viernes, 21 de febrero de 2014

EL DOCTOR  JOSÉ  LEONARD  EL MAESTRO DE  RUBÉN DARÍO Y SUS ACTIVIDADES  CULTURALES FRANCO-ESPAÑOLAS-LATINOAMERICANAS

Por: Edmund Stephen Urbanski*
Howard University

Solo unos cuantos biógrafos de Rubén Darío han reconocido el hecho de que el líder del modernismo hispanoamericano como joven estudiante estuvo bajo la influencia de dos maestros: el Dr. José Leonard, humanista y educador (polaco-hispano), y Francisco Gavidia, poeta, proto-modernista (salvadoreño). Habiendo caído ellos mismos bajo el influjo de la cultura francesa y en especial de los valores estéticos de la poesía, pudieron trasplantar esa admiración al joven poeta nicaragüense, sin que, no obstante, disminuyera el interés natural de Darío por la Literatura española.

Durante la estadía de Darío en El Salvador de un año (agosto de 1882-agosto 1883), Gavidia, cuatro años mayor que Darío pero ya avanzado en el Arte poético, generosamente compartió con él su conocimiento de la Poesía Francesa y lo introdujo a la línea francesa de doce silabas conocida como Alejandrina. Gavidia fue un gran admirador de las obras de Víctor Hugo, cuyos extractos recitó en francos a Rubén e impartió a éste un entusiasmo que no tardó en compartir por el autor de La legenda des Sides. Una comunión poética sellaría esta amistad entre los dos poetas centroamericanos, amistad que perduraría por todas sus vidas. Este hecho, testimoniado por Darío mismo, ha sido ampliamente enfatizado por sus biógrafos.

Por otra parte, el significado del hecho que Darío reconoció al Dr. Leonard como su maestro durante ese período formativo, es muy raramente apreciado, hasta cuando Mapes, Sequeira o Jover discutieron la producción juvenil de Darío. Sin embargo con la excepción de Sequeira, estos críticos se refieren a Leonard casualmente. Su grave omisión es en parte atribuible a la investigación minuciosa sobre la primera fase de la vida de Rubén Darío, y en parte a la escasez de datos sobre la relación Darío-Leonard. Recientes investigaciones tienden a reducir el número de lagunas existentes y proporcionan una mejor comprensión de los orígenes de la actitud liberal, religiosa y social de Darío.

La educación intelectual de Darío con Leonard es cronológicamente anterior a la que tuvo con Gavidia: 1881 cuando el joven poeta estudio en el Colegio de Occidente en la ciudad nicaragüense de León, donde Leonard lo expuso a las corrientes de las literaturas española y francesa, ayudándolo a apreciar sus valores estéticos. Sequeira describe este hecho como sigue: "Rubén Darío había sido presentado a Leonard, después de un intercambio de ideas, el ojo penetrante y avizor del maestro, descubrió el raro brillo de la chispa que arde en el alma de aquel muchacho soñador e indolente. Leonard acoge a Darío con paternal solicitud, lo dirige, lo hace su discípulo" (1). Un común disfrute de belleza de la séptima Musa atrajo a estos dos hombres uno a otro. La relación de Darío y Leonard no se limitó en si entonces a la de un estudiante y profesor, sino que fue una amistad cordial basada en un respeto intelectual cercano.

Este evento afortunado trajo resultados afortunados en muchas formas, especialmente en las motivaciones de Leonard hacia el muchacho precoz, un hecho confirmado por el hispanista estadounidense, Ervin K. Mapes en su Monografía "Parisina". Fue basada en una investigación extensa y publicada poco después de la muerte de Darío, cuando Mapes se entrevistó con los cercanos amigos del poeta. El profesor Mapes dice en este respecto del joven poeta: "Nous savons qu'il fut éléve de L'Institute d' Occident a Leon, oú  il eut comme maitre de littérature M. Jose Leonard, ecrivain polonais distingué, que L'encourage á la poesié... Nous ne savons malheureusement pas á quelles études de langues étrángeres il s'adonna a l'école, mais il est certain que trés jeune il savait lire et meme écrire le francais" (2).  Desde que Mapes se refiere a la permanencia de Darío en León, no hay duda que fue estimulado y recibió instrucciones en el lenguaje francés del Dr. Leonard, quien también le enseñó Literatura francesa. Leonard, viendo el entusiasmo lingüístico y la habilidad de Darío, fue más allá de su deber académico y le enseñó en francés tanto como en latín. Esta herramienta lingüística probó ser útil y placentera en sus actividades futuras literarias con Gavidia en San Salvador y, sobre todo, lo ayudo a engrandecer sus conocimientos de la literatura moderna francesa durante su permanencia después en Chile donde publicó "Azul".

