viernes, 8 de agosto de 2014

CÓMO VE UN YANQUI LA BATALLA DEL COYOTEPE. Por Pedro Rafael Gutiérrez. 7 de Noviembre de 1976.

Nota del Director-Editor del Blogspot: 

Sobre el trágico y heroico episodio del General y Doctor Benjamín Zeledón, acaecido durante la "Guerra de Mena", en fecha anterior publicamos el artículo de Don Juan Ramón Avilés: "Lo que cuenta el clarín de órdenes del General Benjamín Zeledón". Pueden localizarlo con la etiqueta que lleva el nombre del Héroe Nacional. 

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La otra cara de la Historia

CÓMO VE UN YANQUI LA BATALLA DEL COYOTEPE. Por: Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Prensa, 7 de Noviembre de 1976.

* La acción duró 37 minutos
* Muerte de Zeledón: otra versión

Nota de la Prensa: A partir de un reportaje sobre el Tren de los Pueblo, el General Benjamín Zeledón se convirtió en el centro de una polémica, en la que se han expresado muchísimas ideas aparentemente irreconciliables. Los hombres que estuvieron frente a frente en la Guerra de Mena, siguen haciéndolo cuando toman la pluma para referirse a ella. Ahora presentamos, traducido por nuestro colaborador, un capítulo del libro no publicado aún “La Intervención Militar Norteamericana en Nicaragua, 1909 – 1932”, que fue la tesis de grado del doctor Vernon Edgard Megee, de The University of Texas, quien en forma mucho menos apasionada y amparado por una extraordinaria bibliografía, se refiere en el Capítulo III de su obra a “La Batalla del Coyotepe”.

Una poderosa fuerza de insurgentes bajo el mando de Zeledón, continuó manteniendo sus posiciones en Masaya, dominando la ciudad y el ferrocarril. El dos de octubre (1912), Pendleton retiró parte de su fuerza de Granada, saliendo el tren fuera de Masaya al amparo de la oscuridad, mientras era protegido por las posiciones del oeste del Coyotepe. Pendleton ( envió un ultimátum a Zeledón conminándole a retirarse, pero este lo rechazó. Durante las siguientes horas de la madrugada, la única batería de la marina, de tres cañones de tres pulgadas de calibre llevaron a cabo un caprichoso e inefectivo bombardeo a las fuerzas rebeldes acantonadas en la colina. Ningún tiro fue disparado en contestación; ningún soldado se veía apostado en los parapetos. Zeledón estaba evidentemente tranquilo e inmóvil. Entonces Pendleton decidió llevar a cabo una acción más drástica para echarlo.

Moviendo sus tropas secretamente a nuevas posiciones al este y al sur del Coyotepe. Pendleton lanzó un total ataque al amanecer del 4 de Octubre. El Mayor McKelvy, comandó el Primer Batallón de Marinos, fue colocado en el centro para dirigir el ataque. El Tercer Batallón compuesta de tropas mixtas, fue colocado a la derecha y el Batallón Panameño de Buttler, con una compañía de marinos con el apoyo de la artillería, tomaron posiciones a la izquierda, en el flanco sur-este.

El ataque comenzó a las 5 y 30 de la madrugada, sin una previa intervención de artillería, tomando a los rebeldes completamente por sorpresa. La infantería y la marina cargaron contra El Coyotepe en un movimiento de “pinzas” bajo un fuego ardiente” (que pudo no haber sido muy preciso) exagerando el valor de las posiciones rebeldes. Los defensores habían cambiado sus defensas a las fortificaciones de la colina opuesta. La Barranca, con devastador efecto. La batalla había terminado después de 37 minutos. Los rebeldes, totalmente derrotados, huyeron hacia la ciudad de Masaya, llevando consigo sesenta muertos. Cuatro americanos fueron muertos en el combate y catorce resultaron heridos. [1]

El Ejército Nacionalista de Nicaragua, que se había en una forma u otra desmoralizado al tratar de obtener posiciones en el planeado asalto, ahora cargó contra los derrotados rebeldes en las calles y casas de la ciudad. Los marinos, tomando un descanso en la cima del Coyotepe, estaban ahora como espectadores de la matanza que hacían las tropas del gobierno. Después de que el fuego cesó y antes de que el inevitable saqueo y borrachera fuera más lejos, Buttler marchó con su batallón a Masaya para restablecer el orden. Se reportó posteriormente que Zeledón  había sido muerto por uno de sus propios hombres, en un decisivo y final voto de desconfianza. (Otras fuentes afirman que Zeledón abandonó el campo herido, que fue apresado diez millas al sur de Masaya y muerto por una patrulla federal de caballería[2] y otras que murió enfrentado a sus perseguidores en un intercambio de fuego).

