lunes, 16 de junio de 2014

MARGARITA  DEBAYLE NOS HABLA DE SU ÉPOCA

Memorias  de una distinguida dama que inspiró el famoso poema de Rubén Darío. En: Novedades, domingo 7 de abril de 1968.
 
MARGARITA DEBAYLE
Una tarde de tantas, de esas que mueven el pensamiento al recuerdo, nuestro Encargado de “NOVEDADES CULTURAL” se presentó en la residencia de doña Margarita Debayle, no con la intención de hacer una entrevista de tipo periodística sino con el buen afán de entablar una conversación, que llevara el recuerdo de doña Margarita hacia el pasado, hacia aquel bello tiempo cuando Rubén Darío, nuestro máximo héroe cultural, era el mejor amigo del padre de doña Margarita, el Dr. Luis H. Debayle, sabio de la medicina y fino poeta. “Yo siempre tenía desde mi niñez un gran deseo de conocer a ese gran amigo y admirable poeta que mi padre tanto quería y mencionaba y cuando lo conocí me impresioné enormemente, pues todo él irradiaba simpatía, bondad y talento”, nos dice doña Margarita, mientras vuelve los ojos de su alma hacia el pasado, recordando la época ida, en declaraciones a nuestro Redactor Cultural. (Fotografía de Napoleón Zelaya).-

—Háblenos de su infancia, de su época

—De mi infancia solo tengo recuerdos gratos, pues teníamos un hogar muy feliz. -Mi madre era una Santa, linda y dulce mujer y mi padre estaba considerado como un gran cirujano pero al mismo tiempo era cariñoso y amante de la literatura y la poesía y le llamaban el sabio Debayle.

No sé si es que yo lo quería mucho y me esforzaba por complacerlo en todo; pero tengo el orgullo de pensar que yo era su predilecta.

Nuestro colegio, el Colegio de La Asunción, el mejor en esa época, estaba á una .cuadra de nuestra casa y como mi abuelo el Presidente Roberto Sacasa las trajo a Nicaragua y mi padre era el médico de ellas, éramos muy bien cuidadas por ellas y nos querían con especialidad. En el tiempo de mi infancia, no existían esas fiestas, ni bailes, ni romances con niños de nuestra edad y yo era tan piadosa que las monjitas decían que me iban a hacer monja.

Las vacaciones las pasábamos en nuestra hacienda Filadelfia y allí teníamos piscina, caballos de paso, coches con caballos,  etcétera., en fin todo lo mejor que una niña podía desear para ser feliz. Mi madre estaba todo el tiempo con nosotros en su hogar, cuidando de su esposo y de sus hijos. ¡Qué  tiempos aquellos tan distintos A los de ahora!

—  ¿Eran las relaciones sociales durante aquella época?

—Según mi criterio y lo que yo experimenté; las relaciones sociales eran muy cordiales, pero había mucha distinción y pulcritud. La mujer era la reina de su hogar y su vida la dedicaba a hacer feliz a los suyos; no había tantas fiestas como ahora; pero cuando las había eran esplendorosas.

En esos famosos bailes se repartían carnés con su lapicito a las Señoras y Señoritas, donde los hombres apuntaban y comprometían con ellas sus bailes; y eran ellos los que se peleaban por bailar con nosotras, y no las jóvenes las que los solicitaban A ellos; en esos momentos se repartía el champán y la orquesta tocaba música clásica. Yo siempre bailaba con uno de mis hermanos, la primera pieza, pues era la costumbre que la primera pieza se debía bailar con su novio o comprometido para casarse y hasta que tuve mi prometido o sea mi esposo con quien me casé le di a él la primera pieza del baile.

— ¿Le gusta la poesía moderna?

—Como dije antes, quisiera ser más culta en literatura, y sobre todo más moderna para poder apreciar muchas manifestaciones de la belleza moderna, que comprendo poco y por lo tanto no puedo gustarla a mi me parece que lo sencillo, lo armonioso es lo bello en poesía y talvez muchos intérpretes modernos caen en el error de querer interpretar lo complicado en formas aun más complicadas. Uno de los poetas modernos. que más comprendo y me gusta es Pablo Antonio Cuadra.

— ¿Cuántos años tiene de viuda?

—18 años tengo de estar viuda—

— ¿Por qué no se volvió á casar?

— Porque Dios no lo quiso así; de lo cual me siento muy satisfecha, pues ¿sí tengo más tiempo de dedicarme a Dios, a mis hijos y nietos, que complacen y llenan mi vida enormemente y también aprovecho lo que  más puedo para hacer caridades y así llevar algo al final de mi vida y merecer mejor vida futura, ya que esta por más felices que seamos no nos llena completamente y a cada paso nos decepcionan muchas ingratitudes.

—  ¿Usted seguramente, siendo niña, había oído hablar del Maestro, que impresión le causó Rubén?

—Yo siempre tenía desde mi niñez un gran deseo de conocer a ese gran amigo y admirable poeta que mi padre, tanto quería y mencionaba y cuando lo conocí me impresioné enormemente, pues todo él irradiaba simpatía, bondad y talento y aunque era aún muy niña, supe apreciar el especial cariño que el me demostró desde que me conoció.

—Cuándo Darío escribió para Usted el famoso poema. ¿Cuál fue su reacción sentimental?

