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DE LA HISTORIA DE AYER
NICARAGUA, ASILO DE PROMINENTES PERSONAJES. -- LAS EXPEDICIONES QUE ORGANIZÓ EL GRAL. ZELAYA. CONFERENCIAS DE PRESIDENTES.
Por: Juan García Castillo
Estoy leyendo en la revista Nicaragua Informativa, que dirigiera en su juventud en esta capital, el Director de FLECHA, en el exilio, Hernán Robleto, que Carlos Ezeta vivió en Managua. Lo afirma en un artículo Lázaro Naivama, seudónimo del escritor don Mariano Zavala, cuyo fallecimiento ocurrió hace muchos años.
Refiere el señor Zavala que Carlos Ezeta, residía en un cuartucho, donde fabricaba puros y cigarrillos, que después él mismo salía a vender a las calles. No señala si, el extinto don Mariano, la ubicación exacta en el Managua de aquel tiempo, del cuarto que ocupó, el después general Ezeta.
En la administración del general Zelaya, afluyeron a Managua y León prominentes personajes políticos y escritores de América, los que encontraban un espléndido asilo.
Por las arenosas calles del Managua de ayer, transitaron los personajes, hicieron amistades, gozaron de la estimación general. Don Santos no escatimaba atenciones para ellos y en la primera oportunidad organizó expediciones integradas por nicaragüenses, en su mayoría, que ofrendaron su sangre en tierras extrañas, sólo para llevar a la cumbre del poder a esos amigos del entonces todopoderoso Presidente de Nicaragua.
Y así fue como el general Eloy Alfaro, encabezó una expedición con contingente nicaragüense, para ascender al poder en Ecuador; también el general Leónidas Plaza, que fuera Presidente del mencionado país suramericano vivió en Managua y de aquí salió para su patria, donde estuvo dos veces como gobernante.
El general Eloy Alfaro fue huésped en León, donde residió la mayor parte del tiempo de su permanencia en Nicaragua, primero de don Norberto Salinas y después del doctor Fernando Sánchez político liberal nicaragüense, consejero omnipotente del régimen en aquel entonces. Había una estrecha amistad entre el general Alfaro y el doctor Sánchez, a tal extremo que éste como un homenaje al prominente ecuatoriano, bautizó con el nombre de Eloy a un hijo suyo. Este fue Eloy Sánchez Salinas, muerto hace varios años.
JUAN PUERTORRIQUEÑO Y JUAN COLOMBIANO
Dos intelectuales, Juan Coronel y Juan de Dios Uribe también supieron de la hostilidad del general Zelaya.
El primero era puertorriqueño, no colombiano como se ha afirmado. Orador, se destacó en el funeral de Máximo Jerez pronunciando un discurso de corte netamente liberal. Coronel, dicen los que lo conocieron, era de color moreno, estatura baja.
Juan de Dios Uribe, sí era nativo de Colombia. Ganó la simpatía y la admiración de los nicaragüenses de entonces, con el discurso que dijo también en los mismos funerales del León del Istmo, ungiéndole con la famosa frase: El Partido Liberal no cree en la resurrección de los muertos…
Esos dos discursos fueron impresos en los talleres nacionales, distribuyéndose profusamente. Hoy constituyen una joya de la bibliografía nicaragüense, pues existen muy pocos ejemplares.
Imperaba en Colombia un régimen conservador y el gobernante nicaragüense, que tenía obsesión por implantar regímenes liberales donde pudiera, dio su apoyo o mejor dicho organizó una expedición contra el entonces gobierno colombiano. Soldados nicaragüenses iban junto con los emigrados colombianos. Entre estos últimos, Juan de Dios Ortiz, Cabo Pichinga, muy conocido en el Managua de ayer. Cabo Pichinga casó con una tía mía, Mercedes Cortés. La expedición fracasó pues apenas intentó desembarcar, fue aniquilada por el ejército. Cabo Pichinga jamás volvió a Nicaragua. Fue unos de los muertos en el primero y único combate que hubo.
AMBICIOSOS PROYECTOS DE DOMINIO
Esta audacia del general Zelaya de enviar expediciones hasta tan lejanos países despertó desde luego desconfianza entre los gobiernos de Centro América.
Pero la desconfianza aumentó, cuando el gobernante nicaragüense no ocultó su propósito de colocar en las demás repúblicas hermanas, gobiernos que facilitaran sus ambiciones. Con ese propósito envió a El Salvador, la llamada expedición de Sonsonate, que al mando del general Julián Irías e integrada en su mayoría por reos condenados en la Penitenciaría, fracasó espectacularmente.
Con excepción del Presidente de Guatemala los demás gobiernos del Istmo, auques hostiles a los proyectos del general Zelaya, aparentaban indiferencia.
El Licenciado Estrada Cabrera, francamente repudió los movimientos del mandatario nicaragüense y por ello se creó una situación tensa entre los dos gobiernos.
Para tratar de rebajar la tensión, hubo una conferencia de Presidentes en el puerto de Corinto, al que concurrieron los mandatarios de Costa Rica, don Rafael Iglesia; el de Honduras, general Terencio Sierra, y el de El Salvador, general Tomás Regalado; Estrada Cabrera se excusó de asistir personalmente y envió dos delegados.
El general Regalado, dipsómano, audaz, valiente, pintoresco, fue la figura central en esas conferencias por sus excentricidades, muchas veces rayanas en la grosería. Se recuerda cuando montado en el carro de Monseñor Rafael Jerez, con revólver en mano y haciendo veces de cochero, se introdujo al mar con el anciano sacerdote, Regalado, experto tirador, más de una vez colocó una naranja en la cabeza de miembros de la comitiva del general Zelaya y disparaba con certera puntería sobre el blanco.
La conferencia de Presidentes no tuvo éxito, desde luego que no concurrió Estrada Cabrera y la tensión entre los dos gobernantes siguió, hasta la caída del general Zelaya. Estrada Cabrera, fue uno de los principales contribuyentes con armas y dinero, para que estallara la revolución de 1909, que derrocó a don Santos.
JUAN GARCÍA CASTILLO
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