miércoles, 15 de octubre de 2014

"YO LLEVÉ A SOMOZA A LA PRIMERA CITA CON LA DINORAH SAMPSON". 6 de Agosto de 1980.

ASISTIÓ A LA PRIMERA CITA DE SOMOZA CON LA DINORAH. En: El Nuevo Diario, 6 de Agosto de 1980.

Wálter de Jesús Hernández Navas: "Somoza iba mucho con la Dinorah a Montelimar, al Intercontinental, y, algunas veces, a "Los Ranchos":
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* 8 Años de chofer y nunca pudo hablar con el tirano.

* Tabique de vidrio y en caso de ataque acelerar.

* Las “tertulias” y los amigos que visitaba.

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“La primera vez que Somoza se entrevistó con la Dinorah fue en un chalet viejo que está situado frente al Aeropuerto Las Mercedes. Ese chalet se llamaba “Los Cocos”… Eso fue hace más de diez años y después a ella, no sé por qué, le decían “la Primer Ministro”.

Amplios detalles sobre la intensa vida “social” que tras bambalina llevó en Nicaragua el criminal Anastasio Somoza, fueron ofrecidos ayer en los Tribunales Especiales de Justicia por el reo Wálter de Jesús Hernández Navas, a quien se puede considerar el sirviente de mayor confianza de la dinastía y su familia.

Como chofer personal de la familia Somoza a Hernández Navas le tocó ser la sombra de Carolina, una de las hijas del tirano, lo mismo que desempeñar ese quehacer en amparo de Somoza, con la esposa legítima y también de la escandalosa amante del genocida, Dinorah Sampson.

“Yo fui chofer personal de Somoza desde el tres de abril de 1972 y llegué a ese puesto porque tenía como treinta años de manejar sin haber tenido ningún accidente. En realidad, también llegué a ese cargo porque el chofer anterior, Gilberto Blanco Navarro, sufrió un accidente y ya no podía manejar.

NUNCA HABLÓ CON EL TIRANO

“Las instrucciones que tenía cuando manejaba para Somoza era ante todo permanecer sentado en el vehículo, no fumar ni dirigir la palabra al General. En caso de que el convoy  fuera atacado tenía la orden inmediata de acelerar al máximo”.

“El carro del General estaba provisto de un tabique de vidrio por lo cual era imposible oír lo que platicaba y dirigirle la palabra. Durante tantos años nunca le pude hablar y sólo me limitaba a darle los “buenos días”. El ayudante personal me decía que para hablar con Somoza tenía primero que contar con su permiso”.

“Yo trabajaba como chofer personal del General, día de por medio. Las actividades ordinarias de Somoza eran ir a la oficina que quedaba en el Bunker y la mayor parte de las veces comía en los lugares donde trabajaba porque ya en esos lugares había un cuque que le preparaba los alimentos y todo un equipo cuidaba de su persona”, señaló Hernández.

Haciendo vivos recuerdos de los buenos tiempos del tirano, el reo agregó:

“La actividad social del General era extensa. Pero la Dinorah ocupaba la mayor parte de ella. Sin embargo también visitaba, a veces solo y a veces con ella, a diferentes amigos.

LAS “TERTULIAS” DE SOMOZA

“A veces iba donde Frank Kelly, otras a la casa del gerente de la “Mercedes Benz, Benjamín Elizondo. Por el sector de la Casa Nazaret visitaba al Ministro de Salubridad y también a Edmundo Bernheim. También iba a “Las Colinas”, a casa de Roberto Martínez y otro de apellido “Checa”.

“La velocidad corriente a que debía manejarse el vehículo era de 80 kilómetros. A veces el ayudante me decía de antemano las calles que íbamos a tomar, en otras era la Seguridad la que me daba esas instrucciones.

“La patrulla que acompañaba a Somoza estaba conformado de la siguiente manera: adelante iba una radiopatrulla, después una camioneta de la Seguridad, después el carro de Somoza, luego otra camioneta de la Seguridad también, luego venía el “ciempiés” y más allá otra camioneta en donde iban hombres vestidos de overol”.

