jueves, 26 de agosto de 2021

CÓMO SE LOCALIZABA A LAS PERSONAS EN EL MANAGUA ANTIGUO Por Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 1 de septiembre de 1967.

 

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    Los apodos, único medio de identificación.- Los “Machos”; la “Luisa Pintada”; las “Dormilonas”, etc.

    En el Managua de antaño era peculiar el identificar a las personas, no por su nombre y apellido, sino por sus apodos o sobrenombres.

    Si usted preguntaba en aquella época, dónde vivía determinada persona, mencionando su nombre y apellido, nadie le daba cuenta.

    Muchas veces sucedió eso a los forasteros que indagaban a una dirección.

    Y era típico: ¿Sabe usted dónde vive la familia Morales?

    --No, le respondían.

    -- Son unas que les dicen Ratonas.

    E inmediatamente el vecino, a quien se había pedido la dirección, identificaba a la familia o persona.

    Así no era raro oír en aquellos tiempos, las direcciones del domicilio en la siguiente forma:

    --Llega usted a la esquina de las “Dormilonas”, dobla “para abajo” y a la media cuadra en una casa contiguo a las “Cuero de Chancho”, allí es la casa.

    No conozco de dónde vino esa costumbre de llamar con apodo a los residentes de la ciudad aldea. Supongo que el espíritu festivo de los habitantes; talvez la similitud física de ciertas personas con el sobrenombre o sus costumbres.

    Sí, puedo asegurar que de los managuas autóctonos, pocos, muy pocos, no tienen sobrenombres, que se han ido transmitiendo de generación en generación y los últimos retoños o la generación actual de esas familias todavía a veces se les llama con el remoquete de antaño.

    La costumbre de los sobrenombres, transmitido de padres a hijos, perduró mucho tiempo hasta en los colegios.

    Un sobrenombre que se ha extendido a todos lo que llevan el apellido Robleto, no sólo en Managua, sino en Nicaragua, es el de “Macho”.

    Hubo una vez una familia de muchachas simpáticas de cuna humilde, pero alegres, comunicativas, que usaban mucho el colorete, costumbre desconocida en aquellos tiempos, “que se pintaban mucho” y como creen ustedes que fueron bautizadas, “Las Pintadas”. Yo creo que casi todas ellas ya murieron, pero hubo una que se destacó en cuanto a que logró tener una o dos propiedades en el barrio Santo Domingo, donde tuvo también una taberna. Se llamaba la “Luisa Pintada”. Su verdadero nombre y apellido era Luisa Noguera, pero vaya usted a preguntar por ese nombre y ese apellido y nadie le daba cuenta de ella, pero apenas usted decía, la Luisa Pintada, la localizaba inmediatamente.

    Pintorescos son los sobrenombres de los moradores del Managua antiguo, que aún perduran.

    Vamos a mencionar los que recordamos en momentos que estamos escribiendo esta crónica, sin ánimo de molestar a nadie, sino como un dato que muestra las costumbres del Managua de antaño y no sólo del Managua de antaño y no sólo de Managua, sino de toda Nicaragua. 

    He aquí algunos: Las Cabezonas: las Ratonas y las Macho Ratón, las Cuero de Chancho, las Dormilonas, Salvador Chas Chas, las Sebuco, las Chajinas, los Ri-Rha, los Perro Mojado, los Tío Doña, los Chapetones y pare  usted de contar los centenares de apodos que llevaban las humildes familias managüenses, muchos de los cuales todavía no han sido eliminados y se les aplican a los “agraciados”.

    Ni las personas de personalidad extranjera se han escapado del remoquete  tan usual en el Managua antiguo. . Y así vemos como al ciudadano francés, que trajo el “pirulí”, del cual ya me he ocupado en otras crónicas, no se le conoció por otro nombre, que el del Pirulí. Y así el del Cande Suizo y otros más.

    Se podrían llenar páginas con los sobrenombres y los incidentes que dieron motivo a esos apodos, pero quizás heriría la epidermis de muchos como me ha sucedido en otras crónicas, debiendo repetir una vez más que estos relatos no tienen por objeto molestar a nadie. Son simples recuerdos de la vida de la aldea silenciosa, de vida patriarcal, hoy en vías de convertirse en una ciudad alegre, bulliciosa, ruidosa, con sus millares de vehículos motorizados y esa fiebre de trabajo, de actividad para ganarse el sustento de cada día.

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