viernes, 17 de octubre de 2014

MEDIA VARA NO ES DESPLOME... PESAS Y MEDIDAS DE NUESTRO PUEBLO. Por: Pedro Rafael Gutiérrez.

Media vara no es  desplome

PESAS Y MEDIDAS DE NUESTRO  PUEBLO. Por: Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Prensa, 27 de Marzo de 1977.


* Mil y un nombre del Córdoba
* A ojo de buen cubero
* La cuarta: según la mano
* Pesas: para comprar y vender

Mientras algunos de los países más industrializados se debaten por la adopción del sistema métrico decimal, como un intento de solución a la pluralidad de medidas en el mundo de hoy, el nicaragüense hace uso de pintorescas unidades de longitud o superficie cuyos patrones son sus propias manos o el largo de un paso.

Inglaterra parece que va a sufrir un tremendo trauma cuando resuelva adoptar como media el metro, en lista de los ingleses tienen una veneración a la pulgada, comparada únicamente al respeto que le infunde la corona o los informes del Times.

Los norteamericanos se baten con millas en las carreteras y no obstante que su moneda está fraccionada bajo el sistema decimal, la libra y el pie constituyen una costumbre que va a ser difícil desterrar.

El mundo científico habla de micrones, años luz y otras medidas que escapan a la mentalidad popular, mientras el imaginativo nicaragüense considera que “una uña” es una unidad de longitud que basta para nuestras operaciones y las distancias parecen medirse por la expresión “a la vueltecita” que puede significar indistintamente que determinado sitio está cerca o a varias leguas.

Consumidores de desperdicios como somos desde hace siglos, los tarros vacíos se han impuesto como medida para líquidos, y la armoniosa balanza de jícara desafía al tiempo y a las precisas básculas sin resortes.

SEGÚN LA MANO…

Desprovistos de prejuicios, nuestro pueblo parece ignorar el patrón del metro, guardado de todo tipo de inclemencias, en aire acondicionado y en un local a prueba de estirones.

Llevamos en nosotros unidades de medida y la “cuarta” y el “jeme” constituyen referencias muy respetables de longitud, con las que se compra y se vende; unidades de medida que por cierto está determinadas por el largo de los dedos y la habilidad que se tenga de estirarlos.

Preguntas sobre la longitud en pulgadas de un jeme se contestan con otra interrogación, acompañada de un encogimiento de hombros: “Según la mano”, es la respuesta a quien inquiere sobre la exacta longitud de un jeme, comprendido en ese ángulo indescifrable del pulgar y del índice, bajo cuyas arcadas se resuelve la medida de maderas y telas. La fórmula de la longitud de la hipotenusa en función de los catetos no significa absolutamente nada.

LA HAMACA: CURIOSA UNIDAD DE VOLUMEN

El Mercado Oriental bulle de sabor popular. Se vive el folklore hasta en la forma de ofrecer la mercancía y es increíble la cantidad de unidades de peso y medidas que el pueblo ha diseñado, sin ninguna reglamentación oficial, para el efervescente mercadeo de los artículos de consumo popular.

Desde la expresión “una mano” que significa en materia de cítricos cinco naranjas o limones, un “puño” escapa a toda definición y es lo que alcanza en la mano cerrada, usado en la medida de frutas pequeñas como nancites o jocotes.

“La hamaca” es una medida, increíblemente útil, que se emplea para la pesa de tubérculos, en cuya venta las alegres comadres del Oriental y de cualquier mercado popular del país, ponen un sigilo tremendo.

Es un trapo que es una miniatura de una hamaca, cuyas dimensiones son un verdadero secreto que por cierto no pudimos descubrir.

No importa el precio del día, del tamaño de la hamaca ni se estira ni se encoge, cuando yucas o quequisques se miden en una operación rapidísima en la que no intervienen las pulcras balanzas de transistores de los supermercados.

EL MONTÓN… ES UNA TONELADA

Cuando don Pablo Levy escribió su geografía económica nicaragüense tuvo que haber disfrutado con su agudo espíritu de observación, del inagotable tema de las pesas y medidas, que por cierto habían sido sancionadas oficialmente por un largo y enjundioso decreto del 18 de septiembre de 1857.

Muchas medidas, herencia de la colonia y otras introducidas por el fugaz reinado de los filibusteros, estaban arraigadas en el comercio del pueblo, para quien tenía un valor de precisión tomar una pizca de sal o un dedo de ruibarbo para elaborar una receta médica.

Hay una medida igualmente curiosa, con la que se establece la producción en las minas y que es “el montón”, equivalente a una tonelada métrica que no se llama por su nombre propio por razones desconocidas.