—Como yo le pedí un cuento y él me lo narró en su poesía tan maravillosamente, yo me puse loca de alegría y para complacerlo me lo aprendí de memoria y se los recité y él al oírme me abrazó y besó efusivamente y le vi derramar unas lágrimas; y al preguntarle por qué lloraba, me contestó: “¡Porque te quiero mucho, mi niña, y los has recitado con mucho sentimiento”!

— ¿Después cuando Rubén vagaba por el mundo con toda su gloria a cuesta, cómo lo recordaba Usted?

--- Yo lo recordaba siempre como lo vi de niña y mucho rezaba por él, pues siempre mi padre nos leía sus cartas llenas de tristeza. Yo sentí mucho no estar en Nicaragua ni volverlo a ver.

Cuando él pasó por New York en 1916 venía ya muy enfermo rumbo a Nicaragua. Nosotros estábamos en Filadelfia y los doctores y amigos que lo acompañaban, por su estado, no dejaron ir a vernos al colegio como él deseaba; pero me escribió una carta en versos maravillosos describiéndome como él pensaba en su imaginación poética a su pequeña Margarita ya hecha mujer. Esos versos se los di a guardar a mi maestra de español Sister Asumption que era gran admiradora de Rubén. En ese mismo año después de seis meses de haber muerto nuestro gran poeta, nosotros llegamos a Nicaragua de vacaciones, y lo primero que me preguntó mi padre al verme fue por esos versos; yo le contesté que se los había dado a guardar a Sister Asumption por temor a perderlos. Mi padre inmediatamente escribió al colegio pidiéndolos y la Superiora le contestó que desgraciadamente Sister Asumption en esos días había muerto de un accidente y que la habían enterrado, como era la costumbre, con todos y su cofresito de cartas y recuerdos y que seguramente allí había puesto ella los versos.

¿Fue la época injusta con Rubén Darío?

—Yo creo que sí, como pasa siempre con los grandes hombres, que hasta que se mueren éstos genios son apreciados como se lo merecen.

— ¿Los contemporáneos de Rubén apreciaban el valor del poeta?

Los amigos y poetas de su época lo apreciaban mucho como lo demuestra la historia, ya que contó entre sus admiradores grandes poetas que fueron orgullo de las letras hispanas; uno de esos amigos y admiradores fue mi padre y él consiguió con el Presidente Zelaya que lo hicieran Ministro de nuestro país; pero en esa época pagaban muy poco y pasaba él dificultades que mi padre se las aliviaba mandándole lo que podía de dinero.

— ¿Daba Rubén la impresión de ser triste por naturaleza?

—Lo que yo recuerdo de él me parece que su semblante era triste, pues tuvo en su vida íntima grandes decepciones y sufrimientos y todos los honores que recibió en vida fueron muy poco para calmárselos.

—  ¿Cómo se siente usted ahora que es conocida en todo el mundo?

—Me siento muy orgullosa de nuestro gran poeta pues por él Nicaragua es conocida por todo el mundo y es también por su poesía que mi nombre de niña es conocido por todo el mundo, y también yo deseara ser superior intelectualmente para poder merecer tantos agasajos y honores que me hacen a causa de este maravilloso cuento que siendo niña yo le inspiré.

— ¿Cuáles son los poemas de Rubén que mas le gustan?

El que me gusta más es mi cuento; hay tanta armonía, tanta delicadeza, tanta imaginación que todas las niñas y niños se encantan con él y está traducido ya en varios idiomas para libros de lecturas para niños; también me gusta, “Era un aire Suave”; la Sonatina; estos tres versos están grabados en un disco Long Play que la compañía Istmo los grabó en el Centenario de Rubén  Darío, cuando yo los recité en el Teatro, y están a la venta en Centro América, Panamá y Sud—América.  La Marcha Triunfal es maravillosa y según me contaron en Madrid donde admiran y quieren tanto a Rubén, nuestro gran poeta se inspiró en el cambio de guardia que cada mañana y tarde se hacía en el Palacio Real de Madrid, en la Playa de Oriente. Me encanta La dama que tuja; Los Motivos del Lobo, en fin, todos, casi todo lo de Rubén me agrada, poesías y prosa, pues cuanto uno más los lee, más gustan y comprende.

“La época —nos dice doña Margarita—, fue injusta con Rubén, cosa que siempre pasa con los grandes hombres, que hasta que se mueren son apreciados como se merecen”. “Como yo le pedí un cuento y él me lo narró en su poesía tan maravillosamente, yo me puse loca de alegría y para complacerlo me lo aprendí de memoria y se lo recité y él al oírme me abrazó y besó efusivamente y le vi derramar unas lágrimas; y al preguntarle que por qué lloraba me contestó: "porque te quiero mucho, mi niña, y lo has recitado con mucho sentimiento”. Tal, en parte, son los maravillosos recuerdos de doña Margarita Debayle, la musa que siendo niña, inspiró uno de los bellos poemas de Rubén Darío. En conversación con doña Margarita, hemos recopilado sus recuerdos en forma cuidadosa, de tal manera que no pierdan el encanto que ella les imprimió con su palabra, por constituir valiosos testimonios de una época que produjo al genio más grande de América.’— 

Musa del Centenario. En: La Noticia, Managua D.N., viernes 6 de enero de 1967

La culta dama nicaragüense, doña Margarita Debayle de Pallais, electa Musa del Centenario por la Guardia de Honor de Rubén Darío, recibirá el homenaje emocionado del público Nicaragüense, durante la gran Velada Dariana el día 16 de enero, en el Teatro González.


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