domingo, 6 de julio de 2014

ENTRE WALKER Y SQUIER: NUESTRA HISTORIA EN LOS DIBUJOS Y GRABADOS DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle

CATEDRAL DE LA MERCED Y EL VOLCÁN EL VIEJO, LEÓN, NICARAGUA

Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle

Agradecimiento:

El autor de estas notas quiere agradecer muy sinceramente al infatigable investigador Dr. Alejandro Bolaños Geyer por el inapreciable material documental que puso a su disposición con el espíritu más abierto y la voluntad más espontánea. Sin esa extraordinaria ayuda la elaboración de este modesto trabajo hubiera resultado decididamente imposible. Los grabados utilizados pertenecen al Archivo de Don Felipe Mántica Abaúnza, reproducidos sin retoques.
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Catedral de La Merced y el volcán El Viejo, León, Nicaragua. Dibujo 1853. 
Dibujo tomado del "Illustrated News", del 8 de Octubre de 1853, que también, aparece en "Ballou᾽s Pictorial Drawing Companion" con los siguientes comentarios:

“Las ruinas de palacios y espléndidas casas, según muestra el primer plano de nuestro grabado, rodean la gran Catedral de La Merced. Las edificaciones de la Catedral son las mejores de su tipo comparándolas con cualquiera de los estados de Centroamérica. La vista que se observa desde la Catedral, extendiéndose  hasta las aguas del Pacífico, recompensa al viajero por el trabajo de subir hasta la torre de la Catedral. La cima más sobresaliente de la hilera de colinas que aparece en este grabado es la de El Viejo, una punta volcánica  de 6,000 pies de altura. El viejo pirata Dampier habla de El Viejo en sus viajes como “una montaña extremadamente alta, con fumarolas en el día y llamas por la noche”.

El dibujo reproducido en el grabado fue realizado originalmente, “from nature”, en los años 1849 o 50 por James Mc Donought, que vino acompañando a Squier. Dice este autor, en su libro sobre Nicaragua: “Los mapas, planos, etc., contenidos en este trabajo, son de mi propia mano, mientras que los grabados son principalmente de los dibujos originales de Míster James Mc Donought, quien me acompañó a Centro América en su carácter de artista. Ellos son copias exactas al natural, en las cuales se ha cuidado tanto la fidelidad como el efecto artístico”.

El dibujo fue publicado en la primera edición de Squier, que lleva fecha de 1852. Fue grabado en piedra litográfica por Sarony & Major, de New York, según puede verse al pie de la lámina, incluida frente a la página 264 del tomo I. La impresión se hizo a dos colores, gris rosáceo y negro, sobre papel de mejor calidad, y se le puso el título: “Iglesia de la Merced y volcán de El Viejo”. Ocho años después el dibujo fue publicado nuevamente, en la segunda edición de Squier, esta vez grabado en metal por J. W Orr, de New York, y con variantes notables, pues sólo aparece el motivo central, esto es, la Iglesia, y los volcanes; se han eliminado las ruinas del primer término y las casas y calle de la derecha; y se introducen como novedad unas carretas con toldo, y una procesión del Santísimo bajo palio, que regresa al templo ante un grupo de creyentes que se arrodillan devotamente.

Es de notar que en ninguna de las ediciones de Squier aparece el follaje de la izquierda en el grabado que aquí se presenta. Las ruinas del primer término son mudo testimonio de la barbarie desplegada en la guerra de Malespín, cuyo recuerdo estaba aún vivo y sangrante, durante la cual la ciudad estuvo sitiada por 59 días.

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LA GRAN CATEDRAL EN LA PLAZA CENTRAL, GRANADA, NICARAGUA. Dibujo de 1856

Dibujo tomado del Frank Leslie´s Illustred Newspaper, del 30 de Agosto de 1856.

Una corta descripción que dice en parte: "La vieja arquitectura española de México y Centro América tiene la característica universal de gran fuerza y durabilidad. El templo de los viejos conquistadores españoles debe de haber sido construido, según nuestro escritor, con bases ahora desconocidas, ya que las ruinas que hemos examinado son de cemento duro como sus mismas piedras; así también hemos podido observar que, aún cuando algunas de sus paredes se han rajado y caído, la mezcla ha mantenido su fuerte consistencia.