El señor Levy en una exhaustiva revisión de los usos y costumbres de los nicaragüenses, dejó abundantes referencias al sistema de pesas y medidas del país, entre ellas “la caballería” que él logró fijar en su época como una superficie de terreno limitada por una lado en 1.136 varas y otro equivalente exactamente a la mitad, que en todo caso tuvo su origen en la cantidad de tierra que se podía arar en un solo día, valiéndose de un caballo como sistema de tracción.

De la enorme cantidad de medidas, recogimos algunas que tienen gran actualidad en las operaciones de intercambio y que viven a espaldas de las Naciones Unidas por introducir en el mundo, el sistema métrico decimal.

LA MANO: medida para frutos. Tres en una y dos en la otra.

EL MOÑO: generalmente de ocho a diez cebollas de tamaño regular.

LA RISTRA: Una docena de ajos, aproximadamente. Se usa también para la venta de ciertas flores.

LA CUARTA: Elástica medida que sirve tanto para longitud como para volumen y que tiene una especial valoración en la medida de guaro.

PIZCA: Probablemente unos cinco gramos de sal, dependiendo como en muchos otros caso, del tamaño del dedo.

LA LATA: Usada para líquidos y sólidos. Equivale a cinco galones y se usa como medida corriente del carbón.

MANOJO: Amplísima unidad para la venta de leña, sujeta como en otros casos al tamaño de la raja.

SACO: Aproximadamente un quintal cuando se trata de papas. El tamaño del saco, puede ser motivo de serias disputas en los animados pasillos de cualquier mercado nicaragüense.

CAJA: Medida para granos, con seis medios de capacidad.

JEME: Medida de longitud limitada por el índice y el dedo gordo.

CUARTA: Medida que abarca desde el dedo gordo hasta el meñique.

BRAZADA: Medida personalísima del esternón hasta la punta de los dedos.

BORDONADA: Dos varas.

DEDO: Desde media, hasta tres cuarto de pulgada. Usada por carpinteros y costureras.

FLETE: Una carretada, supuestamente equivalente a un metro cúbico.

BULTO: Media artificiosa para forrajes.

PAR: Sencillamente dos cuajadas.

CODO: Aproximadamente veinticuatro pulgadas.

SUERTE: Cien surcos de caña de 100 varas de largo cada uno.

MEDIO: Medida popular consistente en un recipiente de madera que tiene 25 centímetros de lado por la mitad de alto. En los cafetales se usan generalmente dos tipos de medio. Uno grande para recibir a los cortadores el café y otro más pequeño para venderlo.

CELEMÍN: Equivalente a dos medios.

FANEGA: Veinticuatro medios.

PIPA: Medida para líquidos equivalente a 48 galones.

ARROBA: El equivalente a ocho arrobas. La carga de sal, por razones desconocidas para nosotros, equivale a diez arrobas.

CARGA DE AGUA: Aproximadamente diez galones.

LA MONEDA, BAUTIZOS MÚLTIPLES

La moneda, como medida de intercambio, recibe una cantidad inmensa de nombres, de las que se conservan a nivel de fósiles algunas expresiones que no tienen hoy el significado de hace años.

El chelín macho, el real con hoyo, las chinas y los chancheros, han sido abandonados por la generación actual, que en una forma u otra identifica al dinero como los chambulines, plata, lana, reales, bollos e incluso centavos.

El córdoba, orgulloso sucedáneo del cacao de nuestros antepasados, cambia de nombres y podría hacerse todo un diccionario con los diferentes apodos que recibe.

Esta parece ser una reacción contra la tontería de muchos, que fijan los precios de determinados servicios en dólares, probablemente bajo la influencia del consumo de gaseosas, la ingestión de hot dog y la pesadilla de nuestros empréstitos.

El Córdoba recibe, entre tantos otros nombres los siguientes nombres familiares: Peso, Maduro, Tuza, Nápiros, Tayules, Persián, Lapa, Vara, Coco, Bola, Yuca, Cáscara, Caña y, desde luego, Bamba, nombre popularizado por don Julio Vivas Benard.

El pueblo usa esta medidas, con absoluta indiferencia hacia quienes establecieron el patrón oro o que protegen como una reliquia, la barra de platino que se conserva en Sévres y que demos considerar como el metro exacto, equivalente a la diezmillonésima parte de un cuadrante del meridiano terrestre.

Frases que no dicen absolutamente nada, cuando un nica decide medirnos las costillas.

FOLKLORE EN NUESTRAS PESAS Y MEDIDAS. Por: Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Noticia, 1963.

Rebosando de grasa y buen humor, una alegre vendedora del mercado se presentó en Radio Managua exponiendo que la vida estaba por las nubes, dando como ejemplo el hecho de que el PESO de cebolla estaba carísimo.

