jueves, 20 de febrero de 2014

DEBATE PÚBLICO SOBRE EL ASESINATO DEL GENERAL SANDINO: MENTIRAS, DESTAPES, Y VERDADES

CONTESTACIÓN A  ABELARDO. Por Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa 20 de marzo de 1980.

Estimado Abelardo:

Puedo asegurar que todo el contenido del librito sobre la muerte de Sandino, publicado por la Biblioteca del Banco Central y preparado por mí, es extraído de testimonios que constan en publicaciones viejas o nuevas.
El párrafo que causa tu inquietud y protesta fue publicado por Gustavo Alemán Bolaños en su libro “Sandino, el libertador (México, 1952). En la página 226, dice Alemán: “El relato más completo de cómo fue asesinado el general Sandino lo dio Abelardo Cuadra, exoficial de la Guardia Nacional, en los siguientes términos”… y pone a continuación tu relato, que corresponde con algunas variantes, al de “Hombre del Caribe”. El párrafo que no te gusta así como la línea relativa a Caifás aparecen en la página 231. El relato termina con esta bonita reflexión: “Al menos si no logré impedir que se asesinara a los tres generales patriotas, los he vengado de la artera traición de Somoza, revelando cómo los asesinaron”.
Ahora bien, ¿de dónde tomó Alemán todo lo transcrito? No lo sé, y él no lo dice. Me inclino a creer que fue de algunas de las versiones de “Bohemia”, quizás la de 1949 (13 feb. Año 41, número 7) citada por Selser y Macauley y que también fue reproducido en 1954 por el periódico “Revolución”, de San José. Hago constar que en la versión que publicó “Diario de Costa Rica” en 1936, y que reprodujimos en “El Universitario” en 1947 (es aquella que termina confesando que “a la empresa de Sandino le zumba el aparato”) no contiene las declaraciones que ahora motiva tu protesta.

Aprovecho la oportunidad de esta contestación y la gran difusión de La Prensa para advertir a los tenedores del librito en cuestión de una grande e involuntaria omisión que deben corregir. Es la de la intervención de Sergio Ramírez, que debe agregarse en la pág. 65, después de la última tuya, y  que dice así:

RAMÍREZ

--La localización del histórico lugar se logró en base a procedimientos de fotografía aérea y fotogrametría. Se ocuparon en esa tarea científica antiguas tomas de la vieja Managua que fueron calcadas sobre otras fotografías más recientes.

“Podemos decir que hemos encontrado el área exacta donde fueron sepultados los restos de Sandino, aunque es indudable que todavía faltan algunos estudios complementarios y pruebas para localizar el sitio preciso de la tumba.

Para proceder a las excavaciones nos hemos basado en el relato de Abelardo, el cual coincide con la versión de Carlos Eddy Monterrey. Ambos explican que la tumba de Sandino fue abierta a unos siete metros al norte de la esquina de un galpón que ocupaban los “marines” como dormitorios, en el antiguo local del Hospicio Zacarías Guerra.

Existen algunas dudas sobre si se encontrará en el lugar de las excavaciones los restos de Sandino y de sus compañeros de tumba.

“La versión de Carlos Eddy Monterrey afirma que en 1944 el viejo Anastasio Somoza García, temiendo que la oposición a su gobierno pudiera en cualquier momento derrocarlo y encontrar los restos de Sandino, ordenó a su hijo Luis que los desenterrara y que los quemara.

La orden fue cumplida por Luis Somoza y  siguiendo esa versión, los restos de Sandino fueron conducidos a un lugar que se encuentra entre la actual Universidad Centroamericana y la carretera a Masaya. En ese punto lo esperaba José Somoza que hizo una gran fogata y quemó hasta las cenizas, los despojos que llevó Luis.

Después las cenizas fueron dispersadas por el viento”.

Con respecto al lugar donde fue asesinado Sandino, hay muchas discrepancias, aunque algunas versiones están de acuerdo en que el crimen se verificó en “un predio o solar” del viejo Barrio Larreynaga; otras ubican ese lugar en el viejo Barrio San Luis e incluso en otros terrenos.

(La Prensa, 11 de febrero de 1980)

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Managua, D. N., Marzo 21, 1980.