Esta linda Catedral situada en la plaza principal de la ciudad de Granada, es característica del estilo de construcción Español en nuestro continente, y llama grandemente la atención al americano por su imponente grandeza y novedad de estilo".

En la antigua iglesia mayor, levantada durante el período colonial en el sitio el capitán Hernández de Córdoba, fundador de la ciudad, frente a la plaza mayor. El dibujo parecer ser de Stevens, quien había elaborado un volumen de antigüedades de Centro América y tenía en preparación otro sobre reliquias coloniales. La vista fue realizada desde el centro de la plaza, y alcanza la esquina suroeste del cuartel. En esta iglesia, destaca el comentario, se realizaron las ceremonias relativas a la inauguración de Walker como presidente de Nicaragua. Fue también uno de los últimos refugios filibusteros en la martirizada ciudad de Granada. Así narra Walker el abandono y destrucción de la iglesia parroquial por Henningsen:

“El 27 / de noviembre de 1856 / Henningsen sacó a sus heridos de la iglesia parroquial y la dificultad que hubo para dar principio a esta tarea pone de manifiesto la falta de inclinación de su gente a toda faena que no fuese de pelear. Algunos de los negros de Jamaica que habían estado trabajando en el vapor del lago y que se cogieron por casualidad en la población, se utilizaron en los trabajos de fuerza; los presos de la cárcel tampoco resultaron del todo inútiles. Después de sacar a los heridos, se pusieron algunas libras de pólvora en mal estado debajo de una de las torres de la iglesia y se dio fuego a todas las casas que quedaban en la plaza mayor. Al salir de ésta los americanos, el enemigo trató de acosarlos, pero lo contuvieron unos pocos rifleros desde las torres de la iglesia hasta que Henningsen estuvo listo para retirarse. Una vez todo preparado, los americanos abandonaron la plaza: al emprender la retirada encendieron con un fósforo un reguero de pólvora que iba hasta la mina colocada debajo de la iglesia. El fuego llegó a la pólvora, volando al aire la torre en el momento preciso en que la muchedumbre  enemiga, demasiado impaciente, penetraba en la plaza, por cuya posesión había luchado tanto”.

He aquí la versión que de los mismos hechos nos hace un historiador nicaragüense, el licenciado Pérez:

“El / cuartel / principal fue abandonado, pero en llamas, de la Parroquia salían las columnas de humo del incendio que la devoraba. Entonces el batallón setentrional se precipitó a la plaza, y casi a un tiempo la torre derecha de la iglesia saltó hecha pedazos por una mina de pólvora, con que se calculó causar graves daños a los asaltadores. Por fortuna sólo un caballo murió al golpe de uno de los fragmentos. En este día el Capellán Presbítero don Rafael Villavicencio, se colmó de gloria como sacerdote y como hombre, entrando solo al incendiado templo y volviendo cargado de alhajas preciosas, como el copón, la custodia, un viso o rayo con magníficas piedras, y otras muchas cosas que salvó en repetidos viajes, en medio de los peligros, hasta que el sagrado techo cayó por entero convertido en brasas”.
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CATEDRAL Y CIUDAD DE LEÓN, NICARAGUA. DIBUJO DE 1856

Dibujo tomado del Harper᾽s Weekly, del 16 de Mayo de 1857

El corresponsal escribe que la Catedral de San Pedro, es, talvez, el edificio más grande del continente y costó diez millones de dólares. Otro escritor en el Illustrated Newspaper, del 8 de Octubre de 1853, hace los siguientes comentarios:

“León fue, en el pasado, una de las ciudades mejor construidas en Hispano América. Sus edificios públicos, aún ahora, no han podido ser igualados en ningún otro país de Centro América. La Gran Catedral de San Pedro está considerada como uno de los mejores edificios españoles actualmente existentes en Norte y Sur América. Este edificio tomó 37 años en su construcción habiendo sido terminado en 1743, a un costo estimado de US$5,000.000.00.”.

El artículo que acompaña a este grabado se titula “Ríos y ciudades de Nicaragua”. En él se afirma que León, con una guarnición moderada es casi inexpugnable; y que se había visto con sorpresa que Walker no hubiera permanecido en ella, utilizando la Catedral como fortaleza.