La asociación cultural de Darío con Leonard se desarrolló en circunstancias especiales. El gobierno nicaragüense del Presidente Joaquín Zavala, para modernizar y extender la enseñanza secundaria, estableció una Institución llamada Instituto de Occidente localizado en León en 1880, muy similar con el ya existente colegio de Oriente en Granada. Dos académicos altamente recomendados fueron con ese propósito invitados de España y llegaron a Nicaragua el 14 de noviembre de 1880. Ellos eran el Dr. Salvador Calderón y Arana, científico natural, y el Dr. José Leonard, educador y escritor. Ambos previamente habían sido miembros de la Facultad del Instituto Libre de Enseñanza, un tipo de Universidad Libre establecida en Madrid, por el Dr. Francisco Giner, y como su ilustre fundador, ambos proponían una ideología liberal y tenían considerable experiencia en la educación laica y progresiva. La inauguración oficial del nuevo Instituto de León tuvo lugar con mucha pompa el 6 de marzo de 1881 y entre los oradores se incluyó a Leonard.

Previendo un futuro brillante para la Universidad, Leonard esquematizó las grandes ventajas culturales y los progresos materiales logrados por esas naciones, que aplicaban la libertad de conciencia y las ideas a sus propios sistemas educacionales. Leonard enfatizó el ejemplo de los Estados Unidos... "cito -dijo- como veneros de riqueza y bienestar en Estados Unidos, la libertad de conciencia que tanto ha contribuido a fomentar la inmigración y aumentado las fuerzas productivas de aquel envidiable país..." (3).

Desafortunadamente, la referencia de Leonard sobre la libertad de conciencia, ofendió a algunos ciudadanos con mente conservadora de León especialmente al clero católico, que comenzó una campaña violenta en contra de él y del Instituto. Esta controversia encontró ecos profundos en la prensa de Nicaragua, habiendo sido el sector progresista el que defendió la ideología liberal y racional en materia de educación. Asimismo, el Gobierno del Presidente Zavala apoyó la posición liberal de Leonard y le dio respaldo completo en el ejercicio de sus deberes como Director del Instituto. Estas circunstancias y otras serias presiones políticas dañaron la actitud del clero, dogmática e intransigente, lo que eventualmente condujo a la expulsión de los jesuitas; Nicaragua, en consecuencia, siguió la pauta en este aspecto de otros países de Hispanoamérica.

Rubén Darío, quien fue testigo de estos eventos, tomó además parte activa en la conmoción social aludida, se identifica con la ideología liberal de su Maestro Leonard, cuya ideología y filosofía educativa ganó considerable terreno entre la intelectualidad nicaragüense. Darío colaboró con varias publicaciones de León, especialmente con "La Verdad", periódico liberal. En sus páginas defendía a Leonard, a quien describía como la "víctima de un oscurantismo desgraciado que niega la personalidad de un gran hombre y de un gran patriota"(4). 

La inflamación volcánica de su mente joven, hizo que Rubén compusiera un poema anti-clerical, en el cual se opuso a los jesuitas, quienes no hacía mucho tiempo habían sido sus maestros. He aquí un extracto de su poema. "El Jesuita":

                 "Odieme el que quiera a mí,
                  Pero nunca tendrá vida,
                   la sotana carcomida,
                  de estos andriagos aquí (5).

Alejándose de los principios dogmáticos y tradicionales en materias espirituales y culturales, Darío demostró una fuerte tendencia hacia el racionalismo, probablemente por el motivo de asegurar una educación laica universal. Una prueba de esto se encuentra en su soneto, "A la Razón", el cual comienza así:

                 "Al contemplarte augusta, te venero;
al ver tu luz, mi corazón se inflama,
pues al fulgor de tu radiosa llama,
se estremece la faz del mundo entero... (6)

Darío deslumbró con el mismo tino, en parte racional y en parte meditativo en su más largo poema titulado "En la Inauguración del Ateneo de León" (1881). Comienza con una invocación del autor a la ciencia, y continua con elogios a las grandes figuras en las Humanidades, indicando un desdén de tipo volteriano a la superstición, a la ignorancia y al fanatismo religioso, al mismo tiempo que expresó su simpatía por los pueblos sometidos de entonces (Alsacia-Lorena, Polonia y Cuba). El poema termina con la esperanza del triunfo del progreso en el Nuevo Mundo, al cual extiende sus manos fraternales así como a todas las naciones del globo.

Es verdaderamente obvio que Rubén le debía la referencia sobre Polonia a Leonard, quien había nacido en ese país y que entonces estaba bajo la ocupación Ruso-Alemana. Además, la censura a la tiranía rusa en su oda "Máximo Jerez", debe de haber tenido un origen similar.

