domingo, 14 de diciembre de 2014

EL “FUERTECITO” DE GRANADA Y EL CASTILLO DE SAN PABLO EN LAS ISLETAS. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. Octubre de 1963.

Arquitectura Colonial

EL “FUERTECITO” DE GRANADA Y EL CASTILLO DE SAN PABLO EN LAS ISLETAS. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. Octubre de 1963.

Defensas de la Ciudad durante La Colonia.

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El "Fuertecito" de Granada, según el dibujo de E. G. Squier.
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En los meses de Agosto a Diciembre de 1783 se dio inicio a la construcción de El Fuertecito de Granada.

La cosa no tiene vueltas. Y aunque se ha dicho y se sigue repitiendo que el histórico reducto de la costa del Lago era la misma fortaleza construida por Hernández de Córdoba, la verdad quedó firmemente establecida y suficientemente divulgada cuando don Pedo Torres Lanzas, jefe del Archivo de Indias publicó en 1903 su “Relación descriptiva de los mapas, planos, etc., de la Audiencia y Capitanía General de Granada”. En ella aparece catalogado bajo el No. 252 el “Plano en que se procura manifestar el estado en que se halla en el día de la fecha el Reducto-Batería que de orden del Muy Ilustre Señor Brigadier de los Reales Ejércitos, Presidente Gobernador y Capitán General de este Reino de Guatemala don Josef Estachería SE ESTA ERIGIENDO EN ESTA CIUDAD DE GRANADA A ORILLAS DEL GRAN LAGO DE NICARAGUA”.

Así, pues, El Fuertecito no tuvo relación alguna con la fortaleza construida por el fundador de la ciudad (1523-1526), a no ser que tal vez ambas fueron  erigidas en el mismo sitio.

La ubicación de la primitiva fortaleza granadina está determinada por Oviedo y Valdéz en su “Historia General”, cuando dice: Hernández, “fundó las ciudades de León e Granada, con sendas fortalezas en la costa de la Gran Laguna”. (Lib. XXIX, Cap. XXXIII). (Oviedo consideraba que los lagos de Managua y Nicaragua eran uno solo).

Puede decirse que desde el momento de su construcción ambas fortalezas sirvieron también como cárceles. Y en la de Granada estuvo preso nada menos que Hernando de Soto (futuro conquistador del Perú, adelantado de la Florida y descubridor del Mississippi) en el conocido episodio de las diferencias entre Córdoba y sus subalternos pedraristas.

La vida de la fortaleza de Córdoba fue muy corta y apenas si alcanzó alrededor de los veinte años. Se fueron deteriorando rápidamente hasta el extremo de que los alcaides-alguaciles no podían tener en ellas a los presos y habían de llevarlos consigo a su posada. No fue sino hasta en tiempos de Contreras que se construyó una cárcel en León. (Vega Bolaños, Col. De Documentos, t.IX. pp. 644, 661, 726).

En 1545 las fortalezas de Granada y León se encuentran caídas y “no tienen de fortalezas más del nombre”. Se consideran innecesarias y sin provecho por haber muchos españoles y quedar pocos indios, y ser la tierra llana. Al conde de Puñoenrostro don Arias Gonzalo, hijo de Pedrarias, se había hecho merced del Alguacilazgo Mayor de Nicaragua. Como permanecía en España, había delegado en Contreras, éste nombraba a los alguaciles (de León y de Granada) y los cabildos aprobaban. Por esta época el alguacil de León hallábase en España y Contreras cobraba el salario de la tendencia (Id., t.XI. 498, XII, 438: XV, 242, 460).

Indudablemente las fortalezas de Córdoba fueron de muy mala construcción, pues sólo así podían arruinarse en tan corto tiempo.
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Desde que el pirata Davis asalta por primera vez la ciudad en 1865, el vivir granadino se convierte en una larga cadena de ataques y amagos, extendida a lo largo de todo el período colonial.

El ataque de Davis trajo como consecuencia la construcción del castillo de San Carlos de Austria en el sitio en que confluyen los ríos San Carlos (antiguo Pocosol) y San Juan. Más la presencia de la fortaleza no coarta la intentona del “general Francisco” de pasar adelante guiado por el indo Coba, en 1668.

En 1670 el indio nicaragüense Juan Gallardo (“Gallardillo”) auxiliado por tropas jamaicanas se apodera del Castillo y Granada es asaltada y saqueada por segunda vez. La construcción del castillo de la Inmaculada en los años de 1673-1675 es la respuesta a la segunda invasión. Pero  la confianza de los granadinos ya no se recobrará jamás, pues la codicia extranjera y sus aliados los zambos y mosquitos de la costa atlántica siempre hallarán vías expeditas para infiltrarse hasta el Lago a espaldas de la nueva fortaleza.

En 1685 Granda sufre un tercer ataque pirático, esta vez a través del río Escalante. En 1709 el enemigo captura el barco del rey en el Lago, hasta donde se introdujo bajando por los ríos tributarios. En 1724 los zambos entran por Matina hasta la embocadura del San Juan. En 1728  hay filibusteros explorando el Rió aguas arriba del Castillo. En 1740 hay amagos de invasión por el San Juan. En 1762 es el primer ataque formal de los ingleses al Castillo, defendido por el alférez don Juan Aguilar y Santa Cruz, produciéndose en esta ocasión la memorable acción de Rafaela Herrera.