“La Catedral –dice el artículo—, quizás el más grande edificio del continente, fue construida de piedra a un costo de diez millones de dólares”… “A veces su techumbre ha soportado simultáneamente el peso de hasta treinta piezas de artillería”.

¿Por qué Walker no la siguió ocupando? El articulista proporciona una respuesta compleja, a base de cinco puntos:

1) Porque los leoneses son las gentes más belicosas de Nicaragua y las menos dispuestas a someterse.

2) Porque la vecindad de Honduras y El Salvador hubiera facilitado la combinación de los tres poderes contra los filibusteros.

3) Porque la ruta del Tránsito (el San Juan, el Gran Lago y el istmo de Rivas) hubiese permanecido bajo constante amenaza de enemigos internos y externos, y eventualmente se hubiera perdido.

4) La pérdida del Río significaba la muerte de la Falange. Para defenderlo era más estratégico permanecer en Granada.

5) Granada tenía que ser ocupada o destruida, porque de lo contrario se hubiese convertido en una fortaleza enemiga inexpugnable, dominando Rivas y el Tránsito y, con ayuda de Costa Rica, en posesión segura del San Juan.

La verdad histórica respecto a la construcción de la Catedral es que fue realizada en un lapso de 78 años (1747-1825) y en ella intervinieron cinco obispos. 
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LA FORTALEZA DE EL CASTILLO, CERCA DE LOS RAUDALES, NICARAGUA, DIBUJO DE 1856

Tomado del Frank Leslie᾽s Illustrated Newspaper, del 17 de Mayo de 1856.

El artista, Capitán A. J. Morrison, escribió un artículo que incluye los siguientes comentarios:

“Este Castillo es el primer punto importante que el viajero encuentra en su travesía por el Río San Juan y fue construido hace algunos trescientos años para defender las entonces ricas ciudades de Granada y León del ataque de los piratas, que eran en esa época el terror de Centro América y del istmo. El Castillo hoy en día ya no se usa como base miliar y su única importancia actualmente es la der una muestra de la habilidad arquitectónica de aquellos días, durante la dominación española en nuestro continente.

En la parte exterior de El Castillo y al lado derecho del puente levadizo hay un hoy que fue excavado bajo la esquina, por los soldados, con la esperanza de encontrar tesoros enterrados.

Los nativos de este lugar hablan de inmensos tesoros que han sido enterrados por los diferentes Jefes, cada vez que El Castillo estaba por caer en manos enemigas y así salvarlos de los invasores. Existe una leyenda ente los indios que, directamente frene a El Castillo existió una vez una gran ciudad que fue destruida por los españoles que la atacaron por un túnel subterráneo; pero ya no quedan trazas de ella. El paisaje del Río San Juan así como su clima, es agradable al viajero americano. El tiempo más caliente es a medio día, siendo si, menos sofocante de los que llamaríamos un día caliente en Nueva York, y el aire nocturno al contrario, es muy “agradable”.

El verdadero título de este grabado dice así: “Nicaragua. Fortaleza El Castillo, debajo de los rápidos. Detención de los pasajeros del Orizaba”.

Se ven las casas construidas al “estilo norteamericano”, formando extraño contraste con las primitivas chozas de palmas y varas ocupadas por los nicaragüenses. Dos de esas casas sirven de hoteles: La Casa Nacional y la Casa Nicaragua, “limpias y bien ventiladas”, separadas de las casas de los nativos por barricadas bien defendidas, que se extienden entre el cerro y la margen del Río.

El dibujo es obra del artista filibustero capitán A. J. Morrison, quien escribió erróneamente que el Castillo había sido construido promediando el siglo XVI, para defensa de Granada y León contra los bucaneros, y que sostuvo innumerables sitios. En realidad, fue construido en el lapso de 1673 a 76; y los únicos sitios que sostuvo fueron el de 1762 (4 días) y el de 1780, cuando al fin fue presa del enemigo. Morrison da cuenta del fallido intento de los soldados de Raymond, de abrir el suelo de la recámara N. E. (bajo el baluarte de Santa Teresa) usando sus bayonetas y un hacha vieja como herramientas, en busca de un supuesto tesoro oculto bajo el piso hueco. Recoge Morrison “el decir de los nativos” sobre los “inmensos tesoros que en ocasiones fueron escondidos por los distintos comandantes cuando el Castillo estaba por rendirse, para salvarlos de los vencedores”. Agrega que en la recámara que hacía de capilla, aún se conservaban intactas las piletas del agua bendita y un túmulo central, “lugar de enterramiento de los magnates”. Y todavía repite las que él llama “tradiciones corrientes ente los indios”, sobre la existencia de un secreto pasaje sub-acuático entre el Castillo y la ribera opuesta; y de una gran ciudad indígena, en esta misma ribera, destruida por los españoles en tiempos remotos, para efectuar lo cual se valieron del túnel fantástico por debajo del Río.