En el otro poema "El Libro" (1882), Darío exhibe una ideología más radical que el aplica a materias espirituales y culturales así como a la vida política y social. "El Libro" es un largo poema compuesto de cien estrofas de diez renglones cada una, y es básicamente la apoteosis de un libro. Contiene la reflexión del autor sobre el destino de la humanidad y la lucha eterna sobre el bien y el mal tal como esta lucha es reflejada por la literatura. Darío cree en la cristiandad, pero él defiende la libertad de expresión y conciencia en forma entusiasta. Conmovido por impulsos jóvenes y de tipo romántico, él elogia la democracia y la Revolución Francesa, mientras que se opone a la aristocracia y a la teocracia. Entre figuras literarias principales, el menciona a Moliere, Voltaire, Chateubriand, Víctor Hugo, Girardin, Renán, Saint-Pierre, y al astrónomo Flammarion quienes marchan  juntos con sus colegas hispánicos famosos: Cervantes, Calderón, Quevedo, Núñez de Arce, Campoamor, Isaacs y Moltalvo. Las grandes figuras de la antigüedad clásica admiradas por Darío en este poema son: Homero, Cicerón y Cesar, quienes comparten su gloria con Galileo, Dante, Bacon y Darwin. "El libro", es el retazo de libro más extenso escrito por Darío en su juventud y que nos explica su entusiasmo por introducir tantos hombres famosos, síntoma de su obra polifacética cultural.

Darío fue un partidario ferviente de la unión política de Centro América y por lo tanto dedicó una oda al campeón de la misma titulada "Máximo Jerez" (1881). Él lo llama un gigante y mártir, lo compara con Morazán, fundador trágico y de corta vida de la Unión Centroamericana. Como en ocasiones anteriores, Darío insiste en la libertad de conciencia y aboga por la tolerancia. En este orden de ideas opone Voltaire a Torquemada, y defiende al Reformador religioso de Bohemia John Huss, quien perdió su vida por defender sus convicciones religiosas. Darío expresó una protesta muy sentida contra la tiranía del Zar Alejandro III en Rusia así como la del General Veintimilla del Ecuador.

Este discurso poético de los acentos políticos y religiosos es acompañado con referencias a Comte, Voltaire, Littre, Sócrates, Galileo y Collumbus. Demuestra la preferencia del poeta a los autores franceses, mucho antes que estos se adhirieran al modernismo, en cuyo líder Darío se convirtió. Los poemas mencionados anteriormente son quizá los más importantes que pertenecen a ese período de la vida de Darío, el que Méndez Plancarte clasifica con percepción en su nueva antología, como el período de "L'Enfant Terrible" (7). Ellos fueron escritos antes del viaje del poeta a El Salvador, lo cual excluye la posibilidad de la influencia de Gavidia, lo que viene a ser un punto casi echado de menos enteramente por los muchos biógrafos de Darío. Las referencias copiosas de Darío a la cultura europea, incluyendo su historia y filosofía social, son extraordinarias y sorprendentes hasta dudar de su concepción, producida entre los catorce y quince años de edad, de no ser porque se trataba de un verdadero genio. Ciertamente no podía haber venido de un conocimiento previo de gramática española, religión, conocimientos limitados de francés y latín, así' como de lecturas de unos cuantos autores españoles y latinoamericanos, su cosmovisión poética. Afortunadamente sabemos bien que Rubén fue un lector codicioso y que complementó su cultura con estudios de literatura peninsular, reforzada por el estudio de las bellas letras francesas en sus días de estudiante de León.

Parece lógico suponer, por tanto, que el recurso de la inspiración a los versos y cultura de Darío proceden de León y Managua, en ese período de su vida. El absorbió su gusto por las humanidades y por el  radicalismo social a través de la cercana relación con escritores progresistas y educadores. Uno de ellos, quizás el principal, fue Leonard, quien mereció del joven poeta en varias ocasiones epítetos en sus prosas como "mi profesor", "un políglota consumado", "un gran hombre", "sabio", etc. (8). Como ya hemos dicho, fue observando a este académico polaco y la disposición natural de Darío para la poesía, lo que le impulsó hacia este género como lo harían después unos cuantos centroamericanos. Leonard extendió a Rubén una amistad paternal, la que iba a perdurar hasta el final de la residencia de aquel en Centroamérica, o sea treinta años. Parece que esta amistad le aseguró a Darío guía intelectual y protección, especialmente en sus años de formación. Durante su permanencia en Buenos Aires en los años posteriores a 1890, el poeta agradecido le dedicó unos artículos en La Nación titulado "José Leonard", mi amado maestro.