Sr. Dr. Eduardo Pérez Valle
A/c. diario LA PRENSA.
Managua, D. N.

Mi muy estimado Doctor:

Con verdadera atención y detenimiento he leído y releído en LA PRENSA, edición número 15600 de ayer Jueves 20 del mes en curso su “CONSTESTANDO A ABELARDO”, quien –como siempre—desmemoriado, o por su ya muy avanzada edad, es de suponer cree, que, al correr de los días, o mejor aún, los años, lo por él manifestado en escritos, él mismo puede cambiarlo de acuerdo a su conveniencia, sin importarle los perjuicios que tal cambio pueden causar a terceras personas, lo que demuestra que actúa irresponsablemente.

Deseo felicitarle, Doctor, por las citas bastante citables que le hizo, que, de no ser suficientes para demostrar lo que está mostrado sobre el Caso del General Sandino que Abelardo, su aparentemente voluntaria confesión, fue su Décimo Cuarto Asesino, quien no habiendo podido, (porque nunca lo intentó siquiera)—salvarlo de la muerte, arrepentido ya cuando ese arrepentimiento resultaba tráficamente repulsivo, --por no calificarlo de otra manera--- expresó por escrito, (Sic): “AL MENOS SI NO LOGRÉ QUE SE ASESINARA A LOS TRES GENERALES PATRIOTAS, LOS HE VENGADO DE LA ARTERA TRAICIÓN DE SOMOZA, REVELANDO COMO LOS ASESINARON”…

Bien puede notarse, mi apreciado Doctor Pérez Valle, que si la artera traición de Somoza a Sandino ha sido y es indiscutiblemente culpable en mayor grado, la actitud del 14º asesino como se autocalifica Abelardo, el grado de culpabilidad de éste es de grado superlativo. Sin embargo, sigue tan campante como Johnnie Walker. El contenido de este sólo párrafo basta y sobra para probar palmariamente que el autor del “HOMBRE DEL CARIBE” es solamente adjetivo. Porque… si las aserciones que en ese libro hace difieren de las que aparecieron en su entrevista con LA PRENSA, cuando desde Miami vino a su país a buscar afanosamente la tumba del General de Hombres Libres, nada se le puede creer.

Con un fraternal saludo de éste su amigo, suscríbese atento servidor,

                                            (f.) Guillermo E. Cuadra G.

De esta carta puede hacer el uso que más convenga. 
G. E. C. G.



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CARTA DE LUCIANO CUADRA  EN DEFENSA DE ABELARDO Y EN CONTRA DE EDUARDO PÉREZ-VALLE

Granada, 23 de Marzo de 1980

A Pérez Valle
         L. C.

Querido Jorge Eduardo:

Por cuentas Eduardo Pérez Valle se creyó que en Nicaragua nadie más que él tendría el libro “Sandino, el Libertador” de Gustavo Alemán Bolaños. Ediciones del Caribe, México, D. F., y Guatemala, C. A., 1952, y que así Abelardo no podría desmentir su aserto de que en ese libro, página 226, parece Abelardo diciendo que Carlos Eddy Monterrey, Teniente al mando del pelotón que asesinó a Sandino, después de consumado el hecho se llevó esa misma noche a los diez guardias asesinos y los mató a todos a la orilla del camino que de Managua a Tipitapa… Absurda truculencia ésta que nunca dijo ni escribió Abelardo, y que, fíjate bien, ni en la página cita por Pérez Valle, ni en ninguna otra del libro aparece lo que éste afirma que está allí.

Abelardo lo emplumó el 12 de Marzo en “La Prensa” por haberle imputado esa falsedad en el folleto “El Martirio del Héroe” editado este año por la Biblioteca del Banco Central bajo la dirección del propio Pérez-Valle. Y  éste, en vez de admitir con honradez su error y rectificar, publicó en “La Prensa” del 20 del mismo mes de Marzo un largo, insustancial y enredoso artículo que no prueba nada y más bien se sale “por la puerta de las  yeguas”.

¿De dónde sacaría Pérez Valle la quimera de que un solo hombre (Monterrey) pudiera haber matado a quemarropa a diez soldados armados de los rifles más potentes de aquellos días? No lo sacó, como queda dicho, del libro que él cita como fuente. Por otra parte, que todo un académico se tragara semejante infundio para reproducirlo en un folleto de una institución gubernamental desdice de su caletre.

