sábado, 8 de febrero de 2014

EL RUBÉN DE MIS RECUERDOS. 

Por: Santiago Argüello.


   El Doctor Santiago Argüello unía a sus altos literarios la vocación del Maestro. Fue varias veces Director de Colegios Nacionales del Instituto Nacional de León, del Instituto Nacional de Managua y fuera de la República también desempeñó cátedras de literatura, siempre con la dulce Palabra del maestro a flor de labios, difundiendo o esparciendo la luz en sus alumnos. Sus conferencias fueron siempre inspiradas y felices y de alta trascendencia educativa. Falleció ejerciendo las altas funciones de Ministro de Educación Pública de la República de Nicaragua, en el año 1939

      Taciturno, el poeta andaba casi siempre lejos de los grupos bullangueros, con su paso albacial, con el que más que caminar parecía que bogaba en la tierra. Sus ojos, ente los párpados medio cerrados, daban la expresión de errabundez, de ausencia en la mirada, de paisajes extrapupilares.

   A Rubén más bien podía llamársele un inofensivo. No hay en su haber un daño en honra ajena. Ninguna doncellez clamó venganza al paso del poeta. Yo estoy en el secreto. Lo conocí de cerca. Ahondé en su espíritu y escarbé en sus costumbres. Era inocente como niño; y hasta su vivio, el vivio doloroso que amarga el paladar y sobre todo la conciencia, era el de un infante a quien fuera arrastrando una corriente en declive, y que, al ahogarse, espantárase con candor infantil pero sin acritudes para nadie. En su crepúsculo otoñal dijo: Yo supe del dolor desde mi infancia. Mi juventud…fue juventud la mía? Sus rosas aún me dejan la fragancia.Una fragancia de melancolía…

Potro sin freno se lanzó mi instinto. Mi juventud montó potro sin freno; Iba embriagada y con puñal al cinto; Si no cayó, fue porque Dios es bueno. En medio de todo, Rubén fue candoroso. ¡Niño! ¡Niño en su niñez, niño en la virilidad y niño hasta la muerte!


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