Marcel Jover, emigrante español, quien después de la Guerra Civil, dedicó a mi petición una búsqueda de documentos sobre la asociación Darío-Leonard, y escribió para mí en México parte de su propia investigación, la que después utilizó en su ensayo biográfico sobre Darío publicado en 1944. Los hallazgos de Jover, aun no completos, fueron del todo reveladores por cuanto confirmaron el comentario del Dr. Francisco Monterde's, en el sentido de que "Darío tuvo un maestro polaco al que amaba mucho". Este comentario fue formulado en la Universidad Nacional de México en 1943, durante una conferencia sobre el Modernismo Hispanoamericano a la que había asistido Ernesto Mejía Sánchez y yo.

Con el propósito de ser lo más exacto, yo citaré el impacto de gran alcance que tuvo el discurso inaugural de corte Liberal pronunciado por Leonard sobre la educación en Nicaragua, al mismo tiempo que nos revela la actitud de Leonard hacia Darío: "Leonard consigue reafirmar su autoridad como director del Instituto de Occidente en León ---en el que también ha estudiado Rubén--- y sigue prestándole todo su apoyo cultural al poeta-niño. El número de producciones de Rubén Darío aumenta y Leonard le ayuda a editar su primer libro que llevara por título "Poesías y Artículos en Prosa". En una velada fúnebre, a fines de 1881, en homenaje al patricio nicaragüense y prohombre liberal Máximo Jerez, Rubén Darío recita una oda que llena de asombro a los asistentes. Entre estos hay intelectuales y políticos de influencia, quienes invitan a Rubén a trasladarse a la capital. El maestro José Leonard apoya la idea del traslado, diciendo al joven poeta: "Tuyo es el mundo" (10).

La muerte prematura de Jover durante mi permanencia en Yucatán me previno de aprender los detalles más completos de la asociación Darío-Leonard. Mi amigo Mejía Sánchez, subsecuentemente arregló una entrevista para mi con un dariísta nicaragüense, el doctor Diego Manuel Sequeira, quien entonces estaba visitando México. En ese  tiempo, Sequeira estaba preparando su gran monografía "Rubén Darío Criollo", de la cual el avanzó cordialmente un recuento de la dedicatoria de Leonard al joven poeta. La riqueza de información de Sequeira es asombrosa, y por su exactitud, es superior a otros trabajos biográficos sobre Darío, quizás con la excepción de la obra Este otro Rubén Darío (Barcelona, 1960), de Antonio Oliver Belmas. La contribución de Jover comparada con la de los otros es modesta. Y aun así el escritor peninsular liberal parece haber captado ciertos detalles en el período juvenil de Darío, los que fueron pasados por alto por la mayoría de sus biógrafos, incluyendo a Francisco Contreras, el amigo chileno de Darío y además compañero literato.

Cuando el gobierno de Nicaragua, por recomendación del Senado, decidió en 1882 darle a Rubén una beca para ampliar sus estudios, fue invitado a entrar al Instituto de Oriente en Granada. Allí había una rivalidad regional entre las Universidades de León y Granada. Rubén por su residencia y estudios en León, prefirió quedarse ahí, y por lo tanto rehusó la invitación, la que de todos modos fue anulada, por el contenido anticlerical de algunos de sus poemas. De acuerdo con Jovet, Darío consultó con Leonard sobre esto, porque en su carta le escribió: "Prefiero continuar mi libertad escribiendo versos. Prefiero mis trajes raídos, privarme de golosinas y distracciones... Dígame si ganaré algo aceptando la propuesta del Gobierno que me considera aún muy niño para ir a Europa, etc.". Leonard, después de renunciar a su posición en León, residió por algún tiempo en Managua. Ahí' el convino en aconsejar al Presidente de Nicaragua en Materia de Educación y colaboró en El Comercio, editado por José María Castrillo, siendo además muy buen amigo del Dr. Modesto Brenes director de La Gaceta.

Darío pronto vino a la capital, aprovechándose de los contactos de estos hombres, no le costó asegurarse una posición en la Biblioteca Nacional. El joven poeta aparentemente no tenía interés en estudios universitarios regulares, tanto como en la vida de bohemio libre. Sin embargo esta nueva posición le dio una buena oportunidad para completar su educación privada. No sólo porque el prácticamente "devoraba" cientos de libros, sino porque también hizo amistad con varios intelectuales. Entre ellos Darío apunta, en una lista al Dr. Leonard, al historiador guatemalteco, Dr. Lorenzo Montúfar y al orador cubano, Antonio Zambrana (11). Ellos compartieron con él sus inquietudes espirituales y le extendieron una amistad cordial, la cual fue sellada alrededor de muchas tertulias. No hay duda que este contacto prematuro por parte de Darío con este grupo internacional en Managua, ayudó al joven poeta en la ampliación de su horizonte cultural y le dio un gusto especial por el cosmopolitismo, lo que fue un singular antecedente en los rasgos internacionales que precisamente caracterizarían a la producción literaria modernista post-Dariana.