El año de 1777 esbózase en Inglaterra el “plan Hodgson” para atacar Nicaragua por el San Juan y extender la conquista a todo Centroamérica. En 1780, puesto en ejecución este plan, aunque imperfectamente, motivo por que fracasó, los ingleses se apoderan del Castillo; pero tiene que retirarse vencidos por las inclemencias del clima y las enfermedades, y más que todo por la heroica resistencia del comandante don Juan de Ayssa y la valiente actividad del Capitán General don  Matías de Gálvez.

A raíz de estos sucesos llegó a negársele por algunos toda utilidad al castillo de la Inmaculada. El propio Gálvez llegó a proponer su demolición en 1781, siendo así que si la fortaleza había sucumbido, no fue por otra causa que por no haberse efectuado a su debido tiempo las reformas y mejoras aconsejadas casi desde su construcción.

Para defender la entrada al Lago y tener un punto de apoyo para la reconquista del Castillo el Capitán General habíase fortificado en la embocadura con una batería provisional que más tarde llegaría a convertirse en la fortaleza de San Carlos, cuyos terraplenes aún se conservan en el puerto lacustre y cabecera departamental de ese mismo nombre.

Pero aun cuando esta fortificación vino a cerrar eficazmente el río San Juan para futuras invasiones, la experiencia indicaba que en cualquier momento fuerzas enemigas podían presentarse en Lago y en la costa de Granada mediante el uso combinado de otros ríos atlánticos para internarse hasta Chontales, y de tributarios del Gran Lago para descender a él.

Aprovechando la paz promovida por la firma del Tratado de Versalles en 1783, el presidente Estachería puso en ejecución el plan de fortificación de Nicaragua trazado por él mismo (como gobernador que fue de Nicaragua) de acuerdo con su ilustre antecesor en la Capitanía General, a la sazón virrey de Nueva España, don Matías de Gálvez. Aunque el plan comprendía cuatro etapas, a iniciarse con la demolición del Castillo de la Inmaculada y la alteración del curso del río Frío, dejáronse de lado estas fases para proceder a la ejecución inmediata de las dos últimas, a saber: la construcción de una fortaleza formal sobre la base del fuerte provisional de San Carlos; y la construcción de dos reductos-baterías en los alrededores de Granada, con miras a la defensa de su puerto.

En relación con este último proyecto, que es el que ahora nos interesa, conocemos un primer plano, de ubicación, fechado en Granada el 9 de Agosto de 1783, por el Ingeniero José María Alejandre. Su título es el siguiente:

“Diseño en que se procura dar una idea del puerto y terreno adyacente a la ciudad de Granada (sita en la Provincia de León de Nicaragua, Reino de Guatemala) puesta a orilla del Gran Lago de Nicaragua, como asimismo de la situación de los dos reducto-baterías que para la defensa de una y otro se proyectan”.

El plano es a colores de 47 x 29 centímetros, orientado por una rosa de dieciséis vientos con media lis, y en él aparecen el Lago, la ciudad de Granada y las Isletas. Y en una de éstas, así como en la costa de Granada, en el punto de la actual bodega del muelle, los proyectados “reducto-baterías”, es decir, El Fuertecito y el castillito de San Pablo. S. 6) LM-8ª—2ª. –a— 136).

Acompaña a este plano otro algo más pequeño (37 x 24 centímetros), también a colores, el cual fija en detalle el tipo de construcción que se proyectaba. El título dice así:

“Plano en que se manifiesta el proyecto de dos reducto-baterías que de orden del Muy Ilustre Señor Presidente Gobernador y Capitán General de este Reino don Josef Estachería ha ejecutado el Ingeniero Ordinario José María Alejandre para precaver a esta ciudad de Granada de un golpe demano, y defensa del puerto que a orillas del Gran Lago de Nicaragua goza: cuyos costos ascenderán de tres a cuatro mil pesos cada uno, no pudiéndose hacer cálculo más ajustado a causa de la suma variación que en estos países tienen, así los costos de materiales, trabajos, etc., como la conducción y demás. Granada. 9 de Agosto de 1783 Jof. María Alejandre”. (S.G., LM. –8ª.— 2ª. –a— 135).

El presidente Estachería no pierde tiempo. Obtenida autorización del gobierno central, se inicia la construcción de El Fuertecito en la costa del Lago. Del mes de diciembre del mismo año es el plano del catálogo de Torres Lanzas que mencionamos al principio. Fue remitido por el presidente de Guatemala con carta de 6 de Enero de 1784, informando a don José de Gálvez que en la obra ya se han invertido 2.600 pesos; y llegando a la suma disponible a sól 3.985, pide se le autorice para “continuar y perfeccionar esta obra de las caudales de Real Hacienda”. (A. G. I., Guatemala. 467). (Copia de esta carta nos fue enviada recientemente desde Sevilla por el notable investigador nicaragüense Carlos Molina Argüello. Envío que agradecemos en todo cuanto vale).

Managua, Octubre de 1963.