CON CHANO AGUERRI

En animada conversación con Chanito Aguerri (Padre) y Orlando Meza Lira, el Secretario de Información y Prensa, General Róger Bermúdez...
Retomando el tema de las amistades que visitaba el tirano, Wálter de Jesús fue señalando los nombres: “El General, además de los que ya he mencionado, visitaba a Chano Aguerri, a un señor de apellido Sánchez y a otro que le decían “El Porro”. Esas dos personas vivían en “Las Colinas”.

“En Jinotepe visitaba al alcalde que vivía del Mercado con rumbo a Santa Teresa  y cuyo nombre era Tomás Guevara. Con la Dinorah iba mucho a Montelimar, allí era donde ella hacía sus fiestas. En Poneloya visitaba la casa de Cuco Sánchez, en Masaya las casas de Cornelio y Orlando Montenegro. En Jinotepe al que le decían “profesor” Francisco Chavarría, en Corinto visitaba a Tommy Thompson, que era el gerente de la Portuaria. En Granada sólo visitaba a Lorenzo Guerrero, en Rivas a Urcuyo Maliaños. En cambio a Argeñal Papi que vivía en León nunca lo visitó.

“A veces, cuando las cosas estaban normales, el general viajaba a Chinandega a ver a la Irma Guerrero y a Piero Coen”.

LOS QUE INTEGRABAN “EL CORTEJO”

Haciendo una descripción del convoy que acompañaba permanentemente a Somoza, el reo señaló algunos nombres.

“Recuerdo que en la radiopatrulla iban Alejandro Gámez y un Larios que eran policías de tráfico. En la camioneta de la Seguridad iban Jorge Grande, Efrel López, Abelardo Coronado, Diómedes, que era raso, Armengol Silva. En otro vehículo de la Seguridad recuerdo a Hernán Lozano y un tal Betancourt.

“Los ayudantes eran Jerónimo Linarte, Victorino Lara, Mauricio Romero Meza. En el “ciempiés” viajaban Antenor Carrasco, que era el jefe del grupo, Inocente Bermúdez, Victorino García, Miguel Areas y otro de apellido Gutiérrez. A los que iban uniformados no los conocía pero eran los “Pumas”.

“También viajaban en el convoy el enfermero que era Raymundo Romero, una muchacha a la que le decían “Señora Cisne” y que era la que atendía a Somoza. También caminaba un radio-operador que era Concepción Saballos, y el médico personal del General que era el doctor Raúl Lagos.

“En los últimos meses llevábamos a Somoza a la Loma, allí tomaba un helicóptero y yo tenía el encargo de quedarme esperando. Durante estos meses siempre lo vi igual, el General conservaba su mismo carácter”.

TERMINA ABJURANDO DE SOMOZA

Cuando el reo comunicó al Tribunal que había tenido un llamado de Carlos Alvarado Hernández, al cual la guardia lo había matado cerca de la “P del H”, ocurrió una cosa inesperada.

Hernández Navas perdió el habla y palideció por la emoción. Hubo que traerle agua para calmar el calamitoso estado emocional en que cayó. Cuando se recobró señaló con palabras entrecortadas que consideraba a la Guardia Nacional como la asesina de su hijo y que también en ese mismo término a Somoza que fue el jefe de esa organización genocida.

La declaración de Hernández Navas coincidió con otra que brindó el reo Diego Manuel Cruz Cortés, quien fue cuidador de una de las hijas de Somoza de nombre Carolina.

“Mi trabajo, cuando era pequeña, era cuidarla desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. La llevaba al Colegio de La Asunción y después al Teresiano”.

“Después fui chofer de doña Hope y por fin me encargaba de cuidar la urna desde la cual hablaba el General en la concentraciones”.


Como dato adicional el reo señaló que entre los integrantes del “Coro de Ángeles” estaban Guillermo Noguera, que aparentaba ser el jefe del grupo, Adonis Porras, Jerónimo Linarte, Efrel López, Juan Puerto y otros. “El que comandaba a “Los Pumas” era el coronel Vicente Zúñiga y después uno de apellido Salazar”. 

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