Espérase inauguración a mediados de 1969
CASI ESTÁ TERMINADA
LA ESTRUCTURA DEL TEATRO NACIONAL RUBÉN DARÍO. En: Novedades, 27 de
Noviembre de 1968.
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La construcción del nuevo Teatro Nacional Rubén Darío está casi terminada, faltando el revestimiento de mármol de las columnas y otros ángulos así como el montaje de los equipos.
A solicitud del señor Stephen H. Arnold, Gerente de
Operaciones del Teatro Nacional, reporteros de ese diario efectuaron un
recorrido por todo el local, la tarde de ayer.
Por doquier se nota la actividad febril del gran número de
obreros que allí trabajan, afanados en que la inauguración de la gran obra se
lleve a cabo a mediados del próximo año.
El teatro, diseñado por el arquitecto nicaragüense JOSÉ
FRANCISCO TERÁN, y construido de acuerdo a las normas internacionales de
teatros profesionales, tendrá un cupo de 1,300 personas.
Ya los tres grandes balcones al igual que el anfiteatro han
tomado su elegante forma, restándole solamente los asientos acolchonados.
Al centro del primer balcón estará el palco presidencial,
acondicionado con cuarto privado.
Tanto del primer balcón como del segundo y del tercero la
visión es perfecta y lo será también el sonido, resaltado por una gran concha
acústica que todavía no ha sido instalada.
Una vez franqueada la entrada principal, el visitante se
encuentra en una gran sala de espera, donde grandes escalinatas a ambos lados
lo invitan a subir al Salón Mágnum.
OBSÉRVESE LA PARED CONSTRUIDA CON LADRILLOS DE BARRO "CHILTEPE" |
El mencionado salón estará revestido de mármol –se llevará a
cabo en una segunda fase—, y su dimensión es de 36 metros por 14,10. Tres
grandes ventanales de vidrio dan una magnífica vista al Xolotlán.
La iluminación del escenario estará controlada por un
tablero electrónico de dos escenas de preparación. La escena mide 24 metros de
largo y 14 de ancho (profundidad). La torre del edificio del escenario tiene 27
metros.
En esta parte del teatro, en el escenario, el montaje de los
equipos corre a cargo de Peter Albrecht Co., de EE. UU., que se encargaron del
montaje del Teatro Lincoln Center, el más grande y moderno de Norteamérica.
Igualmente, el sonido estará controlado electrónicamente. Y
lo referente al foso, tendrá cupo para una gran orquesta.
Si lo que podrá apreciar el público una vez terminado el
teatro será de una gran elegancia, lo que habrá tras los bastidores será
igualmente interesante.
Ha sido construido el teatro en una forma simétrica, y
cuenta con todas las medidas de seguridad posible, para evitar siniestros.
Los camerinos, tanto privados como para las coristas así
como para los músicos, están debidamente diseñados y con las comodidades necesarias.
Actualmente el ingeniero Pascualini dirige los trabajos de
revestimiento de mármol de las cincuenta columnas que circundan la
construcción.
En lo referente al señor Stepren H. Arnold tiene mucha
experiencia en teatro y fue designado Gerente de Operaciones para el nuevo
Teatro Nacional Rubén Darío, por la Presidenta de la Junta Directiva de la
Sociedad Pro-Arte Rubén Darío, doña Hope Portocarrero de Somoza.
Recibió el señor Arnold el B. F. A. en teatro de la Carnegie
Mellon University in Pittsburgh, Pensilvania, EE.UU. y su M.F.A. en teatro de
la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, EE.UU. En 1957-58, el señor
Arnold ha estudiado el teatro en Alemania con una beca del gobierno federal de
Alemania. Hace cinco años, trabajó como Director de Publicidad y Subgerente de
Teatro de “North Shore” de Beverly, Massachusets, EE.UU.
