viernes, 25 de noviembre de 2016

CELEBRACIÓN DE LA PURÍSIMA EN EL SANTUARIO DE EL VIEJO. Por: Edgardo Buitrago.

CELEBRACIÓN DE LA PURÍSIMA EN EL SANTUARIO DE EL VIEJO 

Por Edgardo Buitrago*



    “Este hermoso templo congrega todos los años a miles de romeros que, desde todos los puntos de la República, –y aún de las hermanas de Centro América—, llegan a rendirle su testimonio de amor y de devoción en su fiesta del seis de Diciembre, conocida generalmente como: “la lavada de la plata”.

    La fiesta empieza, prácticamente, el veintiocho de Noviembre, al iniciarse en esta fecha la Novena que debe terminar propiamente el seis de Diciembre.

    Llegada esta fecha, dan comienzo los actos desde las más tempranas horas de la madrugada. Entonces, los miles de peregrinos llegados desde los días anteriores, se reúnen en la iglesia a oír las primeras misas. Luego llega, –a las diez de la mañana—, el momento solemne en que la histórica imagen es bajada de su trono y expuesta a la veneración directa de los fieles, mientras miles de voces entonan cantos y vivas y la Banda ejecuta el “Himno a la Virgen”.

    Inmediatamente de su descenso, la imagen es entregada a un grupo de damas que forman “la Guardia de la Virgen”, quienes proceden a despojarla de las vestiduras que ha ostentado durante todo el año y a colocarle las nuevas. El manto y “el vestido” quitados se cortan en pedacitos que se reparten entre todos los concurrentes como “reliquias”…

    Y pasado todo esto, se procede a “la lavada de la plata”, acto original y de gran significación, que ha llegado a darle nombre a toda la festividad. Consiste en sacar a la plaza que rodea a la iglesia, todos los objetos de palta, de oro (y de otros metales), que adornan a la imagen o que se exhiben como “exvotos” en testimonio elocuente de sus milagros. Los objetos pasan de mano en mano, lavándose y limpiándose con los procedimientos populares de “restregamiento con ceniza y limón”… ¡Y todos regresan íntegros a los Camarines de la Virgen!... (Hasta la fecha, no hay noticia de que se haya perdido un solo en alguna ocasión).

    “Mientras se lava la plata, se canta dentro y fuera del templo”.

    “Los promesantes, en grandísimo número, —sigue diciendo la referida crónica—, van en fila interminable cumpliendo cada uno lo prometido fielmente a la Virgencita que en un día de dolo oyó sus ruegos y mitigó sus penas. Es de verse, de admirarse; de maravillarse la grandeza de una fe sin límites cual la que depositan aquellos seres con lágrimas de amor y  agradecimiento ante los pies de María Santísima, en el cumplimiento de sus sagradas promesas. Algunos van recorriendo de rodillas y vendados largos trechos, desde la Puerta del Perdón hasta el Altar Mayor (unos ochenta metros); otros se pasan también de rodillas y vendados largas horas de expiación, y mil modos diferentes demostrativos  a cual más de la piadosa, de la profunda fe que se anida en sus rendidos corazones”.

    “Los oficios religiosos se prolongan hasta muy tarde, —continúa la crónica—, cuando la sagrada imagen es restituida entre cánticos y oraciones a la cámara regia de su Trono”.

    “Durante el día las gentes sencillas y las de granítica fe, se acercan reverentes a un sitio especial donde les dan agua de la corona de la Virgen. Esta agua se obtiene de un recipiente en el  cual descansa por unos segundos la corona que ha ornado durante todo el año la linda cabellera de la Virgen. Unos la toma por gusto; otros porque creen firmemente que tiene la virtud de una panacea y pretende aliviarse de viejas y rebeldes dolencias, y hay que ver la fe y  la fruición de aquellas gentes tomando un poco de aquella agua”.


*Las Purísimas. León. 1959.

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