lunes, 21 de noviembre de 2016

SANDINO, NUESTRO SÍMBOLO NACIONAL. Por: Pedro Joaquín Chamorro C. y Ernesto Cardenal.


"LA VICTORIA DE PEDRO JOAQUÍN"
Escultura de Fernando Saravia

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Liminar, del Director- Editor del Blogspot: 

     Dos asesinatos --entre los miles que acumuló -- marcaron de manera profunda a la dictadura somocista: el del Gral. Augusto C. Sandino y el del Dr. Pedro Joaquín Chamorro C., crímenes de horror, perpetrados con premeditación  y saña.  Dos sucesos trágicos, acontecidos el 21 de Febrero de 1934 y el 10 de Enero de 1978. Tres décadas antes, Pedro Joaquín Chamorro C., y Ernesto Cardenal, ambos nacidos en la ciudad de Granada. Pedro, el 23 de septiembre del 24; Ernesto, el 20 de enero del 25., en 1947 elaboraron el artículo publicado en  el periódico "El Universitario". 

    De la presentación hecha por el doctor Jorge Eduardo Arellano sobre el libro: Universidad Central de Nicaragua. En el centro de la Historia. 1941-1946, escrito por el doctor José Salomón Delgado, decidimos citar párrafos relacionados con el combativo periódico estudiantil donde fue publicado el artículo de nuestros preclaros compatriotas. Dice Arellano:

       La Universidad Central fue clausurada por decreto ejecutivo del 28 de junio de 1946. Durante sus cinco años de existencia, impulsó por primera vez en el país “los principios emanados de la Reforma Universitaria de Córdoba, de 1918” (libertad de cátedra, extensión universitaria, servicio a la comunidad, idea de la autonomía); se constituyó en el primer centro de actividad cultural, artística y científica de Managua; su estudiantado, a la vanguardia del movimiento popular, puso “en jaque” a la dictadura, faltando únicamente un partido plenamente organizado que le diera el “mate”. También su mismo estudiantado reivindicó la lucha de Sandino, asumiendo a este como héroe nacional, además de recordarle a Tacho que él era su victimario; y su cierre obedeció al fracaso del mismo Somoza García por someterla, es decir: a una decisión de cortar de un tajo su oposición beligerante.

    "En consecuencia, el dictador de Nicaragua declararía poco después: Dos hijas tuve en mi gestión de gobierno: la Academia Militar y la Universidad Central. A las dos las consideré niñas de mis ojos…

      Pero la segunda me salió puta.

    La crisis fue tan profunda al punto que la Embajada estadounidense, preocupada por evitar una situación revolucionaria como la de Guatemala, o la crisis de El Salvador, aceptó que Somoza García se retirase de la conducción del gobierno para quedarse solo con el control de la Guardia Nacional.

    Sobre el mismo asunto, el periodista Ignacio Briones Torres, citado por J. Salomón Delgado (pág. 434 del libro) refería: En 1947, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal publicó en el periódico estudiantil "El Universitario" que se editaba en León un artículo en el que se exhortaba a los jóvenes a que encontraran, en el ejemplo del General Sandino, el camino de la liberación nacional del somocismo y del imperialismo yanqui. Desde 1929, el nombre de Sandino había desaparecido de las columnas de los periódicos y cuando se le mencionaba era para llamarle "bandolero". La idea de Pedro prendió en muchas gentes jóvenes".

    La edición e impresión del  periódico "El Universitario" jamás se hizo en León,  y no fue a partir del artículo relacionado que Sandino retornó a las primera planas. Desde los orígenes de ese combativo periodismo universitario, Eduardo Pérez-Valle fue el principal impulsor y apremiante de la política editorial que atacaba la memoria subterránea relacionada con Sandino, acogida con determinación por sus demás compañeros.

    Destacaba un núcleo dirigente que tuvo la certera y valiente labor de "resucitar" a Sandino y ponerlo de frente al asesino, diez años después del alevoso crimen; alrededor de su talla, los estudiantes de la Universidad Central fustigaron; llamaron al combate contra la dictadura de Somoza García, hicieron uso de tres periódicos, sucesivos: "El Universitario", "Avanzada" y "Patria Libre", surgidos cada vez que el periódico anterior era clausurado por el doctor Encarnación Fletes Largaespada, representante de Somoza García,  y titular del Ministerio Público.

    De esa época de la Universidad Central proviene la parte nutricia de las luchas subsiguientes, la "cadena" generacional emprendida por  Francisco Frixione, Guillermo Porras Sánchez, Octavio Caldera, Eduardo Pérez Valle, Luis Humberto del Palacio, Rafael Córdoba Rivas, Manuel Andara Úbeda y otros, éste último en el exilio años después conoció y acarreó por estos lares a Víctor Tirado López que estaba en el Partido Comunista mexicano.