Ninguna presuntuosa tabla de equivalencia de pesas y medidas podría registrar la verborrea de la quejosa, salpicada de frases, palabras y giros que no veremos en muchos años registrados en las páginas vírgenes del Diccionario de la Real Academia.

Y mientras en este país se usaba indistintamente el sistema métrico decimal para la compra de cueros  y pieles, un sistema típicamente nicaragüense invitaba a la realización de lo que los intelectualoides llamarían Apuntes para un Ensayo sobre los Pesos y Medidas Nicaragüenses, sin más bibliografía en nuestro caso que la prodigiosa memoria de la voluminosa visitante, que nos expuso que mientras no cogiera agua la nube, no podría volver a los viejos tiempos en que la bolsa de su delantal andaba cargada.

Pocas monedas reciben tantos nombres como nuestro Córdoba, llamado de primera instancia con el segundo apellido del tipo a quien se trató de honrar, como para achacar a su mamá los tambaleos de nuestra economía.

Así, en círculos que visitan muy poco los clubs, pero si las alegres y apretadas calles de nuestros mercados, el pobre córdoba es llamado Peso, Maduro, Tuza, Nápiro, Tayul, Vara, Maracandaca, Lapa y Estaca y en un sentido más genérico, como sinónimo de moneda: Plata, Venga a nos, Chambulines, Pastilla, Chelín Macho, la Vida, Peroles y más modernamente Lana, acusando la influencia de las películas mexicanas de quintos y sextos patios.

Un pueblo como el nuestro, que cuando lo amenaza la quiebra dice no tener ni medio, hace de su sistema de pesas y medidas un chacuatol, cuya especificaciones no han sido recogidas sistemáticamente todavía, aunque la boca de una ilustre representante de Wall Street Oriental o del Bóer, es suficiente aporte a un lenguaje muy nicaragüense, del que se afrentan los académicos y ante el que abren los ojos los profanos en el extraordinario placer de comprar en el mercado pidiendo vendaje.

Una curiosa medida, que abarca tanto el espacio como el tiempo, establece para nuestros campesinos la Tarea, unidad de superficie que generalmente va desde la mañanita hasta que aprieta el sol. Y  parecida es la Fajina, medida con unidades relativas a la Nectárea, la más universal de nuestras medidas, con sus múltiplos y submúltiplos, y la Manzana, la Hectárea, la Caballería, unidades de medidas a Bordonadas, palo que maneja con especial práctica el campesino para medir su trabajo, equivalente a la Brazada, que introdujeron en provincia una unidad para comprar y vender telas.

Una de las medidas más típicamente nicaragüense, resulta el Viaje, Unidad relativa generalmente a la compra de agua, que recuerda el burro y las latas de agua, que también se emplea para el zacate o el huate.

Lata es una nueva expresión, derivada de la costumbre nicaragüense de valorizar los envases vacíos –por falta de una industria de verdad— y que hace que en el mercado sea de gran importancia la venta de cajas vacías, botellas usadas  y latas de conservas convertidas en candiles, pocillos y picheles.

El viaje, reducido al sistema métrico decimal, un sistema sin gracia y sin poesía, equivale aproximadamente a diez galones.

Pero dentro del marcador, en los precios que acostumbre visitar la exuberancia visitante, que nos describió en Radio Managua la economía nacional, con palabras y giros no usados por el Banco Central, en esos pisos sin mármol y linóleo, se usan expresiones genuinamente nicaragüenses en materia de pesas y medidas como la Hamaca, una medida arbitraria usada como unidad de venta de la yuca y el quequisque y que sabe Dios cuánto representa en decímetros cúbicos. Y luego compre guaro, manteca o gas por Cuartas, frijoles por Medio y Cuartillo, Cebollas por Cuarto, naranjas o limones por Mano, leche por Taza, equivalente a 250 centímetros cúbicos, mamones por Piña; Tomates por Caja, sebo y manteca por Lata, jocotes por Puño, plátanos y leña por Flete, ajos y condimentos por Ristra o por Barba, especies verdes por Manojo, Tomates por Plato y Platillo, arroz y frijoles por Fanega, chinge por Cumba y cebollas por Peso.

Sobre esta última palabra, hay una precisa medida, digna del mejor laboratorio de física.


Un peso de cebolla, de acuerdo a la terminología de Mercado son 48 contadas de a cuatro. Medida en que intervienen las manos. Y un Flete, no son sino 10 pesos de cebolla, que así se vende y compra en este país, donde todo se pone por las nubes y en el que la gente languidece, mientras no se componga la cosa y mientras los tachos hagan lo que quieran allá arriba. 

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