DEL ARCHIVO VERTICAL HEMEROGRÁFICO "DR. EDUARDO PÉREZ-VALLE" |
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FOTOGRAFÍA DEL ARCHIVO HISTÓRICO "DR. EDUARDO PÉREZ-VALLE" TEATRO NACIONAL "RUBÉN DARÍO" ANTES DEL TERREMOTO DEL 72 |
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LA CONSTRUCCIÓN DEL
TEATRO NACIONAL RUBÉN DARÍO (1967-69). Por: Ing. Eddy Kühl. En: Nuevo Amanecer Cultural. 24 de junio de
2007.
Managua del ayer, Nicaragua. Vista panorámica del Gran Teatro Rubén Darío, antes del terremoto del 23 de Diciembre de 1972. (Archivo Histórico Dr. E. Pérez-Valle) |
Historia
La idea de dotar a Nicaragua de un Teatro Nacional comenzó
en 1964, por miembros del Instituto Pro-Arte Rubén Darío, presidido por Hope
Portocarrero de Somoza (desde 1968 fue llamado Sociedad Pro-Arte Rubén Darío).
Los trabajos de la construcción de su edificio comenzaron en
1967, y su inauguración fue el 6 de diciembre de 1969.
La compañía diseñadora fue un consorcio formado por los
arquitectos José Francisco Terán y Alfredo Osorio Peters, de la firma
Arquitectos e Ingenieros S.A., y Filadelfo y Eduardo Chamorro Coronel, de la
firma Construcciones S.A.
Una vez terminados los planos, la obra se licitó
públicamente, ésta era gigantesca y sofisticada para las compañías nacionales
de la época, por lo que solamente hubo dos firmas oferentes. La que ofreció el
precio más bajo (creo fue de doce millones de córdobas) fue el consorcio
Cardenal & Lacayo Fiallos.
Estos contratistas eran el ingeniero Roberto Lacayo Fiallos,
de Construcciones Lacayo Fiallos, y el arquitecto Julio Cardenal, de Cardenal y
Asociados, consorcio que posteriormente se convirtió en la firma Cardenal
Lacayo Fiallos.
El Instituto, cuya presidenta era Hope de Somoza, entonces
también Presidenta del Instituto Pro-Arte y de la JNAPS (Junta Nacional de
Asistencia y Previsión Social), nombró al arquitecto José Francisco Terán como
coordinador general, y solicitó al ingeniero Jorge Hayn, entonces Director de
Construcciones Nacionales, que se hiciera cargo del manejo de la licitación y
luego de la supervisión de las obras. Ella despachaba en el segundo piso del
edificio de “La Curva”. El Instituto recogió fondos del Estado, así como
donaciones corporativas y privadas, además realizó kermés, festivales y
presentaciones.
Fotografía Aérea de la ciudad de Managua. Teatro Rubén Darío, antes del terremoto del 23 de Diciembre de 1972. (Archivo Histórico Dr. E. Pérez-Valle) |
El ingeniero Hayn nombró supervisores en cada área de
especialidad, así en electricidad nombró al ingeniero Ricardo Solórzano, en
mecánica al ingeniero Guillermo Quant y a Orlando Urroz en obras civiles.
Construcciones Nacionales dio todo su apoyo con ingenieros
de primera línea, como Orlando Urroz Manfut, Raúl Amador Kuhl, Franklin Gavarrete,
René Gutiérrez.
A mí me nombró como ingeniero civil, inspector residente en
la construcción.
Doña Hope visitaba la construcción de vez en cuando para
apreciar los avances. El contratista contrató como ingeniero residente al
ingeniero Fernando Alaniz Kollerbohn, quien hizo una buena labor al respecto.
Los arquitectos tenían asesores internacionales, como el
doctor Ben Schlanger, de Nueva York, experto en acústica y sonido, al doctor
Wilhelm L. Jordan, de Dinamarca, en visibilidad e iluminación a Peter Albrecht,
de Estados Unidos.
El cielo raso reflectivo y acústico fue construido y
dirigido por el ingeniero Gastón Peñalba y la instalación de la estructura
metálica bajo la dirección del ingeniero Winston Wallace Smith, ambos
trabajaban para la compañía Metales y Estructuras S.A.
