ASÍ ERA MERCADEADA LA SANGRE HUMANA EN NICARAGUA
Nota del Director - editor del Blogspot:
Ocuparía mucho espacio reproducir detalladamente lo que
originó y representó en nuestro país el sórdido comercio de sangre humana. La
expresión “negocio macabro”, lo resume. En el año 1978, la compra y venta del
plasma extraído a nicaragüenses, donde figuraban principalmente personas
adictas a bebidas alcohólicas, otros en precariedad económica o en condición de
pobreza, adquirió mayor relevancia al descubrirse que uno de los autores
intelectuales en el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien
fungía como director del diario La Prensa, había sido un sujeto de nacionalidad
cubana llamado Pedro Ramos propietario de la Empresa Plasmaférisis, donde se
extraía, empacaba y exportaba sangre a
los Estados Unidos.
A este macabro comerciante, el doctor Chamorro le “destapó”
el negocio a través de la publicación intitulada “Crónicas del Vampiro”. Pedro Ramos era
graduado en Medicina con especialidad en Ginecología; llegó al país con el favor del dictador
Anastasio Somoza Debayle, así lo reafirmó Anastasio Somoza Portocarrero en
declaraciones concedidas al periodista Fabián Medina.[1]
Al respecto, el hijo del dictador precisó:
“Fue traído a Nicaragua por personas cubanas que habían
hecho su investigación de que el Departamento de Salud de Estados Unidos había
certificado que Nicaragua tenía los estándares de salud y nutrición que
permitían operar un negocio de ese estilo en Nicaragua. Un negocio que tengo
entendido era lícito en Estados Unidos. Al llegar este señor Ramos a Nicaragua,
las personas cubanas, viejos anticastristas y personas que conocían al General,
los presentaron, se conocieron y Ramos le dijo: “Tengo el interés de montar
este negocio en Nicaragua”. Y el General le dijo: “Si es lícito en Estados
Unidos, es lícito aquí”. No obstante los argumentos religiosos o morales que
cualquier persona pueda tener, que son válidos.”[2]
¿Hasta qué extremo el comportamiento de los humanos puede
ser despreciable? Nuestros antecedentes, en este caso, revelan considerable deshumanización,
insensibilidad y, en otros casos, impotencia ciudadana ante los perpetradores.
El resto de esa historia, que en realidad es el comienzo y,
está envuelta en las nubosidades mentales o atrapadas por el difuminado mental
característico del nicaragüense, se remonta a los años en que funcionaba el
Hospital de la ciudad de Managua, conocido como “El Retiro”. El negocio de la
sangre, Pedro Ramos y Somoza Debayle, no eran otra cosa que el resultado exacto
de viejas prácticas arraigadas o amparadas en las políticas dictadas y consentidas desde los ejes del poder. Siendo así, es momento
de recordar cómo aconteció, en Nicaragua, ese negocio de sangre por billetes.
[1] ENTREVISTA A ANASTASIO
SOMOZA PORTOCARRERO Por: Fabián Medina En: La Prensa, 1 de febrero de 2008.
[2] Ibídem.-
********* Ω Ω Ω Ω********
ESTOS ESPERAN TURNO
PARA QUE LOS DESANGREN. En: Semana, Febrero de 1972.
* Estos “donados de sangre” hacen fila pidiendo “números en
Admisión. Algunos son muchachos, jovencitos que utilizan el dinero para “beber”.
********** Ω Ω Ω
Ω*******
“¡El Hospital de Managua es el “vampiro” que por litros no
extrae diariamente la sangre!”, gritó haciendo fila de espera el señor Manuel
Portobanco, del barrio Altagracia y una de las personas que reciben 70 córdobas
por un medio litro de sangre.
En la fila habían unos 80 hombres que esperaban les dieran “números”
en Admisión del hospital para ir al “Banco de Sangre”, ubicado en el interior
de El Retiro.
ANÓNIMOS - DESESPERADOS - ROSTROS SOMBRÍOS
Portobanco manifestó que estaba allí esperando le dieran
número desde las tres de la mañana del día 15 de febrero de 1972. Eran las diez
y aún esperaba le facilitaran el número para examinarse “su líquido vital” en
el Banco de Sangre.
Afirmó tener cinco hijos y su esposa y que todos les exigían
comida y por tanto no le quedaba otro remedio que “sacarse la sangre” para
obtener 70 córdobas y comprar un poco de frijoles y arroz.
Cuando Portobanco relataba su problema, unos 40 vendedores
de sangre acudieron para exponer los suyos. Unos afirmaban que lo hacían por
falta de trabajo, y un ocho por ciento manifestó que lo hacía como “extra” para
tomar licor los días sábados.
Se notó que todos eran trabajadores y que en algunos había
desesperación y otros tenían los rostros preocupados por la falda de dinero.
LA MOLE DE HIERRO
Otro señor de apellido Cruz Díaz manifestó que en ocasiones
obligadamente duermen en el corredor del hospital para ser los primeros en pedir
números, puesto que si llegan tarde “nos quedamos esperando todo el día”.
Con el “número”, se presentan ante el portero y luego
encaminan sus pasos por los pasillos hasta llegar al “Banco de Sangre”, en la
planta baja de El Retiro.
