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Admirable obra colonial que debe reforzarse. Narrada por el difunto Doctor Juan de Dios Vanegas.
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Cuando los españoles abandonaron lo que después se llamó
León Viejo, tomaron rumbo al Occidente, procurando acercarse al pueblo
nagrandano llamado Subtiava (sic) y se detuvieron próximos al Oriente, para
gozar, no sólo de las ventajas que iban a obtener con los servicios de los
habitantes indígenas, sino la calidad del terreno y la existencia de un río al Sur
y otro al Norte.
Los inviernos eran copiosos. Ellos llegaron en Enero. Las
próximas lluvias de Mayo a Octubre, ya los encontraron instalados. Los
descendientes de españoles se establecieron en lo que después se llamó barrio de
San Sebastián. Los mestizos en lo que se denominó San Felipe, y los indios
libertos, que los habían auxiliado en la traslación, apellidados naborí (sic),
en la parte occidental de San Sebastián, que después se designó Laborío. Para
llegar a ese sitio, atravesaron varios ríos, principalmente el de Amatitán y el del Convento.
El primer invierno les reveló que los ríos se crecían
considerablemente, arrastrando árboles y piedras. Pero ellos están situados en
parte alta y no tenían peligro de inundación.
Así pasaron dos siglos; y en 1815 o 1816, el progresista
Obispo Nicolás García Jerez, dispuso hacer el puente que desde entonces se
llamó de Guadalupe, porque servía de comunicación con el barrio de ese nombre.
Su altura es como de veinte metros, con tres arcos que le dan elegancia. El río
pasa bajo el arco del lado Sur; pero cuando se crece por las lluvias, corre por
los tres. La fábrica es de piedra y ladrillo, bien trabajado con espléndido
material. Encima tiene forma plana, con una ligara curva, inclinada hacia el
Norte y al Sur. Una cadena a cada lado, para asientos, defendida con una
baranda. La primera fue hecha de los cañones de los rifles en desuso, que se
llamaban negritos. Los muchacho pasaban sobre la calzada de la baranda, y el
que estaba flojo lo sacaban y lo arrojaban al fondo del río. Hace pocos años,
el Alcalde Roberto Debayle mejoró la parte superior del puente colocando una
buena reja y unos faroles para iluminarlo en la noche. Cuando se arregló la
calle, se hizo un triángulo a cada lado,
para jardín. En el lado noreste estuvo varios años el busto del sacerdote
Remigio Casco, gran orador consagrado y gran escritor. El busto de Casco fue
trasladado al parque de la Mercede y en su lugar se colocaron los cañones viejos que estaban en las esquinas,
en las calles; colocación que hizo el Alcalde General Carlos Castro Wasmer.
No se tiene memoria del nombre del arquitecto que trabajó y
dirigió el trabajo. Por la época en que fue hecho, se supone que fue el mismo que
trabajó las torres de la Catedral, Hipólito Estrada y Orellana, venido de
Guatemala y los que hicieron de
albañiles han de haber sido de esta ciudad, lo mismo que los aprendices
auxiliares, entre los que se nombra a Ramón Sánchez y Antonio Vidoña. Cuando
los trabajos avanzaban, mostrando las bases de los arcos, el Sr. Obispo
acompañado de los Canónigos y del alto Clero, visitaba la obra, poniendo
entusiasmo en el jefe y los oficiales y
aprendices. Existía al lado oriental una bajada en gradería plana, enlajada,
hasta llegar a la orilla del río. Puede verse los restos de esa gradería. La
comitiva llevaba asientos y los colocaba bajo un enorme Guanacaste que daba sombra
y frescor. Aquello era un acontecimiento entre los trabajadores y vecinos.
Cuando terminaron la obra tuvo efecto la bendición solemne, con cantos
litúrgicos.
El vecindario rememoraba la leyenda de la profecía de Fray
Ramón Rojas de Jesús María, que entonces estaba ocupado en la fundación del
pueblo de Guadalupe, al Poniente de Chichigalpa, donde se admiran las ruinas.
Fray Ramón había dicho que con las crecidas de ese río, la ciudad se podía
perder. El santo era admirador del señor Obispo García Jerez, por sus obras
materiales, morales e intelectuales. Conservo una carta que del pueblo de
Guadalupe escribió a Su Señoría, en 1812, cuando ya empezaban los brotes de la
Independencia.
El puente es sólido, resistente, preparado para que pasen
vehículos con algo más de una tonelada: pero se hace preciso reforzarlo, porque
los grandes camiones que vienen por la carreteras traen doce y quince toneladas
y a su paso se debe conmover y sacudir, aflojándose las uniones de los
ladrillos.
El puente de Guadalupe es una obra romana en su
construcción. Contemplándolo se piensa en los grandes acueductos que los
romanos construyeron en Italia, España y los otros países que estuvieron bajo
su dependencia.
La fecha citada de la construcción del puente de Guadalupe, 1815 o 1816, corresponde con el período cuando el coronel Joaquín Arechavala y Vílchez ocupó interinamente la Gobernación de la Provincia de Nicaragua entre 1813 y 1819. Arechavala, hombre rico, participó económicamente en la obra del puente y el empedrado de calles, en la construcción de la capilla de San Sebastián y la reconstrucción de la capilla de La Recolección. Varios autores.
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