El dibujo representa la llegada de los pasajero del Orizaba, que acababa de realizar su primer viaje a Nicaragua, saliendo de New York el 8 de abril, transportando 500 pasajeros, y llegando al San Juan el 16 del mismo mes. “Cuando los pasajeros del Orizaba llegaron a El Castillo, supieron que había estallado la guerra entre Costa Rica y Nicaragua y que la ruta estaba cerrada. Tras dos días de espera la Compañía les dio a escoger entre volverse a Nueva York o ir a Granada a esperar allí la reapertura de la ruta. En vista de que si se regresaban tendrían que dejar allí su equipaje, y de que todo indicaba que Walker la reabriría pronto, unos trescientos decidieron proseguir hasta Granada”. Mientras esperaban, muchos perecieron, víctimas del cólera, que de Rivas se había propagado a Granada, o de otras enfermedades. Cuando el 20 de mayo supieron de la llegada del Sierra Nevada a San Juan del Sur, habían muerto 79. Algunos murieron en la travesía del Lago, hacia La Virgen, y otros en el trayecto de La Virgen a San Juan del Sur.

En el grabado el Castillo muestra, de izquierda a derecha, los baluartes exteriores de Santa Ana, Santa Bárbara y Santa Teresa y el baluarte elevado central, o “caballero”, de San Fernando. No se ve el baluarte de Santa Rosa, por quedar detrás. 

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LA CALLE DE MASAYA EN LA CIUDAD DE GRANADA, NICARAGUA. DIBUJO DE 1856.

Tomado del Frak Leslie᾽s Illustrated Newspaper, del 19 de Julio de 1856.

“El tema de este grabado es una escena en el camino que conduce de la costa del lago de Nicaragua a la ciudad, y el cual, después de bordear Granada y pasar por la plaza, desemboca en el camino que va al pueblo indígena de Masaya”.

Esta llamada “calle de Masaya” no es otra que la calle del Lago, que también se llamó de la Calzada, en el trecho comprendido entre Guadalupe (cuyos altos muros y pináculos se ven a la izquierda en primer término) y la playa. En el horizonte se divisa un barco de rueda de paletas, cuya elevada chimenea despide alguna humareda; y regular cantidad de gente procede del barco o va hacia él. Frente al costado de la iglesia, sentados en el petril de la taberna de Max J. Thomand, repleta de barricas, tres parroquianos observan despreocupadamente el movimiento callejero.

“Fue por esta calle –dice el comentario del Leslie᾽s— que el General Walker entró primero a Granada. Había decidido que los americanos deberían entrar a la ciudad por dos puntos diferentes, por dos caminos divergentes, que, sin embargo, concurren en la plaza. Walker, con la mitad de la división americana, entró por la calle de Masaya, mientras que el coronel Skerrit, con el resto, forzó el paso por la calle que desemboca en San Francisco”.

Después del triunfo de La Virgen, Walker esperaba en San Juan del Sur engrosar su falange para dirigirse contra Rivas. Cuando ya contaba con 100 hombres, le dio el nombre de “batallón” y la organizó en tres compañías. Entonces marchó nuevamente a La Virgen, a esperar el vapor del mismo nombre de la Compañía  Accesoria del Tránsito, y tomarlo por sorpresa. En él Walker5 se proponía trasladarse a Granada y apoderarse de ella. Había interceptado correspondencia que indicaba la penuria en que se debatía el gobierno granadino, la casi absoluta indefensión de la ciudad, el desánimo de los habitantes, la desesperanza de los jefes y, por último, el secreto deseo de Corral de hacer la paz. Por otra parte, también tuvo noticia de que en Granada “más de cien demócratas trabajaban en las calles con cadenas y grillos en los pies”.