     El artículo que en esta página "hacemos pasar" por la puerta de la Historia, no fue escrito en Nicaragua, sino que, enviado desde México, país donde el doctor Chamorro desde 1944 prosiguió estudios a partir de los  violentos sucesos ocurridos en Nicaragua.  

     Transcurrieron 35 años desde esa publicación en el pariódico El Universitario, para que, en homenaje al General Sandino, asesinado el 21 de Febrero de 1934 y, en homenaje al Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal  asesinado el 10 de enero de 1978,  el artículo en referencia fuera publicado en La Prensa del día Domingo 25 de febrero de 1979,  4 meses y 24 días antes del 19 de Julio de 1979. 

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Dibujo elaborado en 1947, por el Dr. Eduardo Pérez-Valle

Este artículo fue escrito en la última edición (21 Feb. 1947), del semanario EL UNIVERSITARIO, impreso en LA NUEVA PRENSA y editado por Eduardo Pérez-Valle, Carlos Santos Berroterán y Arsenio Álvarez Corrales. En él apareció una caricatura que enfureció a Somoza. Posteriormente, una turba nicolasiana irrumpió en los talleres de La Nueva Prensa y destruyó el taller, las oficinas e instalaciones de este diario. La Nueva Prensa no volvió a aparecer más.

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    No conmemoramos hoy la muerte de Sandino, sino su nacimiento a la gloria, esto es, a la leyenda, al mito. Porque Sandino ya no significa un individuo sino un símbolo, un pueblo que él encarna. Gracias a la villanía memorable de su asesino ha pasado a la historia; esto es, ha pasado a la inmortalidad.

    Ponernos a discutir si Sandino ha sido bueno o malo, es no comprender a Sandino. No se trata de eso. Lo que importa en él no es lo que los historiadores y pedagogos pedantes del país nos digan. Ellos pueden juzgarlo como quieran, pero el pueblo ya lo ha consagrado héroe. Desde hoy, quieran o no, Sandino es nuestro símbolo nacional, es nuestro pueblo. Desde el día de su muerte Nicaragua dejó de ser la misma de antes para convertirse en patria de Sandino y nuestro pueblo en pueblo de Sandino. Fue el 21 de febrero cuando cayó ante las balas asesinas, que su gesto de rebeldía bolivariana se cruzó en el cielo con la huella luminosa de nuestro otro grande hombre Rubén Darío, para marcar definitivamente el lugar que ocupa actualmente Nicaragua entre todas las naciones del mundo.

    No consideramos a Sandino como un personaje histórico; él ha sobrepasado la historia como todos los héroes realmente populares, y está con nosotros, mejor dicho, nosotros mismos somos parte de Sandino
.
    El hombre que salvó el honor internacional de la patria, el guerrillero de los imposibles que retó gallardamente al país más poderoso del mundo, es y debe ser siempre el símbolo de la bandera de la nueva juventud nicaragüense que vive del honor y del patriotismo.

    Por tanto no lo discutamos más, Sandino está fuera de toda discusión, dejemos las cavilaciones y las disputas para aquellos que se cruzaron de brazos mientras él luchaba en la soledad y nosotros los que teníamos diez, doce, quince años, en ese entonces, sigamos el santo y seña de Sandino hasta el salvajismo si es necesario; y rompamos las páginas de la Historia Patria en que aparecen los nombres de los que pidieron su sangre, de los que bebieron su sangre y de los que cínicamente brindaron con ella a la salud de la piratería norteamericana.

    La espada mágica de Sandino ha señalado ya el destino de la patria, nosotros los jóvenes de Nicaragua debemos en su nombre destruir a los explotadores, a los imperialistas, a los viejos políticos, a los comedores de pueblos, a los monopolistas, a los caínes timbucos y calandracas y más que todo a sus asesinos que después de ofrecer su sangre asesinaron al pueblo como para demostrar la identidad  que existía entre el pueblo nicaragüense  y Sandino mismo. Esta es la lección de Sandino.

    Que sepan sus enemigos que no ha muerto, que Sandino está empezando todavía, y tal vez no esté lejano el día en que lo veremos actuar nuevamente en una forma terrible; y si la gloria del héroe apenas está comenzando a medida que ella se agigante, la vileza de su asesino irá también en aumento hasta alcanzar una magnitud y celebridad tales que él (Somoza) ni siquiera es merecedor de ella. Porque la abominación que se ha echado sobre sí con el asesinato de un solo hombre, es mucho mayor que todos los años de horror de su gobierno.

*Publicado en el periódico El Universitario, 21 de Febrero de 1947.

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