Las sendas de Darío y Leonard se iban a encontrar en diferentes ocasiones, porque ambos se trasladaron frecuentemente de un país  centroamericano a otro, aunque no siempre al mismo tiempo. Darío nos describió un encuentro semejante en Guatemala por el año 1891, donde había llegado, después de su previa permanencia en El Salvador. Como editor Jefe del Correo de la Tarde, Darío junto con el poeta cubano José Joaquín Palma, fue invitado a una cena dada por un General guatemalteco, Cayetano Sánchez. Era muy tarde y después de mucho consumo de alcohol, los espíritus estaban corriendo alto. De repente el General Sánchez concibió la fantástica idea de bombardearle una de las torres a la Catedral guatemalteca. Los demás se quedaron atónitos. Palma, para posponer la ejecución de la orden, exigió más coñac bajo el pretexto de improvisar un poema en honor de evento tan memorable, que el futuro recordaría. Mientras tanto, el General Sánchez se durmió, aparentemente, y Guatemala fue salvada de la destrucción de su más bello monumento colonial (12).

Fue en Guatemala donde Darío se casó con Rafaela Contreras en una ceremonia religiosa, aunque previamente la boda civil se había efectuado en El Salvador. En esa ocasión Darío dio una fiesta, a la que invitó a Leonard, quien en esos tiempos actuaba como Consejero del Presidente de Guatemala. Ahí, Rubén Darío y el poeta colombiano, César Conto, improvisaron poemas los que fueron entusiastamente recibidos por los invitados. Leonard, en un corto discurso tributo homenaje a los dos poetas, llamándolos "dos príncipes del verbo y del talento", en figura similar a la formulada por el poeta cubano, Palma, autor del himno nacional de Guatemala (13). Poco después, el presidente Barillas mando a Leonard como Encargado de Negocios de Guatemala a México.

Por medio del contacto personal con intelectuales centroamericanos, quienes eran no sólo más viejos sino amigos de Darío y de Leonard, yo fui informado que el poeta encontró a su antiguo maestro en Nicaragua en el año 1907. Como un líder reconocido del movimiento modernista y lleno de gloria, Darío había llegado recientemente de Europa. Leonard, quien por este tiempo estaba casi paralizado, disfrutaba la hospitalidad de un arquitecto italiano, Napoleón Re, en su residencia suburbana "La Palacina", en Managua. Darío visitó a Leonard en compañía de su amigo el Dr. Manuel Maldonado. De acuerdo con el último reportaje a Dionisio Martínez Sanz, el encuentro fue muy dramático: "Se abrazaron dos hombres geniales. Ambos estuvieron abrazados un rato sin poder hablar" (14).

Darío, visiblemente conmovido por la presencia de su viejo amigo y la paz respirada en "La Palacina", se quedó ahí con él varios días. Otro reencuentro reportado por Martínez Sanz fue la participación de Leonard en la sublime iniciación Masónica de Darío en la Respetable Logia Masónica Nicaragüense "Progreso", que tuvo lugar en Managua el 24 de enero de 1908.

Mientras investigaba la cercana asociación de Darío con Leonard, yo estuve, claro, interesado en la posibilidad de la influencia de Leonard sobre la producción literaria del joven poeta. Mis presentimientos, referente a dichas influencias, fueron basadas en las referencias harto copiosas, culturales e históricas, sobre Europa en su temprana poesía: "En la inauguración de El Ateneo, de León", cuando Darío había llegado por primera vez a la órbita íntima (intelectual y educativa) de Leonard. Mis sospechas fueron aún más fuertes, a la vista de la poesía de Darío, "El Libro" cuyo texto es para algunos críticos literarios, especialmente Contreras, atribuida a la retórica Jacobina, que evidentemente abrumo la mente del joven poeta. Yo entreviste al amigo contemporáneo de Darío, Alfonso Valle, originario de León, quien indicó que "El Libro", había sido fuertemente influenciado por el liberalismo desenfrenado de Leonard, por lo tanto este juicio ha confirmado la suposición. El mismo nicaragüense filósofo-educador de cabellos grises, también comentó que el soneto de Darío titulado "A Voltaire", demostró la misma influencia.