Realizada la operación del vapor, Walker con su batallón y la fuerza nica al mando del Chelón Valle, se dirigió con el mayor secreto a Granad y desembarcó a las diez de la noche en Tepetape. Avanzó hacia la ciudad confiada por el camino de Los Cocos. “Los primeros tiros del enemigo –escribe Walker— salieron del viejo convento de San Francisco; pero como eran pocos y aislados apenas si  pudieron contener un instante la impetuosa marcha de la Falange. Un grito de la avanzada anunció la toma de la plaza mayor, y los últimos tiros fueron disparados desde la galería de la casa de gobierno, al penetrar Walker en la plaza”. 

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HIPPS POINT: UNIÓN DEL SARAPIQUÍ CON EL RÍO SAN JUAN, NICARAGUA. DIBUJO DE 1856.

Tomado del "Frank Leslie᾽s Illustrated Newspaper", del 21 de Junio de 1856.

El escritor desconocido describe la escena de la siguiente manera:

“Ningún otro lugar en el mundo presenta paisajes tan encantadores como estos ríos Centroamericanos, y en ningún otro lugar el aire de la noche es tan agradable a la constitución humana. El dibujo que mostramos de la unión del Serapiqui con el San Juan nos dá una idea clara sobre la clase de paisaje que nos ofrece esa región; nada podría ser más agradable y suavemente pintoresco”.

Para protegerse de cualquier sorpresa en la línea de comunicación interoceánica, Walker, a la vez que ordenaba a Schlessinger penetrar con su fuerza en la región de Guanacaste y asestar el primer golpe a los costarricenses en su propio territorio, también dispuso que sendas compañías ocupasen El Castillo y la punta de Hipp (La Trinidad), en la desembocadura del Sarapiquí, pues “era preciso defender el Tránsito con mayor tenacidad que todas las demás partes del Estado”, ya que el ejército dependía de esa vía para obtener víveres y soldados.

En este sitio estaban apostadas las fuerzas del capitán John M. Baldwin, treinta hombres, esperando hora tras hora un ataque costarricense por el Sarapiquí; hasta que el 8 de abril emprendieron la remontada del rio en busca del enemigo, al que encontraron dos días después unos 200 0 300 hombres acampados en un recodo, 20 millas arriba.

Los ticos fueron batidos por el “valiente, atrevido y denodado grupo del capitán Baldwin”; y el autor del dibujo y del correspondiente reportaje, que parece no ser otro que el capitán A. J. Morrison (ya conocido) se entusiasma narrando las hazañas heróicas del capitán Baldwin, del teniente primero J. G. Green y del teniente segundo Rakestrow, muerto en el combate. Como resultado del mismo, fue interceptada la correspondencia inglesa y costarricense en tránsito a San José.

He aquí cómo Walker narra lo sucedido en el combate de Sarapiquí: “A la vez que Mora penetró en el departamento Meridional, una columna de 250 costarricenses fue enviada al río Sarapiquí para cortar las comunicaciones de Walker por el río San Juan. El capitán Baldwin, oficial acucioso e inteligente, se hallaba en la punta de Hipp cuando supo que el enemigo estaba abriendo un camino para salir al río. No esperó su llegada, sino que se fue aguas arriba del Sarapiquí y atacó vigorosamente a los costarricenses que venían abriendo el camino y los rechazó, causándoles muchas bajas y poniéndolos en sumo desorden. En cuanto a él, tuvo un muerto, el teniente Rakestraw, y dos heridos. El enemigo dejó más de veinte muertos en el campo. Este combate del Sarapiquí fue el 10 de abril y los costarricenses en derrota no pararon en su fuga hasta San José”.

El historiador costarricense don Ricardo Fernández Guardia hace al respecto la siguiente anotación: “Walker se refiere aquí al combate del Sardinal, en que según el parte firmado el mismo 10 de abril de 1856 en el Muelle de Sarapiquí por el teniente coronel D. Rafael Orozco, tuvo la fuerza costarricense un solo muerto y 10 heridos, uno de los cuales fue el general D. Florentino Alfaro que la mandaba. Los filibusteros se retiraron a la punta Hipp, o La Trinidad y los costarricenses al Muelle de Sarapiquí. El encuentro del Sardinal fue de poca importancia y ambos adversarios se atribuyeron la victoria”. 

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