Con el libro en la mano, “Sandino, el Libertador”, y enseñándole la página 226, le insinué a Abelardo que re-emplumara a Pérez Valle, pero no hizo más que encogerse de hombros desdeñosamente. Sin embargo yo, como hermano suyo, no he querido dejar pasar eso así no más. Te escribo ésta, pues, Jorge Eduardo, para que siquiera tú y unos cuantos amigos estudiosos se enteren de que Pérez Valle, con mendacidad insostenible, ha tratado de sorprender a la gente con una ficción que le atribuye a Abelardo.

Te adjunto fotocopia de la página del libro en la que, según Pérez Valle está la apócrifa manifestación de Abelardo. Y, como podrás ver, en ella no hay pero ni señas de lo que el libelista dice que está allí.

Sin más, y con afecto de siempre te saluda,

                                               (f)  Luciano

APARTE:
         Si supiera el P. V. que yo no sólo tengo el mentado libro de Alemán Bolaños, sino también la primicia de este autor sobre el héroe: ¡SANDINO! Ediciones simultáneas en México, D. F., y Buenos Aires. Diciembre de 1932. Imprenta La República.

Aparte, Jr.: Según acabo de ver en “La Prensa” de hoy 1º de Abril, Abelardo, tal vez por insistencia de otros, se resolvió a contestar a P. V., pero yo ya temía esto…

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AHORA VOY CON LUCIANO
(La primera en la frente)

Managua, 17 de abril de 1980.-

Por Eduardo Pérez-Valle

El amigo Luciano Cuadra, en relación con la amnesia manifiesta de su hermano Abelardo, ha iniciado una campaña vergonzante, clandestina y terrorista contra el suscrito, a través de cartas privadas que hace circular profusamente entre unos cuantos amigos estudiosos para que éstos se enteren de la mendacidad insostenible con que he tratado de sorprender a la gente con una ficción que le atribuyo a Abelardo”. En el colmo de su apasionada ceguera, Luciano me acusa de libelista. Si aquello no era divertido, esto ya es muy serio, por las deducciones que acarrea. ¿Sabrá Luciano lo que es un libelo? Creo que no, porque si lo hubiera sabido, no me hubiese endilgado así no más, tan gratuitamente, el calificativo.

Pero dichosamente, y para bien todos, el asunto también posee sus ribetes cómicos. ¿Podrán imaginarse los estudiosos amigos de Luciano el palmo de narices que debe agraciarlo ahora, después de la paliza que propiné a su hermano Abelardo en la resumida contestación aparecida en La Prensa del 14 del corriente. Él, que decía que el cuento de Monterreycito matando a los guardias en la carretera no era otra cosa que una absurda truculencia que nunca dijo ni escribió Abelardo, ¿ya le habrá preguntado a su hermanito ¿de dónde sacó la quimera de que un solo hombre pudiera haber matado a quemarropa a diez soldados armados de los rifles más potentes d aquellos días? Luciano pasó bailando sobre las truculencias esas y nos las vio, pues dice que en ninguna página del libro de Alemán aparece lo que Pérez Valle afirma que está allí. Jorge Eduardo posee el libro; Chepe Chico tiene copias xerográficas que le proporcioné; y quién sabe cuántos lectores estarán en capacidad de avalar mis afirmaciones. Pero para Luciano soy un inventor, un falsario, a quien Abelardo emplumó y reemplumó en sus obcecadas protestas aparecidas en La Prensa. Pregunto: por estas calendas ¿quiénes son los emplumados y reemplumados? El que me acusó de libelo quedó clavado como una libélula junto al que dice él que no dijo lo que dicen que dijo, porque lo que él dijo…

Es que con la Historia no se puede jugar. Ella sola se va depurando, arrojando de sí, implacablemente, escorias y embustes. Es imposible sostener por mucho tiempo lo que tal vez sin mala intención, pero sí con ligereza y evidente majadería se quiso hacer pasar como el oro de ley de la verdad. Por eso el pueblo, sabio en sus reflexiones, dice con aplomo: Es más fácil agarrar a un mentiroso que a un mañoso.