Hasta ahora no he podido localizar esta poesía entre las obras recolectadas de Darío, por lo que no he podido analizarla. Es muy posible que este soneto mencionado anteriormente pertenezca a los versos "ocasionales" de Darío, muchos de los cuales están sin recolectar, en las ediciones especializadas. Puede ser, por otra parte, que haya todavía otras influencias del académico polaco sobre todo en los primeros escritos de Darío como para el caso en "Poesías y artículos en prosa", así como en Bocetos. Lo cierto es que esta investigación ha sido echada de menos hasta por los investigadores más serios.

El "diarista" costarricense, Teodoro Picado, contestando mi pedido sobre los datos de la asociación Darío-Leonard, me escribió lo siguiente en 1942: "Rubén Darío en su libro BOCETOS le dedica a Leonard muy conceptuosos elogios. Debió haber sido un hombre extraordinario, pues la huella de sus actividades en Centro América quedó muy hondamente grabada, especialmente en Nicaragua". Debió evidentemente haber sido así, por las actividades multifacéticas de Leonard, las que estoy tratando de esquematizar aquí en base a la información proporcionada por autores como el Dr. Clodomiro Urcuyo y el Dr. Salvador Mendieta de Nicaragua, el Dr. Rafael Heliodoro Valle de Honduras, y Salvador, Escobar Ballesteros de El Salvador. Ahora completaré este corto bosquejo literario con nuevos datos que he conseguido durante mis investigaciones en España, sobre las actividades peninsulares de Leonard, previo a su llegada a Centroamérica en 1880.

El Dr. José Leonard (1840-1908), fue un humanista polaco, escritor y educador involucrado en actividades políticas y culturales en países de habla hispana por cuarenta años. Él estuvo doce años en España y veintiocho en la América Central. Después de la fracasada insurrección polaca en contra de Rusia (1863-1864), en la que el tomo parte activa, vivió subsecuentemente en Suiza y Francia, en donde tuvo  contacto con intelectuales progresistas. Posteriormente Leonard se trasladó a España donde tomo bando en el grupo liberal-republicano, quienes por medio de la Revolución de Septiembre de 1868, quitaron del trono a la reina Isabel II. Contando con su caudal humanístico y amplios conocimientos en asuntos internacionales, Leonard sirvió por muchos años como editor de la Gaceta de Madrid y escribió enjundiosos editoriales para otros periódicos de la península. Familiarizado con pensadores prominentes (liberales y políticos) como Figueras, Salme ron, Pi y Margal y Emilio Castelar, se hizo amigo de muchos escritores, especialmente de Ventura Ruiz Aguilera y Antonio de Trueba. Por estas actividades, Ossorio y Bernard Uamaron a Leonard "escritor polaco-español" en tanto que mencionaban su activa participación en la vida política y cultura de España.

Entre los años 1877 y 1879, Leonard enseñó literaturas eslava y francesa en la Institución libre de Enseñanza de Madrid. Su meta fue la difusión de las humanidades y las ciencias con un espíritu moderno y libre, sin las restricciones religiosas, filosóficas y sin bandos políticos. Esta nueva tendencia, había influenciado el pensamiento español durante la segunda mitad del siglo XIX, y era una adaptación del pensamiento de Krause en la educación laica, modificada por la idiosincrasia propia de España. Leonard trasplanto esta ideología educativa a Centroamérica, por la razón que Ferrer-Canales lo considera como un exponente del "Krausismo Español".

Como puede ser deducido de sus pensamientos y acciones, Leonard fue un partidario del radicalismo social y de un espíritu revolucionario de tipo Jacobiniano, así como adherente del "elitarianismo" político, con una alta consideración hacia el racionalismo y una muy acentuada tolerancia religiosa volteriana. Por estos rasgos, Leonard se convirtió en un apóstol comprometido del secularismo educacional y en un creyente en la promoción de los jóvenes bien dotados, lo que nos explica su interés por Rubén Darío. Durante su residencia en varios países centroamericanos durante tres décadas (1880-1908), las actividades de Leonard consistieron principalmente en la modernización de los sistemas educativos, alterna das con su afición a escribir en los periódicos y su participación en la vida política y diplomática. Un esquema, aunque incompleto de estas actividades, es el siguiente: Desde 1880 hasta 1882, Leonard estuvo como profesor de Historia Europea y de Literatura Española en el Instituto de Oriente de Granada y en el Instituto de Occidente en León, Nicaragua, habiendo sido, además, Director de ambos establecimientos. También fue consejero sobre asuntos educativos del Presidente nicaragüense Joaquín Zavala.