EDUARDO PÉREZ-VALLE 

PLACA CONMEMORATIVA - COMITÉ DE RECONSTRUCCIÓN DEL "REDUCTO-BATERÍA DE SAN PABLO". 1524 -  1974

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Nota de Eduardo Pérez-Valle h., Director y redactor del Blogspot:

En el Sitio Web de la revista Atrévete y Explora, edición que corresponde a Noviembre de 2013., fue publicado el artículo Los fuertes militares del Río San Juan, lazos de unión con nuestro pasado, del incansable investigador cultural y folclorista, Wilmor López. Si bien, debemos lamentar la ausencia de las fuentes históricas consultadas, el trabajo en mención tiene el mérito de reunir importante información; asimismo, el apreciado amigo y autor del referido artículo, destaca por primera vez y en mucho tiempo, el resultado obtenido por Pérez-Valle a través de la investigación histórica, inédita, en ese tiempo. Wilmor anota: 

A raíz de la Independencia  de España en 1821, y el cese de los ataques Piratas, el Fuerte San Pablo fue abandonado y olvidado, convirtiéndose poco a poco a en ruinas, pero en 1974, gracias a una iniciativa patriótica del Dr. Eduardo Pérez- Valle, producto de sus visitas al lugar desde 1962, fue presentada su solicitud de reconstrucción del Fuerte, con toda la documentación necesaria, ante el Dr. Roberto Incer Barquero, Presidente en ese tiempo del Banco Central de Nicaragua, dándole una calurosa acogida, fue rehecho en 1974, para los 450 años de la Fundación de Granada, los trabajos de reconstrucción los dirigió el Arquitecto granadino Lorenzo Guerrero y se inauguró el 3 de diciembre de ese mismo año.

Consúltese: http://revistaatreveteyexplora.blogspot.com/2013/11/los-fuertes-militares-del-rio-san-juan.html

LAS SANDINO. Por: Alfredo Cisneros R. En: Novedades, 15 de Febrero de 1965.

LAS SANDINO. Por: Alfredo Cisneros R. En: Novedades, 15 de Febrero de 1965. Pág. 12.


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 HOTEL ESFINGE, A LO LEJOS, EN EL HORIZONTE PUEDE APRECIARSE  EL MAJESTUOSO VOLCÁN MOMBACHO
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En la ciudad de Granada, en el barrio de Palmira, al subir el arroyo que pasa detrás del Mercado, donde vivió don Juan Malespín (Mocho Juan), como cariñosamente le llamaban los granadinos y como a veinte varas hacia el Rastro Público de la ciudad había una peque casita donde vivía Da. Leoncia Sandino, quien procreara numerosa familia; entre los hijos de doña Leoncia conocimos  a Carlota, casada con don Esteban Castro.

De este matrimonio nacieron muchos hijos, entre los que recordamos a Laura y Atanasia, agraciadas morenas de una formación atlética envidiables: Laura de 20 años y Atanasia de 18.

El matrimonio Castro-Sandino era muy pobre y doña Carlota trató de ayudar en la economía del hogar y celebró contrato con el Gerente del Mercado para hacer el acarreo de la carne desde el Rastro Público hasta ponerla en los puestos de expendio.

Laura y Atanasia, increíble pero cierto, ponían sobre sus cabezas sendas bateas planas, tan grandes, que cabía la mitad de una res destazada.

Los granadinos que vivimos desde el principio del Siglo XX pudimos ver, con admiración, a esas mártires haciendo ese trabajo, que no era sólo de llevar la carne sobre sus cabezas, sino que, tenían que recorrer la distancia de casi medio kilómetro en un terreno escabroso, porque el recorrido lo hacían en un camino que en invierno se convertía en un verdadero infierno.  En su recorrido, además de cruzar un camino lodoso tenían que bajar y subir el arroyo frente a la casa de los señores Espinosa, y el que cruza detrás del Mercado.

Años más tarde el caballero norteamericano don Luis Peunet (o Míster Peñé) como se le conocía en Granada, estableció un negocio en la ciudad y una Tenería a la orilla del arroyo, detrás de la casa de los señores Espinosa, en el barrio de Palmira.

Establecido el negocio de tenería, el caballero Peunet se encontró con la dificultada del transporte. Como todo yankee, no esperó que los cueros se pudrieran y contrató los servicios del maestro carpintero  don Manuel Figueroa, para que construyera un puente de madera sobre el arroyo en el año 1907.

Por este puente construido con vigas, siguieron pasando las Sandino, con su terrible carga y no fueron emancipadas hasta que el Alcalde don J. Demetrio Acevedo C., construyera un nuevo puente de cal y canto en el año de 1927.

Atanasia aún vive y su edad cifra en los noventa años; está en salud y su mentalidad es despejada y narra parte del pasado de sus padres que fue y es, ante la historia, un galardón de la heroica mujer granadina que no se amilanaba por las vicisitudes de la vida y ponía su valioso contingente al lado de su marido para aliviar, en parte, las necesidades hogareñas.

Atanasia, reside frente al Mercado en una Colonia detrás de la Pensión Esfinge, con su hija Genoveva, que también puso muy joven sobre su cabeza, la fatídica carga.

Sugerimos al progresista Alcalde granadino, don Justiniano Ocón, que también ha vivido los suficientes años para conocer la gesta heroica de esa familia, hacer la gestión ante los munícipes, compañeros suyos, a fin de conceder una pequeña pensión de CIEN CÓRDOBAS mensuales a esta fiel y eficiente colaboradora del municipio granadino, que morirá feliz al saber que su sacrificio fue reconocido y premiado por su conciudadanos.

ALFREDO CISNEROS


Obrero-Tipógrafo

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sábado, 13 de diciembre de 2014

CUANDO MANOLO CUADRA ENTREVISTÓ A RUBÉN DARÍO. En: Flecha, 5 de Septiembre de 1955. Reproducida en: Triángulo, No. 3. Vol. 1. Noviembre de 1957.