FUERZAS ESTABAN EQUILIBRADAS

Los rebeldes en sus fortificaciones tenían alrededor de 800 hombres. Los americanos habían reunido un número aproximadamente igual para el último asalto. El ejército de Zeledón tenía a su favor la ventaja de sus fortificaciones; los marinos estaban mejor armados y  eran más disciplinados. De haber sido capaces los rebeldes de mantener un fuego preciso y  disciplinado, pocos marinos habrían llegado con vida a los parapetos. El experimentado Coronel Pendleton había corrido el riesgo de estimar muy mala la puntería del enemigo; él se jugó la batalla en base a una sorpresa táctica y ganó. El encomendó todo a sus tres batallones sin dejar absolutamente nada de reserva. De haber seguido las estrictas normas académica nunca se hubiera cometido este descuido, pero él no habría ganado la batalla.

Los integrantes del Cuerpo de Marina de 1912, aunque dirigidos por una oficialidad, estaban constituidos por un fuerte núcleo de “soldados tropicales” que habían escenificado diversas escaramuzas en toda el área del Caribe y la Costa de China, desde los días de la Guerra Hispano-Americana. Estos veteranos formaban la columna vertebral del regimiento del día, organizado a la carrera. Ellos sumaban a medio entrenados reclutas, que tenían una lengua cáustica y un coraje y temeridad a toda prueba y rápidamente aprendieron las trampas del oficio. Estos eran en su mayoría los hombres con los que Pendleton tenía que jugarse la suerte.

Los marinos fueron armados a partir de 1906, con un rifle Springfield de repetición y fueron muy aptos en su uso. Pequeños cañones para la artillería y unas primitivas ametralladoras Colt que ellos consideraban como armamento auxiliar, no bastaban cuando las apuestas a su favor estuvieran bajas. Los marinos son antes que nada, un cuerpo de rifleros. Por su demostrada habilidad como tiradores de gran puntería los veteranos fueron armados con viejos rifles de un solo tiro, con los que ellos habían tenido grandes éxitos en sus “guerras de banano”. Su conocimiento sobre las capacidades del enemigo, no fue desestimada a pesar de su inexperiencia en otros aspectos.

La Batalla del Coyotepe, analizada bajo un criterio profesional, puede que sea juzgada como una simple escaramuza, decisiva sin embargo en la primera campaña en Nicaragua. En otro modo de ver las cosas, es notable que en los anales del cuerpo de Marina aparezca esta como la única operación de guerrilla en que simultáneamente un regimiento de marina estuvo bajo fuego. Los marinos tradicionalmente desarrollan un tipo de guerra en pequeños comandos, una patrulla, un pelotón, o una compañía, ocasionalmente un batallón, pero nunca antes del Coyotepe, un regimiento entero había sido requerido para tomar una determinada posición enemiga en un determinado lugar y al mismo tiempo.

EL BALANCE FINAL

El período activo de las operaciones militares en Nicaragua duró cuatro meses. 1.400 infantes y 1.000 marinos fueron necesarios para proteger las operaciones del ferrocarril, y al final empleados para ayudar al gobierno a terminar con la rebelión de Mena. Esta efectiva intervención en los asuntos internos de Nicaragua fue hecha a un elevado costo: siete americanos muertos y veintiocho heridos; ciento veintitrés nicaragüense fueron reportados como muertos por los marinos de Estados Unidos y un número indeterminado de heridos. El Secretario de Marina comentó: “La pérdida de siete marinos muertos es deplorable, pero las operaciones en que cuyas vidas fueron sacrificadas, era necesarias ante la evidente obligación de este gobierno de proteger los más altos intereses de la humanidad”. [3]





[1] Marines in Nicaragua, 14 – 14. How the Marines Took The Coyotepe Hill, Literary  Digest, Nov. 9, 1912. Pgs. 862-864.
[2] Anna I. Powell, Relationes Between the United States and Nicaragua, 1899-1925. Obra no publicada. Tesis de Doctoramiento, Universidad de Texas, pp. 162.
[3] Report of tha Secretary of Navy, 1912. Washington 1912, p. 13.

Metcalf. A History of the United States Marine Corps.
Lowell Thomas Old Gimlet Eye
Metcalf. The United States Marines in Nicaragua
Report of the Mayor Gneral Commandant of the Marine Corps, 1912.
Cox. Nicaragua and tha United States.

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