domingo, 26 de octubre de 2014

CÓMO MURIÓ JULIO ALONSO LECLAIR. Por: Jesús Miguel Blandón. En: Oposición, No 11. 1963.

CÓMO MURIÓ JULIO ALONSO LECLAIR. Por Jesús Miguel Blandón. En: Oposición*, N° 11. 1963.

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(Matagalpa, 1910 - 1961)

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REZANDO AL DR. ARGUELLO

Difícilmente se hubiera podido alguien imaginar, allá por los días del 40, que aquel sereno profesor que daba clase en la Escuela de pueblecito segoviano de San Ramón, se convirtiera por más de 15 años en una pesadilla para la familia del dictador Somoza. Julio Alonso Leclair se aburrió al fin de dar clase, y se matriculó en la Academia Militar, que en ese tiempo era regentada por los yanquis. Así fue como Alonso salió en la segunda promoción de cadetes, y su diploma lo firmó la Misión Militar Norteamericana. Corría el año 47, y ya se vislumbraba en el panorama nacional, la fatal influencia del General Anastasio Somoza García; el día del golpe de estado, Julio Alonso no se presentó inmediatamente a la Comandancia de Matagalpa, sino que mandó al Dr. Narciso González a ver si sus compañeros oficiales lo habían hecho; el Dr. González vino a decirle que se presentara inmediatamente pues solo él faltaba.

A los pocos meses se planeó un movimiento en que tomarían parte los que respaldaban al gobierno constitucional del Dr. Argüello. Alonso, que era comandante de Boaco, se puso en contacto con los elementos opositores del Dr. Artiles. Él se tenía que levantar con todos los guardias que se hallaban bajo sus órdenes, llevarían así mismo todas las armas que tuvieran y el Dr. Artiles les proporcionaría la gente que los acompañaría. El movimiento estaba sincronizado con otros en Matagalpa y otras guarniciones del país.

TRAICIONADOS

Aquella tarde, en un camión manejado por el oficial retirado Julio Tapia, se paró frente al cuartel de Boaco. Alonso y sus guardias más allegados montaron en él y cogieron rumbo al empalme con la carretera a Managua. Al llegar vieron que no estaba ni el Dr. Artiles, ni la gente que vendría de Matagalpa para tomar la Aviación de Managua. Al poco tiempo de estar allí supieron que los conjurados en Matagalpa habían entregado el movimiento. Viendo que ya no podía volver a Boaco, Alonso ordenó a sus guardias, que regresaran al cuartel y que dijeran que habían sido llevados engañados por él (comenzaba a tener aquella preocupación por sus subalternos que siempre lo caracterizó, y que muchos años más tarde sería la causa de su muerte).

Ya solo, se mantuvo escondido en una finca por un tiempo, luego llegó a Managua y estuvo oculto durante un año en casa de su esposa Doña Luz Marina García de Alonso, hasta que salió clandestinamente del país en compañía de otro conjurado. Toño Orué; fueron sacados por el Dr. Francisco Navarro. Llegaron a Honduras donde los recibió don Toribio Tijerino (recientemente fallecido); allí, en su hacienda trabajaron durante mucho tiempo; luego don Toribio los mandó a Costa Rica donde inmediatamente ingresaron en la Legión del Caribe. En tierra costarricense se dio cuenta de que el jefe de los exiliados, Rosendo Argüello, dilapidaba los reales del movimiento por lo que decidió hacer un incursión solo en Nicaragua. Cargaron un yipón (sic) pero Argüello se opuso y los denunció y fueron apresados en la frontera; pasó un mes prisionero y luego fue deportado a Guatemala.

ENTRENÓ A LOS DE LUPERÓN

En Guatemala entrenó a los legionarios que iban a luchar contra Trujillo, en República Dominicana y que caerían muertos en Luperón. (Teniente Ramírez, etc.)[1]. Luego se vino a El Salvador donde trabajó mucho tiempo en un beneficio de café, y luego en la Casa Bengoa. “En ese tiempo, nos dice su esposa, nos mandaba dinero a mí y a mis hijos, y hasta se llevó a Julio César (el hijo mayor), que estuvo un año con él en la capital salvadoreña”. Después vino la muerte del General Somoza; en las declaraciones Cornelio Silva dijo que se había conectado en El Salvador con Alonso, quien le había dicho que llegara a Matagalpa, que su esposa le entregaría una carta en clave, y que le daría dinero. Esto dio lugar a que la señora Alonso fuera hecha prisionera y sufriera la crudeza de esos días aciagos.

LA MUERTE DE RAUDALES

Alonso pasa después a Honduras; en la captura del avión en Miami estaban complicados Rivas Gómez, Alí Sálomon, Ubilla Vaca, Manuel Gómez, Alonso y Raudales. Al ser apresados algunos compañeros en Olancho, Raudales y él se fueron nuevamente a los cortes de las haciendas de Dn. Toribio Tijerino. Poco después se meten a territorio nicaragüense con Raudales en la jefatura y él como segundo jefe. Allí venía también Manuel Baldizón, quien al ver caer al viejo jefe sandinista cargó con él hasta ponerlo fuera del alcance de la Guardia (Batalla del Corozo) Baldizón y Alonso Leclair le dieron sepultura en el corazón de la montaña. Participó luego abasteciendo a los muchachos del Chaparral, (donde murió Baldizón); y después hizo numerosas incursiones en compañía del también general sandinista Heriberto Reyes. Se tomaron muchos pueblos de la frontera, y siempre Julio Alonso cuidó a sus hombres como un padre severo pero cuidadoso. Hasta cuentan que un día escapó de perder la vida en Santa Clara, pues por estar curando a un guardia malherido, por poco los sorprende el grueso de la patrulla.