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En una serie periodística perfectamente planeada por sus directores, PANTALLA ha decidido entrevistar a los principales personajes de la República. Pero ha decidido comenzar por las estatuas. Es más fácil encontrarlas. No tienen compromisos políticos ni de ninguna clase. Ajenas a los intereses humanos opinan con mayor imparcialidad, responden con paciencia y reaccionan sin prejuicios.

Nos dirigimos al Parque Rubén Darío. El poeta con la cara hacia La Loma en actitud de profunda meditación. A sus espaldas, un ángel de la guardia lo cubre con sus alas protectoras. Nos mira jovialmente y nos saluda en francés:

— Bon jour, poeta.
— Good morning, Teacher.

Se sorprende de nuestro lenguaje e inquiere el por qué.

— En nuestra Salutación al Pesimista, Teacher: “Tantos millones de hombres hablaremos inglés”.

El Teacher sonríe, convencido.

— Es cierto. Ya no hay hombres hidalgos ni bravos caballeros.

De repente, parece salir de un sueño:

— ¿Qué de nuevo, joven?
— La reelección.
— ¿Qué quiere decir eso?
— Que ya no estamos en República.

El Teacher trepida sobre su zócalo. Parece que va a caer, pero el Ángel de la Guardia, sacude sus alas y el poeta logra restablecer su equilibrio.

— Por eso yo  he dicho que “prefiero al gran Moctezuma de la silla de oro”. Lo demás es tuyo, demócrata Eisenhower. De pronto dice:
— ¿No hay otra cosa?
— Murió Murillo.

El Teacher se lleva las manos a la cabeza en gesto de estupor.

— ¿Siente algo? Interroga el reportero.
— Sí, siento la cabeza vacía. ¿Y sabe por qué? Murillo tenía mi cerebro.

Él ya debe andar por aquí, pero todavía no me lo ha devuelto. Talvez haya quedado en poder de Andresito. Deme una Mejoral, joven.

Cambiamos de conversación.

— Se siente bien allí:

Por el momento. Descanso entre aniversario y aniversario en que durante ocho días con sus noches me sacuden de lo lindo. Líbreme de las horribles blasfemias de las academias. ¿Cree Ud. que me dejaran en paz?

— Vamos a hablar con la Reserva Civil, Teacher.

— ¿Se aburre aquí?
— Bastante. Antes leía PANTALLA, pero desapareció. Ahora quieren obligarme a leer NOVEDADES y he dicho que el recibo –si es plata lo quieren— se lo pasen a mi nieto político, Ildo Sol, heredero de mi bastón y de mi cetro poético.

— ¿Alguna recomendación final, Teacher?

Mándeme PANTALLA, en cuanto aparezca y no olviden: Nada de aniversario.


JORGE NAVAS CORDONERO, ARTISTA GRANADINO QUE SEPULTÓ EL CEREBRO DE RUBÉN DARÍO. 28 de Octubre de 1960.

JORGE NAVAS CORDONERO, ARTISTA GRANADINO QUE SEPULTÓ EL CEREBRO DE DARÍO.  28 de Octubre de 1960.

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A la izquierda del león que cubre la tumba del poeta, se  hizo un hoyo de 3 cuartas de profundidad por 2 en cuadro, y allí se depositó la urna conteniendo el cerebro de Darío.
Granada, Octubre, 28.-

El Maestro Jorge Navas Cordonero
EL MAESTRO DON JORGE NAVAS --actualmente de 86 años--, desde 1,904 a 1,928, dio toda su inspiración artística al embellecimiento de la Catedral de León. Fue el que enterró el cerebro de RUBÉN DARÍO a la izquierda de la tumba del Poeta y frente al León que custodia las cenizas del Ilustre Nicaragüense.
 
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Don Jorge Navas, verdadera gloria del arte nacional, nos concedió una interesante entrevista relacionada con las averiguaciones sobre el paradero del cerebro de Rubén Darío. Es él un anciano de 86 años que por circunstancias especiales se ha vinculado con momentos de importancia de nuestra época.

Nos cuenta que en 1904 él era un operativo aventajado del Maestro Carlos Ferrey en Granada y se ocupaba de ornamentaciones en la Iglesia La Merced, cuyo Cura era el Pbro. Ramón Ignacio Matus. Sabedor éste de que el Sr. Obispo de León Monseñor Simeón Pereira y Castellón, necesitaba un artista que le embelleciera la Catedral, se lo envió con particulares recomendaciones.

El Obispo le encargó para conocer la calidad de su trabajo la estatua de la Inmaculada que está en el frontis del suntuoso Templo Metropolitano y que tiene como 3 varas. Luego le encomendó los Leones del Atrio. Seguidamente los 12 Apóstoles de las Pilastras de la Nave Central, inclusive San Pedro y San Pablo. El artista granadino siguió embelleciendo y ornamentando la Catedral leonesa, con altares preciosos, la Capilla del Sagrario, los relieves de las paredes, armonizando admirablemente don Jorge y el Señor Obispo.

SEPULTURA CIRCUNSTANCIAL

Monseñor, hermano del General Máximo Jerez, estaba grave de muerte y el Obispo dispuso que se enterrara en la Catedral, al pie de la estatua del Apóstol San Pablo, situada a mano derecha del Altar Mayor, y en una de las pilastras del Presbiterio.

