CUANDO SE ARRANCAN
LAS HOJAS DEL CALENDARIO DE DOS SIGLOS DISTINTOS. En: La Prensa, 12 de Noviembre de 1968.
En más de sesenta años de trabajo se pueden vivir muchas situaciones
diferentes, que coloquen al hombre, frente a muchas alternativas. Y para desarrollar
una vida de trabajo, de más de medio siglo, se tiene que haber vivido casi el
doble de tiempo.
Es cierto, que en los años presentes las cosas transcurren más
rápidamente. Que no es condición indispensable vivir muchos años, para
presenciar cambios notables en el proceso evolutivo de la humanidad. Que la
tecnología que respalda al hombre del presente, difiere notablemente de la del
siglo pasado, circunstancia por la cual, posiblemente, un cuarto de siglo sea
suficiente para ver y vivir cambios notables. Pero seguramente, la permanencia
de un hombre en esta tierra, por espacio de casi un siglo, debe proporcionarle
mucho mayores satisfacciones y experiencias. Porque significa, haber sido
testigo de todo un proceso de civilización, con todos sus aciertos y errores,
con todas sus satisfacciones y
amarguras. En una palabra, de manera más intensa, más humana.
Cuando a fines del siglo pasado, en 1897, salió de Alemania,
su
tierra natal, don Eugenio Lang, probablemente nunca pensó que su meta
definitiva fuera Nicaragua. Bastante distante estaba este pedazo de tierra
americana, de aquel europeo de Oehrigen, en Wuertemberg, provincia alemana, en
donde había nacido en 1874.
Las corrientes migratorias originadas en Europa,
tenían como principal destino a los Estados Unidos de Norte América; los países
latinoamericanos eran poco escogidos excepto aquello que, como Argentina, Chile
y México, habían promovido la inmigración europea, en busca de mano de obra
calificada, y del concurso técnico que se podía importar del Viejo Mundo a
través de ellos.
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Su decisión de viajar a Nicaragua fue puramente casual; en
New York, el Cónsul General de Alemania, estaba buscando un secretario para el
Consulado de Alemania en Nicaragua, don EUGENIO recibió la propuesta y de
inmediato, decidió embarcarse para acá donde trabajó con el señor Vice-Cónsul,
Don JUAN HAETASCH, que por aquel tiempo era el representante de Alemania en
nuestro país.
Seguramente que para ese entonces, la vida de Managua fuese muy
tranquila. Probablemente con la veinteava parte de su población actual, con
menos importancia comercial, con menos inmigración interna, etc., empezando la
mutación que sufre la aldea para convertirse poco a poco en ciudad. Las labores
consulares, dada la importancia del país, seguramente no eran muchas. Todo lo
cual, para alguien con experiencia de trabajo en Europa y EE. UU., inclinaron
al joven extranjero a decidir que debía de ocupar mejor su tiempo y es así,
como decide dividir su tiempo, trabajando para el Consulado medio día, y para
la Casa Brockmann, el otro medio día.
En 1909, don EUGENIO, dio la primera manifestación de haber
decidido hacer de Nicaragua su segunda patria; efectivamente, ese año, contrajo
matrimonio con la señorita Juana Zelaya, y
para esa fecha, también ya trabajaba de manera independiente, pues
habían concluido sus compromisos de trabajo con el Consulado Alemán y la Casa
Brockmann. Enviudó pocos años después, de ese matrimonio nació Don ENRIQUE
LANG. Sus otros hijos: Don FEDERICO, Don GUILLERMO, Doña LUISA y Doña OLGA, son
fruto de su segundo matrimonio, efectuado en 1915, con la apreciable señora Doña
María Habid de Lang.
La vida del señor Lang es el símbolo de la constancia y el esfuerzo;
una vida prolongadísima que ha sufrido todas las alternativas posibles, y
dentro de las cuales, siempre han descollado el esfuerzo y la paciente labor
del hombre dedicado a su trabajo.
Durante el terremoto de 1931, vio caer el edificio que
ocupaba su negocio, frente a la actual Casa Dreyfus, y no hubo pólizas que lo
respaldaran al ni resarcieran sus pérdidas. En 1941, al entrar Nicaragua en
guerra con Alemania, fue recluido en el campo de concentración que se
estableció en la Quinta Eitzen, en Managua, y posteriormente deportado del país
y cerrado su negocio.
Sin embargo, con toda la energía y dinamismo que ha sido su
característica, reconstruyó su negocio empezando en un galerón de madera
después del terremoto, lo volvió a reconstruir a su regreso del destierro,
construyó la esquina del magnífico edificio que actualmente ocupa la Ferretería
Lang en 1938, el cual amplió años más tarde, con un edificio de seis pisos
anexo, sobre la Avenida Bolívar, y hoy, al llegar a los NOVENTA Y CUATRO AÑOS
de edad, ve también ampliados sus testimonios de trabajo con la conclusión de
un nuevo edificio comercial sobre la Calle 15 de Septiembre.
Es claro, que dentro de sus alternativas a través de la vida
tan dilatada, se ha sumado a su esfuerzo, el esfuerzo y la capacidad de uno de sus hijos, Don
FEDERICO, quien es el que desde hace muchos años está al frente de los
negocios, y quien ha canalizado el prestigio que su padre adquirió en pro del
crecimiento del patrimonio que éste forjó a través de su vida tesonera.
Muy lejos deben de parecer los recuerdos de su patria natal,
a este hombre que ha arrancado las hojas del calendario de dos siglos
distintos. Un enorme tesoro espiritual debe de haber acumulado, puesto que
siempre optó por el camino más dura de la vida: la honradez y el trabajo. Y
muchas satisfacciones debe de representar para él, hoy que al cumplir NOVENTA Y
CUATRO AÑOS, rodeado de todos sus hijos, 23 nietos y 12 biznieto, recibe el
triunfo de toda una posteridad agradecida.
Un hombre admirable por su tesón y persistencia, bendito y alabado sea Dios que ha dado personas como don Eugenio.
ResponderEliminarMe encanta este articulo. Me gusta mucho Alemania como he vivido en Europa la visite en dos ocasiones y me sorprende ver que en Nicaragua se afincaron tantos alemanes los Lang, Standathagen(perdon se que no lo escribo correcto), Sengelman (los que representaban a la marca Holandes Philips), Krutz (de Selva Negra) mi padre me conto que muchos padres de sus companeritos de La Salle fueron encarcelandos y aunque era un nino se intereso mucho en leer y enter sobre la WWII cuando vi a esos hombres y antiguos companeros presos por Somoza.
ResponderEliminar¿Alguien sabe algo de su segunda esposa de Eugenio Lang, María Habid Shamey? Ambos apellidos de soltera son árabes/del Oriente Medio.
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