Construcción del sótano y las fundaciones
Para la construcción de las bases se hizo con tractores una
enorme excavación de seis metros de profundidad en la tierra, pero como el
fondo del sótano estaba bajo el nivel del agua del lago, para poder evacuar el agua,
el ingeniero Franklin Gavarrete diseñó un sistema de drenaje que la compañía
Pozos McGregor implementó, era así: se instalaron 21 bombas estacionarias (well
points), en el exterior del perímetro del teatro, que trabajaron continuamente
las 24 horas del día por varios días para drenar el agua y lodo que anegaba el
hoyo. Mientras tanto, se extendía en el fondo una enorme membrana de hule,
cuyos traslapes eran prácticamente “soldados” con un pegamento especial,
después se fundió el concreto de dicha losa que formaba una base continua, la
cual abarcada todo el área del edificio. Esta losa tenía 1.5 mts. de espesor
con tres capas de parrilla de acero como refuerzo.
Esto permitió impermeabilizar el piso y las paredes de los
sótanos, el edifico prácticamente flota en aquella tierra saturada de agua,
como que fuera un enorme barco, por eso no sufrió daños durante el terremoto de
diciembre de 1972.
Las columnas exteriores son de acero laminado y miden 17
metros de altura, fueron forradas con piedras de marmolina de color blanco
viejo, este mármol era original de Estados Unidos, pero fue llevado en barco a
Italia, donde se realizó el corte y tallado a medida del teatro, luego fue
traído en barco de regreso a Nicaragua.
El piso de madera del tablado del escenario fue una obra
maestra del taller de carpintería de Cardenal Lacayo Fiallos, bajo la dirección
de Ramiro Aranda, pues los inspectores no toleraban ningún defecto, el mismo
taller construyó los enormes ventanales del Salón de las Arañas, que miran
hacia el lago.
El cielo raso metálico, decorativo y acústico, fue un dolor
de cabeza para el ingeniero Gastón Peñalba, por lo complicado de su ensamblaje,
lo mismo la moldeada de la superficie de las barandas de los balcones, que
simulan la forma de suaves cojines.
La alta torre del Proscenium fue un reto para todos, esta
torre es necesaria para esconder el cortinaje, las falsas paredes, ayudan a la
acústica y recogen el humo provocado en algunos actos, de teatro, ópera o
ballet.
Las enormes lámparas de cristal del llamado Salón de las
Arañas vinieron años más tarde, fueron traídas de España --una fue donada, las
otras dos compradas--, fueron instaladas por Construcciones Nacionales bajo la
dirección del ingeniero Raúl Amador Kühl.
Los ingenieros jóvenes --en esa época-- escalábamos sin
dificultad las escaleras de madera de las formaletas del Proscenium, por su
parte, Roberto Lacayo Fiallos, quien tenía como 60 años de edad, también lo
hacía, recuerdo que una vez andaba con él en la parte superior de esa torre, a 30
metros de altura, y don Roberto tropezó en las formaletas, se deslizó desde
arriba, pero con tanta suerte que cayó a un nivel más bajo protegido por tablones,
eso le salvó la vida.
Recuerdo también la preocupación de don Roberto cuando ya se
habían gastado los 12 millones de córdobas y todavía no se terminaba la
construcción, dijo que él la terminaría aunque tuviera que vender su casa.
Al completar el edifico se habían invertido más de tres
millones de córdobas adicionales al presupuesto original. Los contratistas
cumplieron hasta el último detalle.
Todos los que colaboraron con la construcción del Teatro lo
hicieron con sentido de historia, es decir, con cariño, cobrando poco u
ofreciendo trabajo voluntario, trabajando horas extras, sugiriendo soluciones a
problemas.
Esfuerzos como éstos se llevaron a efecto para darle a
Nicaragua uno de los teatros más modernos de Latinoamérica.
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