El artista Navas se encargó de hace la fosa en un lecho de durísima piedra a la que le dieron 5 cuartas de profundidad.
Por no se sabe qué motivo, la familia dispuso enterrarlo, no en la Catedral, sino en el cementerio general, y quedó la sepultura abierta, que sirvió tiempo después para guardar los restos de Rubén Darío. Unas semanas después Monseñor Pereira le enseñó un leoncito de yeso como llorando, copia de un monumento francés, que cubre los restos de los guardias suizos que defendieron la monarquía francesa y le pidió que le hiciera uno igual para colocarlo en la tumba de Darío. En esa obra tardó 3 meses.

Mientras tanto se suscitó una vigorosa protesta de la intelectualidad metropolitana, porque el Gral. Andrés Murillo se había traído para Managua el cerebro de Rubén Darío. A los leoneses les disgustó ésto y manifestaron su inconformidad.

EL CEREBRO ENTERRADO A LA IZQUIERDA DE LA TUMBA

Pasó cierto tiempo y se comenzó a hablar que de un ropero de la familia Murillo había desaparecido el cerebro de Rubén y  los comentarios fueron de todos los tonos. El propio Monseñor Pereira y Castellón le dijo cierta mañana: “Maestro, es cierto que se ha perdido el cerebro de Darío”.

A las pocas semanas de haberle oído esas afirmaciones, el Señor Obispo, llegaron 3 personas a la Catedral, de las cuales sólo una de ellas era perfectamente conocida para el artista Navas, como era su propio médico, y dirigiéndose a él, le dijeron: con instrucciones de Monseñor Pereira, abra un hoyo a un lado de la tumba de Darío, que vamos a enterrar esto.

Navas preguntó que de qué se trataba, y el Doctor le contestó: “Es una bomba, Maestro y la va a enterrar con mucho cuidado, porque de lo contrario podría estallar y volar la catedral”. Se hizo un hoyo a la izquierda del león que cubre los despojos del Poeta. Se le dio tres cuartas de profundidad y dos cuartas en cuadro.

Concluido el hoyo, el médico ilustre le entregó al maestro Navas un recipiente de vidrio de regular tamaño cubierto con papeles y así lo enterraron.

Monseñor Pereira se estaba dando cuenta de todo, razón por la cual el maestro Navas omitió recabar la orden para abrir el hoyo y aunque no hablaron posteriormente nada en relación con el asunto, quedó completamente claro don Jorge de que lo que había enterrado allí, era nada menos que el cerebro de Rubén Darío.

Hasta aquí las declaraciones del Maestro Jorge Navas, testigo presencial de la muerte y sepultura de Rubén Darío.

                                                        
(Corresponsal A. B. P.)

jueves, 11 de diciembre de 2014

El plato granadino por antonomasia LA CAZA DE LA IGUANA

El plato granadino por antonomasia

LA CAZA DE LA IGUANA

IGUANA. Dibujo del Dr. Eduardo Pérez-Valle
De la novela histórica Bajo la Estrella Solitaria de Herbert Hayens.

Traducción: Servio A. Gómez

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Durante varios días después de nuestra visita a la isla (de Ometepe), estuve excesivamente ocupado atendiendo al Coronel Walker, que necesitaba mi ayuda para contestar su correspondencia. Una tarde sin embargo, en que gozaba de una pocas horas libres, recordé que Pacheco había prometido mostrarme la forma de como los nativos, capturaban una iguana.

La iguana o lagarto de árbol es semejante en su apariencia a un lagarto diminuto. Por regla general es de tres o cuatro pies de largo y deriva su nombre del hábito de vivir sobre los árboles. Lo hace para estar cerca de su alimento que consiste principalmente de flores. Su color es de un tinte gris azulejo y aunque su mordisco es doloroso, no es seguido de ningún efecto deletéreo.

Por este tiempo estaba ya perfectamente acostumbrado, a la carne de la iguana como alimento; pero debo confesar que la había comido, en completa ignorancia de su verdadera naturaleza, de otra manera no me habría atrevido.

Realmente, la carne es agradable tanto para vista como para el paladar. Es hermosamente blanca en su apariencia, excesivamente suave y tiene un delicioso y  delicado sabor. Durante los días de mí permanencia en la América Central, había asistido a muchos banquetes y había probado muchas delicadezas, preparadas por célebres chefs; pero no recuerdo haberme encontrado con nada que pudiera sobrepasar el exquisito sabor de una iguana bien cocinada. Todo esto presupone, estar en ignorancia del hombre, antes de probar por primera vez sus propiedades. El nombre de lagarto de árbol, no es invitación, aún para los apetitos más vigorosos.

Sin embargo, la iguana servida en la mesa es muy diferente que el mismo reptil en sus hogares hojosos, y es en este último sitio en donde deseo ahora presentarlo a mis lectores.

Nuestro grupo era muy pequeño. Consistía, además de don Miguel y yo solamente de nuestro viejo amigo Dennis Brogan y un muchacho indio. Este último, probablemente, porque no era ___ y nunca había oído el nombre de John, (Juan) había sido bautizado por Dennis, con el sobrenombre de “Tío Juan”.

Brogan y él, eran compañeros inseparables; pero como ninguno entendía lo que decía el otro, era para mí una eterna maravilla, como lograban mantenerse juntos siempre. Sin embargo lo hacían de algún modo, Dennis le hablaba en inglés; el indio le contestaba en mal español  y a juzgar por sus alegres risas, el resultado debe haber sido de carácter eminentemente satisfactorio.

