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La Laguna de Masaya se encuentra en el fondo de lo que se supones fuera el cráter de un gigantesco volcán, cuyo diámetro es de aproximadamente 10 kilómetros y que a su vez encierra los volcanes Masaya y Santiago.
Por el lado de la ciudad de Masaya y sobre todo desde el malecón, se contempla un bellísimo panorama, dando la impresión de ser un ancho río surcado por corrientes internas que la dan diferentes colores y tonalidades al agua.
La historia de los pueblos indígenas esta íntimamente ligada a la laguna, lugar en donde además del agua encontraban parte de su alimentación a través de la abundante caza y pesca que había en ella y sus alrededores.
Ventanas moriscas, como en el actual palacio. Don Francisco Aranda empezó a hacerlo en 1928. El humor cáustico de Moncada con los aspirantes. Los Ford 28 subían y bajaban por la Laguna. Cuando se inundó la casa en 1928.
Entrando por el camino que está frente al cementerio de Nindirí, el visitante luego de pasar el desolado e impresionante paisaje conocido como “la piedra quemada” realiza un verdadero paseo, ya que la carretera va paralelo a la costa y entre frondosos árboles en donde sobresale el colorido de “las flores de mayo”.
En esa época, blancas y abundantes garzas volaban sobre sus aguas, mientras pequeñas y perezosos cuajipales descansaban en la costa. Todo eso, además de patos, conejos y venados que había en la espesura, han sido exterminados y destruidos.
También en una época, tanto la carretera que viene de Nindirí como la que conduce hasta Masatepe, conocieron el paso de personas que de una y otra manera han participado de nuestra historia en los últimos 50 años.
Igualmente, quien vea las ruinas de una casa de concreto que está en el balneario conocido como Venecia, poco dirá de ella, tal vez que en ella vivió el exPresidente José María Moncada Tapia.
Foto tomada en el momento en que estalla una carga de dinamita durante la construcción de la carretera que estuvo bajo la responsabilidad del General Mejicano Juan Escamilla
EL CHALET DE VENECIA
El General Moncada siempre había sentido gran atracción por la laguna de Masaya. Fue así que durante su gobierno se propuso a construir dos carreteras que llegaran hasta ella, una por Nindirí y otra por Masatepe, obra que estuvo bajo la responsabilidad del conocido mejicano y gran amigo de Moncada, General Juan Escamilla.
En 1928, Moncada encargó al maestro constructor Francisco Aranda, la construcción del chalet Venecia. Menos de un año duró aquello, mientras tanto se edificaron algunas barracas y galerones en donde acostumbraba llegar Moncada con sus más íntimos amigos, entre los que se contaba el General Anastasio Somoza García.
La casa de dos pisos estaba ubicada a orillas de la laguna y la rodeaban grandes jardines con garzas y toda clase de aves. Las fiestas que se celebraban eran muy concurridas.
Potentes motores proporcionaban la energía eléctrica que mantenía una gran iluminación que daba al chalet, visto desde Masaya, una visión casi fantasmagórica, lo que unido a las muchas leyendas y decires que había sobre la persona de Moncada, hacían del lugar un sitio atractivo.
LA ESCOGENCIA DE SACASA
En el chalet se tomaron muchas decisiones de nuestra política criolla, con toda su mezcla de intrigas y emisarios. Uno de estos episodios está relacionado con la escogencia para candidato presidencial del Dr. Juan Bautista Sacasa.
Eran varios los candidatos que se disputaban la sucesión de Moncada. Este naturalmente tenía su preferido, por lo que invitó a los convencionales para que se reunieran en la laguna y discutir el asunto.
En uno de los patios del Chalet. El Sargento, Alemán, viejo asistente militar de Moncada, junto a dos motociclistas checoslovacos y el famoso caballo blanco del General.
Se cuenta que, en lo acalorado de las discusiones, alguien se exaltó y atacó fuertemente a Moncada, insinuando que por el hecho de llegar éste mucho al chalet y esta ubicado cerca del agua, el General se había convertido en una rana.
Moncada dominando su ira y con el humorismo cáustico que le caracterizó, quedó viendo a varios de los presentes y exclamó: “Dicen que soy una rana, pero de esta rana han salido todos estos sapos”. Sin embargo, a la larga, no salió el candidato que él hubiera querido.
CASA PRESIDENCIAL EN 1931
Cuando el terremoto de Managua en 1931, durante algún tiempo el General Moncada se trasladó al chalet en donde de hecho funcionó la Casa Presidencial, ya que era en ese lugar en donde se firmaban los decretos y acudían los altos funcionarios del gobierno, lo mismo que el cuerpo diplomático.
Una placa incrustada en la roca con la firma de Moncada, recuerda la abierta (sic) de la carretera en la peña
Los Ford 28 subían y bajaban por las dos carreteras. La construcción de ambas fue una verdadera hazaña, especialmente la que viene de Masatepe, la cual fue abierta en la roca de las paredes del antiguo cráter a base de dinamita. Una placa de bronce incrustada en la roca dice con la firma de Moncada, “lo que vale la voluntad humana dirigida hacia el bien”.
SE INUNDA EL CHALET
Cuenta don Lorenzo Alemán, quien durante muchos años fuera el ayudante militar del General Moncada, que en el mes de mayo de 1934 hubo torrenciales lluvias que provocaron fuertes corrientes que hicieron subir el nivel de la laguna.
El día 27 de mayo una de estas corrientes penetró al chalet. Moncada que acostumbraba a dormir en el primer piso fue despertado violentamente, subiendo al segundo piso y quedando todo lleno de agua y lodo. Al día siguiente se marchó y muy pocas veces regresó, ya que el nivel de la laguna continuó subiendo hasta hacer desaparecer todo el primer piso.
Lentamente el chalet se fue destruyendo. De los hermosos jardines no quedaron ni restos. Solamente sobresalían las ventanas estilo morisco del segundo piso y las paredes que por ser concreto resistieron la inclemencia del tiempo.
Al bajar el nivel del agua, quedó aterrado el primer piso y poco a poco monte y arbustos fueron creciendo en donde tantos acontecimientos políticos y sociales habían ocurrido. Mientras tanto el poder de Somoza, surgido en gran parte de aquel chalet se afianzaba ya que en miras de establecer una dictadura dinástica.
EN LA ACTUALIDAD
Entre los árboles y el monte surgen las paredes de lo que fuera aquel bello chalet, sitio de muchos acontecimientos históricos. Las rastreras lagartijas se mueven por doquier, tal vez, símbolo de un pasado en el que seres humanos servilmente se arrastraban como ellas ante los poderosos de aquellos tiempos.
Los visitantes ignorantes de los que el chalet fue, pasan junto a él observando las ruinas con cierta curiosidad. Conocido el sitio como “la casa de Moncada”, poco se sabe en el fondo de lo que en verdad ocurrió en el chalet.
La mayoría de los que llegaban a él han fallecido. De aquellos viajes semanales que casi siempre comenzaban los viernes y terminaban los lunes sólo las abandonadas ruinas podrían hacer el relato, y este se queda en el misterio, puesto que la laguna, como si hubiera tenido un pacto secreto con Moncada, es en este sitio donde lanza con más fuerzas sus olas, como pretendiendo acallar con su ruido las voces del pasado.
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