Quizá el combate que se le dio más publicidad fue al de la toma del pueblo de Susucuyán; allí capturaron al ciudadano norteamericano Mir. Capps a quien llevaron como rehén por varios días.

EL PACTO DE LOS GUERRILLEROS

En 1959, los principales revolucionarios nicaragüenses, Indalecio Pastora, Hernán Argüello, Julio Alonso Leclair y Heriberto Reyes hacen pacto para luchar juntos y de manera sincronizada, en un afán de botar de una vez por todas a la dictadura (de este pacto se dio cuenta personalmente el que escribe).

Desde Honduras manda Julio Alonso, la que sería su última misiva llena de amarguras, a su hijo Carlos; (nosotros tuvimos oportunidad de verla personalmente), en ella le decía más o menos lo siguiente: “Tu mamá tiene razón al decirte que no te metas en política; la gente no corresponde; estudia y después haz de tu vida lo que mejor te convenga. He luchado mucho y me siento que he perdido todo, que vivo perseguido y fuera de la ley, cualquiera se puede ganar un buen dinero entregando mi cabeza. Aquí soy poco menos que m…; me siento fracasado como padre y como patriota pero jugaré mi última carta”.

Llevose a cabo el plan de unión. Indalecio Pastora apoyó el golpe de Jinotepe y Diriamba. Alonso y Reyes penetraron a Nicaragua por Las Trojas y Teotecacinte, (eso fue en Noviembre). Cuando su hijo viajó a Honduras no lo encontró. Al fallar el golpe de Carazo los guerrilleros intentaron tender una emboscada a Luis Somoza, que iban a la frontera a entregar el territorio en Litigio, pero después consideraron que no iban a ser apoyados por el pueblo, que creerían que le estaban haciendo el juego a los hondureños, y además porque la gente que le había prometido el frente interno como siempre, nunca llegó.

MURIÓ SALVANDO A SU GENTE

Una mañana llegó el Pelón Alonso (como cariñosamente le llamaban) con sus hombres a una choza abandonada; mandaron a un muchacho a buscar comida. Ya iban de regreso a Honduras, cansados de esperar los refuerzos que nunca llegaban. Iban allí Enrique Montoya, Gustavo Vílchez, Jesús Ló, Lenín Frixione y muchos más. El muchacho que busca la comida fue capturado por un pelotón de la Guardia y se le obligó a llevarlos donde estaban todos los rebeldes. La guardia cercó la casa; en el infernal tiroteo murieron muchos (entre ellos Jesús “Chuno López” que se acababa de bachillerar en el Instituto de Matagalpa), otros fueron capturados. Alonso logró abrir una brecha y huyó con vario de sus hombres. Iban con él, Julio Velázquez, Montoya, Vílchez. Llegaron a un lugar llamado El Guano; como vieran que la Guardia los seguía de cerca Alonso ordenó a su gente que se adelantara mientras él los protegía con su ametralladora. Al principio hubo protestas pues todos eran muchachos valientes, pero ante la decisión de su jefe aceptaron.

Velázquez logró salir; Montoya y Vílchez fueron tiroteados. En cuanto a Alonso Leclair, cuando los guardias dejaron de disparar su cadáver estaba irreconocible. Lo habían masacrado completamente. Ellos mismos no estaban seguros de que era él, porque el comunicado oficial decía “un individuo recio, rubio, que parece ser el conocido aventurero Julio Alonso…”.

El día que murió el guerrillero, se sentía en Matagalpa una atmósfera de tristeza. Todos cifraban grandes esperanzas en el Pelón; tantas veces había buscado la muerte que parecía imposible que hubiera muerto. Ese día yo, vi llorar a varios hombres que lo conocieron, a muchos muchachos que lucharon a su lado y hasta los que no le conocimos más que de oídas, sentimos como si hubiera muerto una parte de la patria.

Alonso había adquirido gran prestigio en La Habana y Centroamérica, como gran táctico y estratégico, experto en guerrillas; hasta el día de su muerte nunca le habían matado un hombre. La Radio Cubana le dedicó programación especial; lo mismo que la colonia nicaragüense de EE.UU., El Salvador y resto de Centroamérica.

Había terminado para los Somoza una pesadilla de 15 años. 
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[1] Nota de Redacción del Blogspot: Los héroes nicaragüenses muertos en la acción  de Luperón, fueron los Tenientes ex G.N.,  Alejandro Ramírez y Alejandro Selva. También participó y sobrevivió el nicaragüense José Félix Córdoba Boniche.

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* Oposición, Semanario impreso en la Imprenta Democrática. Publicado por primera vez en el año 1962. Sus Directores-Redactores: Rolando Avendaña Sandino y Jesús Miguel Blandón. Lema: Primer Semanario Político del País.

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