                                               Eduardo PÉREZ-VALLE

N. B. Como no sé a cuántos de sus amigos, ni a quienes, habrá hechos llegar Luciano sus demoledoras cartas subterráneas, verdaderas bombas zaguaneras, me vi obligado a pedir asilo en las hospitalarias columnas de La Prensa para hacer estos comentarios.
                                                             E. P-V

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CARTA DE ABELARDO CUADRA VEGA A EDUARDO PÉREZ-VALLE

Masaya, 24 de Abril de 1980

Estimado Eduardo:

Desgraciadamente incidencias políticas, silenciaron “LA PRENSA”, órgano en el cual polemizábamos  y ya no puede contestarte en él.

Al leer tu última contestación y notar que habías mencionado en ella, una página diferente a la que habías citado en tu primer escrito, comprendí que ahí había una tácita retracción, sin haber tenido la gallardía de pregonarla. (Esto en cuanto a la numeración de páginas en el libro de ALEMÁN BOLAÑOS), pero mi protesta queda campante en lo fundamental: Que el contenido de esas páginas está equivocado, y como tú copiaste de ellas, equivocado también estás tú.

         Porque yo a lo largo de los cuarenta y seis años de ocurrido el asesinato de Sandino  y a lo largo también de todas las naciones del Mar Caribe por donde pasié mi exilió: en ninguna estación de radio ni televisión, en ninguna revista, periódico, charla, conversaciones con mis amigos, ni en mi libro “HOMBRE DEL CARIBE”, jamás he dicho lo que Gustavo Alemán Bolaños y tú ponen en mi boca.

         De manera pues que equivocado está él y en consecuencia te equivocaste tú.

         Al final, el historiador de campanillas señor Pérez Valle, no queda muy en vertical en este lance, porque para su información, no recurrió a la fuente pristina de los sucesos (otros biógrafos; al protagonista de la tragedia; mi libro), sino que apelando a la Ley del menor Esfuerzo, tomó datos del primer libro que encontró a mano y puso falsamente en boca: lo que otro dice que le dijeron que dijo yo”.

         Y ese ligero proceder en hombres de tu categoría,: “NON ES DE SESUDOS HOMBRES ----NI DE INFAZONES DE PRO”.

         Total: por tu ligereza al escribir, se resfrió la historia, salió a relucir la equivocación del otro y la tuya y me rasparon a mí.

                                                        (F.) Abelardo Cuadra Vega



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OTRA VEZ CON ABELARDO
(CERO Y VAN DOS)