Después de Nicaragua, Leonard, paso a El Salvador, donde tuvo amistad con el Presidente Rafael Zaldívar. En el otoño de 1882, en la capital de este último país, Leonard y Pedro Ortiz empezaron a editar un periódico semanal llamado "La Republica", el cual se publicó ininterrumpidamente hasta 1885. Sequeira nos asegura que cuando Rubén Darío llego a San Salvador en agosto de 1882, fue Leonard y sus amigos literatos, quienes le dieron la bienvenida y lo presentaron a otros intelectuales salvadoreños. Entre estos conoció a Francisco Gavidia. Así Rubén, quien había dejado el Instituto después de la renuncia de Leonard, volvió a estar bajo las alas protectoras de su antiguo Maestro. Fue también Leonard, por otra parte, quien se encargó de negar en octubre de 1833 y en el mismo diario La República, la especie de que Darío había muerto, cuando la verdad era que el joven poeta había vuelto a León. El presidente Zaldívar le confirió misiones diplomáticas a Leonard en México y en los Estados Unidos como Representante de El Salvador. Cuando cayó Zaldívar, Leonard se trasladó a la vecina Guatemala en donde se asoció otra vez con su amado discípulo, continuando la añeja amistad. Los subsecuentes acontecimientos políticos ocurridos en Guatemala, determinaron el súbito cambio de residencia de Leonard, quien volvió a San Salvador. En este país, nuevamente, Leonard colaboró con el entonces Presidente Sierra en forma efectiva. Leonard actuó como un Consejero de Esteban Castro, el Secretario salvadoreño de Educación, y actuó junto con Francisco Gamboa y Sergio Lusky en el Primer Congreso Pedagógico de Centroamérica, que tuvo lugar en 1893 en Guatemala. Una de las medidas adoptadas por el Congreso en mención, fue la sustitución de los sistemas de lecturas anticuadas, por un método analítico, basado sobre todo en la comprensión integral.

Salvador Ballesteros acreditó a Leonard como autor de esta innovación, la que fue adoptada e incorporada a todas las escuelas públicas de la región. Otra moción salvadoreña adoptada en el Congreso relacionado, atribuida a Leonard, fue el énfasis otorgado a la cívica en el currículum general y la censura al método dogmático utilizado por los colegios y escuelas de inspiración religiosa. Hay que apuntar que Costa Rica y El Salvador eran a finales del siglo, los Estados más liberales de Centroamérica. Aproximadamente entre los años 1885 y 1888, Leonard actuó como Consejero político del Presidente Rafael Zaldívar, emprendiendo misiones diplomáticas como Representante de El Salvador en México y en los Estados Unidos.

Una vida activa no usual marcó la permanencia ulterior del Dr. Leonard en Honduras. Fue invitado ahí por el Presidente Sierra, quien lo nombró Rector de la Universidad de Tegucigalpa. Mantuvo esta posición entre 1899 y 1902, y a la sazón estuvo contratado para la enseñanza de la historia y la pedagogía. Uno de sus alumnos fue Salvador Mendieta, el infatigable luchador de la República Federal de Centroamérica. Mendieta, en un artículo que escribió sobre la muerte de su profesor lo caracterizó así: "El Dr. don José Leonard, eminente sabio polaco, fue cariñoso maestro de la juventud centroamericana durante un período de casi treinta años. Poseyó una luminosa inteligencia, una vasta instrucción, un carácter firme y de inagotable bondad. Sus consejos, su influencia, su bolsillo estaban siempre a la orden de quien los solicitaba. Como amigo, ninguno más sincero, más fiel, mas abnegado". Utilizando una vasta experiencia en asuntos internacionales, Leonard tuvo el cargo de Delegado Oficial en Honduras al Segundo Congreso Panamericano celebrado en México en 1901, y también representó a Honduras en el Tribunal Centroamericano de Arbitraje en Costa Rica entre los años 1902 y 1903. Posteriormente, a la caída de Sierra, Leonard volvió a Nicaragua donde fue bien recibido por el Presidente José Zelaya. Vivió ahí hasta su muerte en 1908. Sus amigos centroamericanos y sus discípulos lo honraron con un monumento (un busto de mármol) erigido en la entrada de la muy respetable Logia Masónica de Managua.

Durante su residencia de casi tres décadas en Centroamérica, Leonard disfrutó de un respeto inusual, no sólo por su cultura humanística y altas cualidades cívicas, sino también por ser miembro importante de la Academia Real Española y otras ilustres entidades internacionales. Su vasto trabajo en el campo de la educación y sus contactos culturales cercanos, le permitieron crear un núcleo importante de intelectuales progresistas por todo el istmo, a los cuales Heliodoro Valle llamó "el Grupo Leonard". De acuerdo con mi colega hondureño, este grupo estuvo compuesto de personas como Rubén Darío, Manuel Maldonado y Salvador Mendieta de Nicaragua; Enrique Gómez Carrillo y Máximo Soto Hall de Guatemala; Joaquín Méndez de El Salvador; Timoteo Mirald y Valentín Durón de Honduras; José Joaquín Palma de Cuba; y Federico Proaño, de Ecuador, para sólo mencionar unos cuantos.