Tío Juan, era un muchacho alegremente activo, de piel obscura y miembros musculosos y por causa de la buena disposición, era muy bien acogido por los filibusteros.

Iba provisto ahora de una larga vara, la que estaba atada un pedazo de cuerda, en la que se encontraba dispuesto un lazo corredizo, para enlazar alguno de los reptiles que se descubrieran.

Mientras nos aproximábamos al bosque, comenzábamos a sentir un intenso interés por esta nueva especie de caza. Dennis, como siempre, estaba muy excitado y por algunas de sus expresiones dichas sotto voce, deduje que tenía serias dudas acerca del estado de mi juicio actualmente.

Tras de llegar al bosque, continuamos caminando a veces de dos en dos, a veces en fila, hasta que Tío Juan, con una plácida expresión en su rostro, se detuvo frente a un gran árbol y señaló hacia arriba.

Al principio no lograba mirar nada; pero guiado por Pacheco, cuya vista era más ejercitada que la mía, pude por fin discernir uno de los animales que habíamos venido a buscar. Estaba estirado a lo largo de una de las ramas del árbol.

Su tamaño era mayor que el común. La medida, como después pudimos comprobar, era de cinco pies y diez pulgadas, de la cabeza hasta la punta de la cola. Los ojos del indio brillaron con satisfacción, ante la perspectiva de la captura.

La cara del irlandés (Dennis), por el contrario, mostraba un disgusto extremo. “De seguro Sr. Foster” exclamó con un tono burlesco, “¡que usted bromea, no intentará usted, decirme que hemos venido aquí para capturar esa culebrita sucia!”.

“Si, que intento. Esa culebrita sucia, como tú la llamas, será mañana una comida deliciosa para nosotros, si Tío Juan no la deja escapar de ente sus dedos”. Dennis levantó sus manos con horror. 

¡Comerla! “exclamó” sería como si pensara comerme a mi abuela. –Qué Dios la bendiga— ¡Comerme un pedazo de esa porquería! De hecho, añadió, eso viene de ser oficial. Siempre dije a Phil, que era mejor ser simple soldado. Esto era peor que Monstruo y sus ranas.

Durante la discusión, el reptil permanecía completamente inmóvil, tal vez profundamente dormido, pero ahora el indio que había escogido un lugar favorable, comenzó a subir al árbol, silenciosamente y con gran rapidez.

Tras escalar una corta distancia, se detuvo y empezó a sonar un pito, no desprovisto de alguna melodía.

Dennis asió mi brazo con excitación. “Ssst, dijo calladamente. La bestia cree que es el maestro del baile; está mirando alrededor como quien busca una pareja”. Al sonido del silbato, el reptil,  había en verdad levantado la cabeza y estiraba el cuello de la manera más cómica; parecía que ponía gran interés en la música.

Con la mayor preocupación Tío Juan, a quien evidentemente agradaba el juego, levantó la vara y procedió a hacer cosquillas al animal en los flancos y en el cuello. Continuó esta operación por algún tiempo, para delicia del escamoso, que más y más levantaba la cabeza y extendía el cuello, hasta que llegó el momento fatal. Como muchos otros animales semejantes, tenía que pagar caro, el momento de alegría. Con gran precisión y  destreza, adquiridas tras larga práctica, Tío Juan levantó el lazo y  lo deslizó sobre la cabeza de la presa. Una sacudida súbita del antebrazo, apretó el nudo y completó la captura.

Momento después estaba Tío Juan frente a nosotros señalando con aire de triunfo, la indefensa iguana.

Vista de cerca, ciertamente que no presentaba una vista agradable y pude comprender porque Dennis no la estimaba como una delicadeza.

Era como he dicho, casi de 6 pies de largo; con una cabeza muy ancha para ser proporcionada y cubierta de escamas. Una fila de estas, puntiagudas, corría a lo largo de su lomo, hasta la propia punta de la cola. Los dedos con uñas mu aguadas, con las que contaba, para la maravillosa posibilidad de subir a los árboles. En la parte inferior de la cabeza y  del cuello había una especie de bolsa o papada, que ahora estaba monstruosamente inflada, tal vez de rabia o miedo.

Por el día estaba muy avanzado, por lo que se dio orden a Tío  Juan de llevar el reptil a casa de don Miguel, mientras nosotros volvíamos nuestros pasos hacia la ciudad.

“Bien”, exclamó Denis pensativo. He cazado muchas cosas, una y otra vez; desde un oso gris, hasta un perrito rojo con una cola muy peluda; pero esto lo domina todo. ¡Y  comerlo tan bien! ¡eif! Le diré a Philip”.

Don Miguel rió. “Te buscaremos unos huevos, Dennis; después de comerlos, tal vez te decides a probar un pedazo de iguana”.

¡“Huevos! exclamó Dennis” ¿Esa criatura pone huevos?

“Sí, y muy sabrosos te aseguro. Son casi del tamaño de un huevo de paloma y los pone en la arena, en donde el sol lo incuba”.

Dennis movió la cabeza; sus prejuicios eran demasiado fuertes para ser dominados y era claro que, consideraba la idea de comerse la culebrita sucia, con verdadera aversión.

Sin embargo, debo mencionar, este sentido, que no era del todo el único. Algunos de mis hermanos oficiales aun cuando acuciados por el hambre, enfáticamente, declinaron calmar su necesidad, con la carne de iguana y otros que la probaron, enfermaron invariablemente.