Por: Eduardo Pérez-Valle

Para el amigo Abelardo Cuadra Vega:
Esos Abeles y Abelardos que tú mencionas no valen nada. En Nicaragua el Abelardo por antonomasia es Cuadra Vega.
Ahora, al grano, para que no digas que trato de escurrir el bulto.
Del libro de Alemán Bolaños Sandino, el Libertador (México-Guatemala, Ediciones del Caribe, 1952), páginas 230 y 231, donde, según tu criterio “es incierto que haya algo al respecto, y ni siquiera parecido”, copio textualmente parte del relato que el mismo Alemán Bolaños te atribuye, y  que dice:
“Hacinados los cadáveres de las víctimas entre los dos edificios del ex –hospicio Zacarías, donde había un cuartel, llegué del centro de la ciudad, y encontré el cuerpo del general Sandino sin una de sus botas de campaña, desfigurado por las balas. Por cierto corté un mechó de su cabello, que conservo…
Después, Carlos Eddy Monterrey, que había mandado la escolta de ejecución, llevó a los guardias que habían consumado el hecho, en un camión, a un lugar del camino que conduce a Tipitapa, y  allí les ultimó, para que no quedara testigo… Sólo quedó vivo el chofer, de sobrenombre Papelillo, por estar emparentado con una cocinera de Somoza.     
Se ocupó del enterramiento de los cadáveres de Sandino y las otras víctimas, el capitán Fernando Valladares Lacayo. Cavaron la fosa frente al edificio del Zacarías, una fosa donde cupieron todos… Sé que después fueron desenterrados los despojos por Anastasio Somoza junior y llevados a un lugar desconocido.
Para hacer mejor el papel, “Tacho” Somoza me designó Fiscal de la Causa iniciada para averiguar cómo y por quiénes fueron asesinados los hermanos Sandino y sus acompañantes. Me percaté en seguida que tenía la oportunidad de saber muchas cosas que la historia demandaría algún día. La estudié con pasión; investigué todo lo más que pude. Al menos si no logré impedir que se asesinara a los tres generales patriotas, los he vengado de la artera traición de Somoza, revelando cómo los asesinaron…” Hasta aquí la transcripción.
Lo anterior ha corrido libremente durante dieciocho años sin que ningún Abel ni Abelardo dijera esta boca es mía para desnegarlo o protestar. De allí, literalmente, copié yo las declaraciones tuyas que aparecen en el librito, ya famoso, El Martirio del Héroe,  basándose en la autoridad indiscutida de Alemán Bolaños, quien aparece debidamente incluido en la página que declara la bibliografía consultada.
Con esto creo dejar bien sentado que cumplí a cabalidad mi oficio de compilador de la mayor parte y lo más importante de lo que hubiese sobre la muerte de Sandino. En la Presentación dejé estampado lo que sigue: “A lo largo de la exposición se encontrará a veces afirmaciones contradictorias, algunas probablemente falsas, pero que no hemos excluido, sino que hemos procurado conservar precisamente para dejar constancia de esos puntos oscuros en que deben centrarse futuras investigaciones; y que, a falta de otros méritos, siquiera dan relieve y contraste a las verdades fundamentales”.
Veo, y creo que lo ven todos los lectores, que tu discrepancia no es conmigo (que en lo referente a los hechos expuestos no he dicho ni tus ni mus, pues felizmente no me encontraba allí), sino con Alemán Bolaños, pues él es quien dice que tú dijiste; y con él es con quien debes desenredarte. ¿Cómo puedes comunicarte con él? No lo sé. Tal vez por medio de la ouija.       
                                               Afmo. amigo,
                                      Eduardo PÉREZ-VALLE

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ESCRIBIENDO A ABELARDO CUADRA VEGA

*Entregado en La Prensa para su publicación el 9 de abril de 1980.

Por: Guillermo E. Cuadra G.

Excúseme si, quizá defraudando su manifestado deseo en la nota que, con su nombre y apellidos, aparece en página 2 de la edición de LA PRENSA #15612 del Martes Primero de Abril en curso, en vez de quien para saber por él ALGO, usted le llamó “mi amigo doctor Pérez Valle”, y después, --olvidándose del título que le corresponde—sólo le llamó “AMIGO PÉREZ VALLE”, sea yo, GUILLERMO E. CUADRA G., el que, en parte, se refiera a su citada nota.

Pensando que las citas que usted ha hecho, del ABEL del Génesis, del ABELARDO de Eloísa; de los ABELARDO venidos al mundo durante muchos siglos; del ABELARDO CUADRA, que, desde MIAMI –(Meca actual del somocismo)—regresó “a mi país”, afanado en la búsqueda de muchas cosas, de las cuales una cuantas apenas nos ha enumerado, es, únicamente, para en términos comparativos, ESTABLECER QUE EL MEJOR DE LOS ABELARDOS de la Historia Sagrada y Política del Mundo, es, —repito— ABELARDO CUADRA VEGA que está en su país, le escribo con el objeto de recordarle que llamándole, de un modo u otro, por cualquiera de esos abeles, le identifico perfectamente bien, como “EL MISMO ABELARDO DE SIEMPRE”. 

Por lo dicho es, que utilizando este medio, para, cambiando de tono, rogarte que, “POR TU HOMBRÍA DE BIEN, POR TU HONOR MILITAR Y POR TUS ANCESTROS”, —palabras textuales de excusa que brindaste a nuestro Instructor Militar en la Academia, Tnte. Humberto Castillo Quezada (q.e.p.d.) cuando te pescó a la entrada de un teatro de Granada la noche de un Domingo que, del brazo de tu esposa, concurriste allá para lucir, muy ufano el uniforme de gala color blanco que habiéndosete entregado, no estando aún prescrito para usarse por nuestra nueva oficialidad G. N. que pronto egresaría de nuestra ALMA MATER, —la AMdeN— como siempre, tú, de adelantado, luego de hacerte enviar desde Granada un Telegrama por el que te informaban de una gravedad nada cierta de tu esposa, luciste, como el primero de tales Oficiales nicaragüenses, COMO EL PRIMERO, sin serlo en realidad, ese Uniforme de Gala. De esta ocurrencia, muy tuya, son testigos nuestros compañeros de promoción, muchos de ellos aún vivos, lo mismo que tú y yo. Tus “poses napoleónicas” nos son conocidas también. Por muy mal que te salgan las cosas, siempre tratas de sobresalir como el único que sabe hacer y decir las cosas. No vas a aseverar que ésta es una mentira mía.