Como puede ser visto, entre ellos habían poetas distinguidos, escritores, diplomáticos, hombres de Estado, cuyo impacto sobre la Historia política e intelectual de Centroamérica todavía es sentida. Un rasgo interesante de Leonard en el Istmo fue su movilidad geográfica, lo cual puede ser fácilmente explicado por su amistad con Centroamérica  importantes, así como su adaptabilidad intuitiva a las siempre cambiantes situaciones políticas del momento. El siempre comprendió las variantes de la idiosincrasia hispanoamericana.

Leonard amaba a Centroamérica tanto como amaba a España, y a pesar de su trasfondo eslavo, se identificaba frecuentemente con las cosas hispanas. Mientras residió en el Istmo, hizo dos viajes a Europa pero pronto suspiró por la atmósfera amistosa y el hechizo del trópico, sin lo cual ya no podía vivir más. Fue Centroamérica su país por adopción y por la misión cumplida; no siempre encontró el sendero cubierto de rosas, pero fue recompensado con el papel cultural desempeñado. Clodomiro Urcuyo, un Ex-Ministro de Educación de Nicaragua, caracterizó la silueta humanística de Leonard así: "Leonard se  distinguió como sabio, maestro, filósofo y orador. Fue considerado como hombre que se anticipó a su época por su ideología liberal. Sus ideas revolucionarias supo mantenerlas y fomentarlas toda su vida" (17).

NOTAS

1) Diego M. Sequeira. Rubén Darío criollo o raíz y médula de su creación política (Buenos Aires, 1945), p. 36.

2) Erwin K. Mapes, LInfluence francaise dan Voeuvre de Rubin Dario (Paris, 1925), p. 13.

3) Juan D. Vanegas. José Leonard. Mercurio, No. 137 (León, Nicaragua, July 1941), p. 4-5.

4) Marcelo Jover, Rubén Darío: Ensayo biográfico y breve antología (México, 1944), p. xii.

5) Rubén Darío, Poesías completas, ed. Alfonso Méndez Plancarte, novena edición (Madrid, 1961), pp. 25-26. 6) Ibid., pp. 32-33.

7) Ibid., passim y p. 19.

8) Darío, Autobiografía en Obras Completas, (Madrid: Mundo Latino 1920), XV, 33, Darío El Viaje a Nicaragua e Historia de mis libros en Obras completas (Madrid: Mundo Latino, 1919), XVII, 64.

9) Roberto Ibariez of Montevideo, whom I visited in 1965, informed me that he found Darío ᾽s article on Jose Leonard in La Nacion published in the 1890's in Buenos Aires. Dr. Ibáñez is preparing a collection of Dario's unknown articles soon to be published.

10) Jover, p. xiii. 11) Darío, Autobiografía in Obras completas 33.

12) Ibid., 82-83. 13) Julio Esau Delgado, "Recuerdos de Rubén Darío". La Prensa (New York, July 16,1941).

14) Dionisio Martínez Sanz. El busto de José Leonard, Boletín Masónico XII, No. 57 (Managua, Nicaragua, July 1967).

15) Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XX (Madrid, 1903-1904),p. 225.

16) Salvador Mendieta, Un muerto ilustre. El Dr. don José Leonard, La Regeneración (Tegucigalpa, Honduras, Abril 1908).

17) Clodomiro Urcuyo, an excerpt from his private letter (undated) to Dr. Teodoro Picado of Costa Rica, sent by the latter to E. S. Urbanski on August 19,1942.

(Traducción de Tomás Jiménez S. y Mario F. Macal). 

Nota del Editor del Blogspot:  El sociólogo y profesor Elías Guevara tuvo la gentileza de enviarnos este interesante artículo del doctor Edmund Stephen Urbanski, fue publicado originalmente en Anuario de Estudios Centroamericanos, No. 1. Universidad de Costa Rica, departamento de publicaciones. San José, Costa Rica. 464 pp.  Señala el investigador Guevara, que los interesados en consultar el libro donde aparece este artículo, lo pueden  hacer en la Biblioteca Nacional de Nicaragua, en el Fondo Rubén Darío, que dirige y administra con mucha dedicación, el licenciado Guillermo Flores, a quien debemos las copias escaneadas páginas 33 a 46), que hemos transcrito en este sitio. 


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