A esta última circunstancia, don Miguel a quien narré lo anterior, me informó que no era raro, que sucediera lo mismo entre los nativos. De sus observaciones parecía desprenderse, como si en realidad, en ciertas circunstancias, propias del reptil, actuaba con efecto deletéreo.

Este accidente de la caza de la iguana, aunque trivial en sí, quedó fuertemente implantada en mi memoria y aconteció ser la última fiesta para los muchos días difíciles posteriores. El tiempo se aproximaba rápidamente en que, como don Miguel había predicho, el volcán debería despertar de su letargia y vomitar mucho fuego sobre la tierra sonriente.

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NOTA DEL TRADUCTOR

El comer carne de iguana, no ha llegado todavía a ser un hábito para todos los nicaragüenses. La comen por regla general en el oriente de la República; pero muy poco en los departamentos occidentales.

Como se sabe, la cacamuca, es alimento muy  codiciado entre los indios sumos y misquitos. Thomas Belt, en su libro “El Naturalista en Nicaragua”, dice que los indios carcas, viajaban todos los años, hacia orillas del Lago de Nicaragua, para proporcionarse iguanas, para su alimentación.

El que visite los mercados orientales durante los días de cuarezma (sic) podrá admirar los centenares de iguanas, listas para el expendio, con las patas amarradas con los tendones de sus dedos.

 —Por los ñervos, como dicen los indígenas— con las fauces cosidas con cuerdas y de cabuya, y podrá comprobar que es cierto lo que dice el verso popular:
“Que feas son las iguanas, amarradas del hocico”.

En los libros de Ciencias Naturales de los años diez, de Lauglebert, los estudiantes pudimos leer, lo que afirmaban acerca de ella: “cuya carne, dice, es comestible”.

Autores posteriores lo han sabido mejor. Ángel Cabrera, por ejemplo, expone en su “Zoología Pintoresca”: “Su carne es blanca, tierna y bastante sabrosa, asemejándose, según quienes la han probado, a la pechuga del pollo.

Solamente quiero decir, para los que se muestran esquivos a ingerir carne tan excelente, que el nombre con que la conoce la ciencia es, entre otros sinónimos: Iguana delicatisima tuberculata. La llama delicadísima. ¡Cuidado ir contra ella!...


viernes, 5 de diciembre de 2014

LA IGLESIA PARROQUIAL DE JINOTEPE. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. Julio de 1962.

LA IGLESIA PARROQUIAL DE JINOTEPE. Por: Dr. Eduardo PÉREZ-VALLE. Julio de 1962.


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“En lugares mediterráneos no se fabrique el Templo en la plaza, sino algo distante de ella, donde esté separado de otro cualquier edificio que no pertenezca a su comodidad y ornato; y porque de todas partes sea visto y mejor venerado, está algo levantado del suelo, de forma que se haya de entrar por gradas”.               
                            (Leyes de Indias: Libro IV, Título VII, Ley)

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    La historia de la iglesia parroquial de Jinotepe ofrece lamentablemente algunas lagunas difíciles de llenar.

         A mediados del siglo XVIII eran de tejas únicamente la capilla mayor y la sacristía. El cuerpo de la iglesia era de paja hasta la mitad, la otra mitad permanecía descubierta. Las paredes se habían caído a consecuencia de la gran sacudida sísmica de 1739, que descendió como un estremecimiento de horro por el lomo rugoso del Mombacho, dañando también considerablemente las humildes iglesias de Diriá y Diriomo. Para la época a que nos referimos las 280 personas ladinos e indios, que componían el pueblo de Jinotepe eran tan pobres que no se veía cómo ni cuándo pudieran reedificar el templo.

En “La Prensa” del 9 de Noviembre de 1941 se registran los siguientes datos que, aunque aparecen sin firma es preciso atribuir al espíritu investigador y acucioso de su director de entonces, el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Z.:

“No se conserva memoria ni documento alguno sobre la fundación del templo parroquial de Jinotepe”…

“En los archivos de la familia Rodríguez-Mayorga se conserva un documento autenticado por el Presbítero Mateo Espinosa, como Secretario y firmado por el Obispo de Nicaragua Doctor Bernardo Piñol y Aycinena, el 13 de Marzo de 1861, por el cual se nombra Mayordomo Ecónomo de la iglesia de Jinotepe al padre del Licenciado Rodríguez, don Felipe Rodríguez Mora, con el objeto de que se haga cargo de la construcción de las torres y  frontispicio de la Parroquia. Era cura entonces el presbítero Julián García. El constructor de dicha edificación fue don Felipe Granera, originario de León, quien influenciado por la arquitectura de la catedral de la Metrópoli, hizo del frente de la iglesia de Jinotepe una réplica en pequeño de aquella, terminando la construcción en 1864. El plano de los trabajos con una magnífica perspectiva de las torres, todavía lo conserva la misma familia Rodríguez-Mayorga”.

En relación con estos datos sobre la puerta de la torre Sur hay un recuadro con esta leyenda en argamasa:

Leyenda sobre la puerta de la torre Sur: "ESTAS TORRES FUERON TRABAJADAS POR EL SR. CURA PRO. JULIAN GARCIA EL AÑO DE 1865". Fotografía: E. Pérez-Valle, 1962.

