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Rubén Darío - Nueva York, 1915
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GLORIAS DEL ARTE*
Se hacían
preparativos en la capital salvadoreña, para celebrar unos festejos en homenaje
al Libertador; y hallándose presente Rubén Darío en dicha ciudad, escribió el
Himno a Simón Bolívar.
El insigne maestro
Juan Aberle también se encontraba en aquella República, en donde ejercía su
profesión.
Discípulo éste de
eminentes artistas italianos, y dotado
de relevantes cualidades, descolló como
gran compositor y excelente Director de
bandas y orquestas; y en la referida ocasión compuso la música del Himno a
Bolívar.
Y, cosa muy
natural, el himno es grandioso.
No me ha sido
posible conseguir en estos tiempos un ejemplar de ese canto admirable; y aunque
tuve en mis manos uno, sólo conservo en mi memoria la primera estrofa que dice
así:
¡Gloria al Genio!
A la faz de la tierra
de su idea
corramos en pos,
que en su brazo
hay ardores de guerra
y en su frente
vislumbres de Dios.
Y me siento
verdaderamente ufano de que en mi patria El Salvador, ese pequeño gran país,
según ha sido llamado en justicia, hayan tenido realización sucesos que le dan
timbre de honor, y que son signo inequívoco de elevada cultura, como el de
que hablo.
II
Lo mismo puede decirse del Himno Nacional de
El Salvador, cuya letra es del que fue decano de los poetas salvadoreños, Juan
J. Cañas, y la música del renombrado maestro Juan Aberle.
Fiesta que revistió gran solemnidad fue la
que se celebró en la capital de la República el 15 de septiembre de 1879,
aniversario de la independencia.
Hallábanse reunidos en la amplia explanada
del palacio nacional, las altas autoridades del Estado, escuelas primarias
capitalinas y numeroso público, para escuchar el Himno Nacional, que por vez
primera iba a ser ejecutado por los alumnos de las referidas escuelas.
El éxito del mencionado acto fue
espléndido, y, para los oyentes, de perdurable recuerdo.
Este himno ha merecido también los mayores
elogios de artistas de exquisito gusto; y el genial maestro Enrique Drews, que
fue Director de la Banda de los Supremos Poderes de San Salvador, y de la que formó un cuerpo de primer orden
en los países americanos, no escatimó sus juicios favorables, respecto de él;
conceptuándolo obra musical de magnífica, hasta con sublimidad en algunas de
sus partes.
Dr.
FCO. MARTÍNEZ SUÁREZ
San José,
Costa Rica, 1938.
* Fue publicada en “Ariel”.
Quincenario antológico de Letras, Artes, Ciencias y Misceláneas. San José de
Costa Rica, 15 de julio de 1938. Serie VIII. Número 22. Pág. 601. Director:
Froylán Turcios.
III
Dos años más tarde, la remembranza del Dr. Martínez Suárez
animó a don Mario Briceño-Iragorry, Ministro de Venezuela en la República de El
Salvador, quien escribió esta carta a don Froylán Turcios:
CARTA DEL MINISTRO DE
VENEZUELA. En: “Ariel”. Quincenario antológico de Letras, Artes, Ciencias y
Misceláneas. San José de Costa Rica, 1 de agosto de 1940. Serie XXIV. Número
71. Pág. 1786. Director: Froylán Turcios.
San José,
julio 16 de 1940
Señor
don Froylán
Turcios.
Presente.
Mi muy admirado amigo:
Al recibir el
hermoso tomo que hacen los primeros sesenta y cuatro números de la magnífica
revista Ariel me di a la grata tarea de deleitarme una vez más con tan bien
seleccionada literatura. A la página 601 encontré la apostilla de mi malogrado
y buen amigo y colega, Dr. Francisco Martínez Suárez, acerca del eminente
Profesor Aberle y del himno al Libertador que compuso en 1883 el gran Darío.
Curioso por el relato del Dr. Martínez Suárez, fue especial empeño mío al ir a
la bella capital cuscatleca, en el curso del año pasado, el conseguir su letra
y música. A mi excelente amigo don Joaquín Leiva debí tan valioso obsequio y,
como el Dr. Martínez Suárez apenas recordaba la primera de las estrofas de
Darío, le trascribo el Himno completo:
Letra de
Rubén Darío
Música de
Juan Aberle / Circa 1883
¡Gloria al Genio!
A la faz de la tierra
de su idea
corramos en pos,
que en su brazo
hay ardores de guerra
y en su frente
vislumbres de Dios.
¡Epopeya! No pinta
la estrofa
del gran héroe la
espléndida talla
que en su airoso
corcel de batalla
es su escudo
firmeza y verdad.
Y subiendo a la
cima del Ande,
asomado al fulgor
infinito
coronado de luz
lanza un grito
que resuena
doquier ¡Libertad!
Soy su
afectísimo amigo y admirador,
Mario
Briceño-Iragorry
Ministro de Venezuela
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