Se sientan en las bancas y esperan ser llamados por “número”,
de acuerdo con la lista enviada por Admisión a los técnicos de extracción de
sangre.
¡La mole de cemento y hierro –Hospital El Retiro— desde luego
no tiene conciencia de semejante problema social!
LLAMADOS Y EXAMINADOS
Tratando de que amigos y familiares –incluyendo antiguos
compañeros de trabajo no los vean sentados esperando vender sangre, los
trabajadores simplemente buscan un medio para que no los identifiquen.
Son llamados por números y examinados. Tienen que regresar
el siguiente día para saber el resultado de si su sangre está en buenas
condiciones para ser comprada por el
hospital y qué tipo de sangre tiene.
La sangre positiva es pagada a 70 córdobas el medio litro y
la negativa a 200 córdobas el litro. El tipo de sangre negativa no es muy común
como la positiva.
DECISIONES MORTALES
Portobanco, por ejemplo –quien no aceptó lo fotografiaran
por temor a ser perjudicado en el futuro, según él—, dice ser chofer y “no
tengo trabajo desde hace cuatro meses. Debo dos meses de casa y no he podido
matricular a mis hijos en los colegios. Entonces no me queda más remedio que
recurrir a una medida desesperada: vender sangre”.
En el hospital se dijo que lo normal es que un hombre de
estos venda su sangre cada tres meses, pero Portobanco manifestó que cambia de
nombre y la vendía cada quince días “para poder comer un poco”. Se afirmó que
esta decisión puede ser mortal, porque la sangre no ha sido repuesta
totalmente.
¡PIDEN AUMENTO O IRÁN A HUELGA!
Cuando Portobanco hacía su relato desesperado, el resto de
hombres que hacían fila al unísono gritaron: ¡Queremos que paguen 100 córdobas
por el medio litro de sangre o declararemos
una huelga porque nos está explotando brutalmente. ¡Nos organizaremos en
sindicato!
Frente a Admisión gritaron que “el hospital vende a 200
córdobas el medio litro de sangre que nos paga a sólo 70 córdobas!
DESCARTADOS
Quienes resultan enfermos –luego del examen de laboratorio practicado
en la mezcla roja de diversos minerales— son descartados. Aquella sangre que
manifiesta la más leve enfermedad, no sirve para los pacientes.
En el “Banco de Sangre” hay un negrito –de la Costa
Atlántica— que afirma es el encargado de buscar hombres con “sangre negativa”
porque es la mejor.
En el laboratorio de chupar sangre hay varias personas
encargadas de “pinchar” y con una jeringuilla sacar la “muestra” para luego
hacer el examen.
Si la sangre resulta buena, al siguiente día el donador ve
como su sangre sale a borbollones a un recipiente de medio litro, e
inmediatamente es empacada en una bolsa anticoagulante y como trabajo final es depositada
en una refrigeradora para que se mantenga en buen estado.
Mientras el reportero hacía la entrevista a los donadores de
sangre, se generalizó la opinión de personas particulares acerca de que venden
el líquido vital para “beber guaro”.
Pero la mayoría lo negó, afirmando que lo hacían por no
haber trabajo y tener muchos hijos y esposa. –“Mirá— dijo uno de los donantes—
te pido no saques mi nombre ni me fotografíes y te contaré todo.
Relato que “tengo siete hijos, vivo en el barrio Buenos
Aires, trabajo como chofer, pro desde hace tres meses no hallo empleo. ¿Qué
harías tú en este caso?”, preguntó.
—Debo dos meses de casa. Tengo una cámara fotográfica que me
cuesta 1.500 córdobas y quiero venderla en 150 córdobas, para solucionar un
poco mis problemas, pero nadie me la compra--, añadió.
EMPEÑO OBLIGADO
—Empeñé mi revólver en 150 córdobas en el Monte Piedad para
poder comer esta semana pasada… ¿y luego con qué sacaré mi arma y qué remedio me queda? ¡Tengo que
sacarme la sangre para dar de comer a mis hijos y a mi mujer!, afirmó.
ENTREVISTA TÉCNICA EN EL LABORATORIO
Una de las técnicas del laboratorio del “Banco de Sangre”—
que generalmente nunca hablan por temor a represalias— manifestó que llegan
muchos “donadores” y que de acuerdo con el examen de laboratorio llaman o
descartan a los que pueden dar su sangre para El Retiro.
Manifestó que efectivamente muchos se cambian de nombres
para vender sangre cada quince días, pero que ya han aprendido a conocerles la
cara y no permitir que “atenten contra
su propia salud”.
Dijo que es absolutamente necesario que las refrigeradoras
del laboratorio se mantengan llenas de bolsas de sangre para atender a todos
los pacientes que llegan diariamente al hospital.
Dijo que principalmente para los casos de emergencias se
necesita mucha sangre en las refrigeradoras. Manifestó que en ocasiones
descarta el 50 por ciento de los “donadores” porque los exámenes revelan
sífilis, catarro o cualquier otra enfermedad en la sangre.
La sangre después de cierto tiempo –más o menos un mes— ya
no sirve y tiene que botarse, aunque el hospital haya pagado 70 córdobas por
cada medio litro— declaró la técnica.
El drama que se ve diariamente en el Hospital El Retiro con
esta gente que vende sangre, es sólo una partícula del espejo miserable en que
debemos vernos los nicaragüenses.
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