinoamericano. Patria! Execración de la salvaje tiranía que clavó su raiz emponzoñada en el pecho vehemente del Protector de la Raza.


Las lágrimas de Nicaragua ahora más que nunca han de verterse sobre la tierra huérfana, y han de buscar desesperadamente en su entraña sombría las reliquias del Héroe, para embeberlas en sus imprecaciones. Las lágrimas de Nicaragua no han de secarse en torno de los huesos y la memoria del más amado de sus hijos. Han de gritar diciendo:

Levántate, Augusto César, terror de los impíos rojos y verdes que carcomen el alma de tu Patria! Levántate, Augusto César, azote de los yanquis, sedientos de rapiña! No has muerto aún. Y al impulso omnipotente de tu espíritu, la Patria con quien sueñas, recostado en su propio corazón, va a resurgir del abismo para alcanzar las cumbres de una gloria inmortal.


El águila extranjera  y buitre nativo han de batir sus alas bajo tu pendón rebelde. 


Levántate, que ahora como nunca es tuya la Patria en quien pusiste tu orgullo, a quien ofrendaste el suave olor de tu gran sacrificio. 


Levántate, ahora que en los pechos honrados hierve la venganza, y el vendaval del odio azota el rostro de tus cobardes asesinos.


Levántate, que hay un millón de hermanos tuyos prestos a la guerrilla, esperando el tronar embriagante de tu alarido reivindicador. 


Levántate, que aún te esperan Las Segovias verdeantes para darte su abrazo de esperanza; aún te espera la montaña nicaragüense, para repetir con sus ecos el grito de tu fusil.


*Publicado en el periódico "Avanzada". Órgano del Centro Universitario de Managua. Semanario de la Causa Universitaria que es a la vez la Causa del Pueblo y la Libertad. Lema: CULTURA, JUSTICIA, PATRIA. Managua, 11 de Junio de 1947. 
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