Otra de tus hazañas napoleónicas, recuérdala, es la de la MULA del Capitán GOOD, la cual propusiste matar, sacarle toda la sangre y dárnosla a beber a todos para apagar la sed ardiente de más de cuarenta y ocho horas de marchas forzadas, sin tomar agua ni alimentos de ninguna clase. Esto aconteció en EL CUJE de Nueva Segovia cuando los alumnos de la Academia Militar, integrando Patrulla de Entrenamiento de Combate, comandada por el Capitán Good, que montaba la única bestia mular de aquél operativo, se negaban a continuar la marcha, hasta no obtuvieran AGUA DE TOMAR. Por este acontecer, desde esa tarde, cualquiera de los Abelardos, incluyendo por supuesto al CUADRA VEGA, fue reconocido por el remoquete del “Teniente Sangre de Mula”, en memoria de acción tan descollante.

En fecha reciente, ocasión de celebrarse en esta capital el 46 Aniversario del Asesinato del General de Hombres Libres, cuyo 14º Asesino según su propia confesión de ARREPENTIMIENTO TARDÍO, fuiste tú, quien en larga entrevista concedida a LA PRENSA, muy campantemente aseguraste, que: …Aguanté hambre en Costa Rica y Venezuela, prisión en Cuba, y, desembarqué en la República Dominicana contra Trujillo… y vendí Billetes de Lotería y fui promotor de Boxeo, entre otras cosas”…

Nada de lo que aseguran los Abelardos juntos son evidentemente ciertas. Ya que, haber desembarcado en República Dominicana, armado contra Trujillo, sólo en sueños pudo ocurrir. Pues que, cuando ABELARDO CUADRA VEGA se enroló en la Legión del Caribe, entre 1500 legionarios que se embarcaron en lanchones de desembarco salieron de Cuba para surcar las encrespadas olas del Mar Caribe en ruta hacia la Dominicana, diez unidades navales de superficie, torpederas norteamericanas les cortaron el paso, y, habiéndoles conminado a sus tripulantes a rendirse o pelear, prefirieron regresar a Cuba donde fueron internados, por largos meses, en las cárceles de La Habana.

No sé de dónde has podido sacar, Abelardo, “las luchas armadas contra otras dictaduras, (como poesía ésto es bueno), ya que, cuando liberado de las cárceles cubanas, directamente te dirigiste a Costa Rica, donde jamás pasaste hambre ya que tus servicios militares, de mucha consideración, los ofreciste y fueron aceptados por Calderón Guardia primero y Teodoro Picado después, en cuyas huestes peleaste, aún sabiendo que esos zánganos de la política, estaban siendo apuntalados por el Dictador Somoza con hombres, armas, municiones, dinero y hasta aviones de bombardeo. En tales fuerzas, Abelardo, peleaste contra Pepe Figueres y su revolución, en la que nos encontrábamos muchos nicaragüenses, militares y civiles, ayudándole a éste a derrocar esos regímenes de desgobierno. Al triunfar Figueres e instaurarse en Costa Rica la SEGUNDA REPÚBLICA, Abelardo junto a los Calderonistas y Picadistas, huyeron… Tú hasta parar en Piuta, Venezuela.