ESTAS TORRES FUERON TRABAJADAS POR EL SR. CURA PBRO. JULIAN GARCÍA EL AÑO DE 1865.

         Sería arbitrario suponer que la fábrica de la iglesia se inició durante el régimen colonial, es decir, más de 44 años atrás. Pero también resulta increíble que el pueblo permaneciera prácticamente sin iglesia por más de 70 años, que es el extremo sustentado por quienes niegan el origen colonial del edificio.

      Mucho se ha repetido lo del parecimiento con la catedral de León. Observando con atención es fácil darse cuenta de que la similitud reside únicamente en la cubierta de las torres y en la forma y disposición de los pináculos. En los demás no existe ninguna semejanza, y las esbeltas torres jinotepinas están muy lejos del aplastado conjunto de la catedral leonesa. En líneas generales está más cerca de ésta la parroquial de Rivas, con sus torres de sólo dos cuerpos y su portada que trata de copiar la de la gran catedral. Pero aquí es otra la nota dominante de los pináculos y la silueta de la cubierta recortada en el cielo, lo cual parece normar el ojo del vulgo para establecer sus relaciones de afinidad.

Las esbeltas torres de la Iglesia Parroquial. El conjunto de la fachada fue concebido con gusto exquisito y proporciones admirables. Son obra del maestro leonés Felipe Granera.  Fotografía: E. Pérez-Valle, 1962. 

    Según lo anunció “La Prensa, en días pasados se está procediendo a edificar la casa cural en el atrio posterior de la iglesia parroquial. Un grupo de personas se opone, porque se restará elegancia dicen, al “edificio colonial”, que, dicho sea de paso, es lo mejor que existe en materia arquitectónica en muchas leguas a la redonda. El corresponsal Zambrana, aduce el testimonio de la Srita. Feliciana Bendaña, recién fallecida  a la edad de 102 años, para demostrar que la iglesia “no es ni centenaria”. La Srita. Bendaña “ayudó –según decía— a la construcción acarreando agua desde el río en compañía de un centenar de gentes de Jinotepe, que ya querían ver terminada la iglesia”. Es indudable que este dato se refiere a la construcción del frontispicio y las torres por el maestro Granera, bajo el curato del Padre García. Pero el cuerpo del edificio debe haberse construido con bastante anticipación, no sabemos exactamente cuándo.

Este hermoso aspecto de la Nave de Cristo ya no podrá admirarse cuando se interpongan las nuevas edificaciones de la casa cural.
       Aparte de esto, si nuestra preocupación sólo se fijara en cuidar lo colonial, ciertamente tendríamos muy poco que atender y respetar. Pero también estamos en la obligación ineludible de conservar y valorizar LO TRADICIONAL. Monumentos arquitectónicos, que aunque no sean de la época colonial fueron concebidos por nuestros olvidados y a veces grandes arquitectos dentro de los cánones y el gusto propios de aquel estilo. Dentro de este grupo caben en sitio de honor obras tan exquisitas como la iglesia parroquial de Nandaime y esta que nos preocupa, de Jinotepe. Además del innegable valor histórico que las enriquece, estas iglesias tienen a su favor el ser producto de una tradición constructiva mucho más nicaragüense que el amaneramiento modernista de que tanto se abusa actualmente, y que el seudo-funcionalismo decorativista que se vive importando en forma tan servil e irracional.

La Iglesia Parroquial de Jinotepe ubicada en la manzana que le corresponde:

1 - Atrio primitivo.
2 - Zona de jardines y 
3 - Aceras obtenidas al pavimentarse las calles circundantes.
(Dibujo del Dr. E. Pérez-Valle)
     Es pues un paso muy serio y de mucha responsabilidad el que se quiere dar al construir la casa cural junto a la iglesia, en el atrio. Lejos de mejorar el buen aspecto del monumento, que por sus bellas proporciones difícilmente puede ser incrementado, se menoscaba su preeminencia y principalidad en el conjunto urbano; se planteará un contraste chocante entre la arquitectura tradicional y las nuevas construcciones, si es que se levantan de acuerdo al amaneramiento actual; se bastardeará la belleza del conjunto tal a como ahora se presenta, y también su significación histórica, si el nuevo edificio pretende construirse conforme a las normas tradicionales. Por último,
Plano esquemático de Jinotepe, 1962. Por: EPV.
Obsérvese  que fuera del Parque Central y de los
atrios de la Iglesia Parroquial no existen "espacios
libres" en el centro de la ciudad.
 
hay razones urbanísticas de mucho peso que se oponen al proyecto, entre otras la contraindicación del sacrificio del “espacio libre”, a que tanta importancia se concede en los modernos planeamientos en los alrededores de los edificios públicos, y mucho más cuando se trata de joyas arquitectónicas de la importancia de la que nos ocupa. Cuando en todos los países en el remodelamiento de las viejas ciudades se busca la creación de nuevos espacios libres que descongestionen, ventilen y saneen los “volúmenes sociales” y favorezcan y valoricen ciertos edificios y monumentos importantes, de significación espiritual aquí se requiere crear aquella aglomeración y desvalorizar lo más notable de una ciudad, mejor dijéramos, de toda una región, con el aditamento de construcciones utilitarias que jamás podrán estar a la altura del edificio a cuya sombra medrarían. 

El interesante conjunto de las bóvedas y cúpulas de la cabecera, junto al cual quiere construirse la nueva casa cural. Fotografía del Dr. Eduardo Pérez-Valle, 1962. 


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