Para ti, Abelardo, oportunamente la Revista cubana “BOHEMIA” de Miguel Ángel Quevedo, publicó TU PRIMERA VERSIÓN del Asesinato de Sandino, sin mencionar el número de conjurados, pero con la explicación de que “unos cuantos oficiales con Somoza a la cabeza” lo habían acordado en acta suscrita como “LA MUERTE DEL CÉSAR”. Esta versión muy tuya, —no está a discusión— de tamaña acción-noticia de interés mundial, señalaba que UNA SOLA ACATA, ninguna otra, se había firmado. Más tarde, tú mismo, y ahora que estás en tú país, aseguras que fueron dos las actas que se confeccionaron y firmaron.  — ¿Por qué hasta  ahora defiendes a Monterrey? — Este ha jurado y perjurado, voluntariamente, que ejecutó a Sandino por órdenes directas de Somoza. Y tú, Abelardo, ¿por qué doblas y repicas? Tus varias versiones de estos dorados tiempos contrarían las anteriores que formulaste e hiciste publicar. Aseguras… “cuando Lizandro Delgadillo salía (del Campo de Marte) con su patrulla, encontró incidentalmente a Monterrey y se lo llevó con él. ¿Por qué tantas contradicciones? NADA DE ESO ES ASÍ, les consta a ti y a los demás Abelardos.

Con toda valentía has dicho que tú eres el 14º ASESINO. Esto, mejor que todos los demás lo sabes. Lo que llama mi atención es que, para decir eso, tildas a los demás de “verdaderos”, quedándote tú afuera. 12 eran los peores. Me parece que la discriminación es bastante notoria. Hasta mal pensando ya de ti, creo que, de repente, vas a subir el número de ésos a 25, a 30, 50 o 100.

De las dos actas que dices haber suscrito dos, una “se rompió”. La otra, “Somoza se la metió dentro de su guerrera. Con ésta, en su oficina del Campo de Marte, jamás aquél despachó sus asuntos con ellas puesta. Tú lo sabes bien… ¿Por qué pretendes contrariarlo todo?... Si todas tus aserciones, las ya hechas que hemos analizado y las que pueden sobrevenir, son así, utilizando tus propias palabras, insertas en la nota que el 12 de Marzo dirigiste a tu “amigo Doctor Pérez Valle”, todas ellas sí que son “UNA TREMENDA BARBARIDAD”.

Y, para no calificar así, lo que de mí aseguras en “HOMBRE DEL CARIBE”, que yo “en la oficina del Oficial del día, un día, con unas tijeras adulteraba documentos”[1], cosa que ni en sueños he hecho, lo mejor que puedo hacer en este caso es evidenciar lo que he evidenciado. Tus escritos, a mí no me convencerían. Porque, conociéndote como te conozco, tu debilidad aparente de rectificar, cuando te vez en apuros, resulta para ti la forma más cómoda de salir airosos de cualquier mal paso.

Tu ex – compañero
           Gillermo E. Cuadra G.



[1] Nota del Editor del Blogspot: Por esos detalles que por fortuna quedan aprisionados en alguna declaración y no escapan a la Historia, Guillermo E. Cuadra G., admitió que participó junto al exTnte. G. N., Domingo A. Ibarra G. en la elaboración del libro El Verdadero Sandino o El Calvario de Las Segovias. Lo escribió en el extenso Testimonio titulado: Memorias de un ExOficial de la Guardia Nacional  publicado en tres partes, en Revista Conservadora Números. 16, 17 y 18, entre Enero-Marzo de 1962; el que puede localizarse en formato digital en la Revista de Temas Nicaragüenses No. 60 de abril de 2013; sin embargo, algunos meses después del derrocamiento de la dictadura somocista, surgió un recio debate público entre el  exTnte. G. N. Abelardo Cuadra Vega y el  doctor Eduardo Pérez-Valle, relacionado al Asesinato del General Sandino y compañeros. Sobre ese asunto debatido entre Pérez-Valle y Vega Cuadra, en La Prensa del 9 de abril de 1980, fue publicado otro artículo de Guillermo E. Cuadra G., en el cual, entre otros asuntos relacionados con su ex compañero de armas, negó –como lo afirma Abelardo--  que él hubiese participado  junto al Tnte. Domingo Ibarra Grijalva en la confección del libro El Verdadero Sandino o El Calvario de Las Segovias. Esto fue lo que dijo Guillermo E. Cuadra G.: “Y, para no calificar así, lo que de mí aseguras en “HOMBRE DEL CARIBE”, que yo “en la oficina del Oficial del día, un día, con unas tijeras adulteraba documentos”, cosa que ni en sueños he hecho, lo mejor que puedo hacer en este caso es evidenciar lo que he evidenciado.”






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