Don Pedro Joaquín
Chamorro, el gran precursor
1977: CENTENARIO DE LAS CERVECERÍAS. Por:
Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Prensa,
2 de enero de 1977.
En León, jabón,
candelas y…Cervezas…!
⃰ De Alemania, con espuma.
⃰ Gran Fábrica en Chinandega
⃰ Un mecánico fundó el Gambrinus
Mientras millares de córdobas serán invertidos en este
alegre año de 1977 en la introducción de una nueva marca de cerveza, el
mantenimiento del liderato de otra y la celebración extemporánea de un
cincuentenario, habrá de recordarse estos días como los que celebran el
centenario de la fabricación de la cerveza en Nicaragua, bajo el gobierno de
ese gran precursor de nuestro progreso, que fue el extraordinario presidente
don Pedro Joaquín Chamorro.
Hace exactamente cien años, nacía cobijándose bajo el alero
de la libre introducción aduanera, una modesta fábrica de cerveza, que vino a
competir con los productos similares importados especialmente de Alemania,
precisamente en los días en que se jugaba nuestro destino económico frente a la
presión originada por la Casa Eisenstuck.
El Gobierno de don Pedro Joaquín Chamorro, haciendo
referencia a la cerveza entre algunos productos fabricados en el país, señalaba
que “son de buena calidad y el gobierno se ocupa ahora de generalizar su uso en
los lugares de la República en donde suelen ocuparse de la misma especie que
vienen del extranjero”.
PROTECCIÓN AL SEÑOR
GALLO DE LEÓN
Aún cuando es probable que la colonia alemana en Nicaragua
se las ingeniase para fabricar su propia cerveza, como algunos nicaragüenses
hacían por su lado la cususa, la primera fábrica institucionalizada que
funcionó en el país era propiedad de “un señor Gallo de León”, cuyo nombre
propio se pierde en el voluminoso arsenal de documentos de la época.
Don Emilio Benard, encargado en esos días de la Cartera de
Fomento, en la Memoria presentada en 1879, destaca la labor de protección a la
naciente industria nacional, refiriéndose a “la brea, el alquitrán y el
aguarrás que se confeccionan en el país” y a un reducido rubro de pequeñas
manufactureras que se dedicaban a la elaboración de manta, a la Compañía
Tijerino y Hermanos, así como a otras plantas que se dedicaron a la fabricación
de “sombreros de Jipijapa y la de puros y cigarros al estilo cubano, que no han
tenido el éxito que era de esperarse”, y que justamente casi un siglo después habrían
de producir divisas al país, bajo la dirección de emigrados cubanos.
El señor Gallo de León obtuvo en 1877 concesiones de parte
del Gobierno, que significaron de su empresa, que debe haber desaparecido a los
pocos años, como la buena espuma.
Sin embargo en la citada memoria se consigna: “Asimismo ha
dado un auxilio semejante –dice el señor Benard— al señor Gallo de León, que se
ocupa de la fabricación de jabón y velas de estearina. Con el objeto de
estimular la fabricación de la cerveza, el gobierno ha permitido a solicitud
del empresario, la introducción de algunos objetos e ingredientes necesarios
para la fábrica, sin pagar derechos de aduana”.
DON ALBERTO CABRALES,
EN 1904 PIDE TAMBIÉN LIBRE INTRODUCCIÓN
Bajo la mística de que la cerveza al parecer resulta tan
importante como el suero fisiológico, el señor Alberto Cabrales, de Chinandega,
se acogió a la simpatía que siempre ha dispensado el gobierno a la cerveza.
En la sesión del 24 de Septiembre de 1904 de la Asamblea
Nacional Legislativa “se leyó el dictamen de la Comisión nombrada para estudiar
la solicitud del señor Alberto Cabrales en que pide se le conceda la libre
introducción de materias primas, maquinarias y accesorios necesarios para la
fabricación y expendio de la cerveza que fabrica en la ciudad de Chinandega. Puesto a
discusión, fue aprobado favorablemente”.
Esta fábrica chinandegana envasaba su cerveza con tapón de
corcho rodeado por un elegante papel de plomo y por lo menos se venía una marca
bajo el nombre de “Alsacia”.
Socio del señor Cabrales era el doctor Ernst Rothschuh,
abuelo del poeta Guillermo Rothschuh Tablada, quien presumiblemente era el
maestro cervecero de la planta en Chinandega, a la que se refiere el ex embajador
alemán Von Howald, “como la primera gran fábrica cervecera de Centroamérica
pero que lamentablemente fracasó”.
No obstante, el señor Cabrales y su socio Rothschuh
obtuvieron del gobierno de Zelaya una interesante concesión en la que se los
autorizaba importar libre de impuestos, por seis años, los artículos siguientes:
lúpulo en flor o en extracto, cebada, malta, liquen, gelatina, tapones de
corcho, sifones, rótulos, alambre, estaño para botellas, generadores de vapor,
tanques, peroles, cubas metálicas, barriles, aparatos para cargar líquidos con
gas carbónico, carbonatos y ácido sulfúrico para producirlo y refrigeradores,
inventario que difiere muy poco del que ahora tienen las plantas que fabrican
la cerveza de la Compañía Cervecera de Nicaragua y de la Industrial Cervecera,
que se lanza al mercado bajo la protección de San Antonio y del ingenio del
mismo nombre, como patronos con mucha fuerza.
La concesión a Cabrales fue firmada el 26 de septiembre de
1904 por el presidente Zelaya y el Ministro de Hacienda por la ley don Félix
Romero.
LA IDEA ALEMANA DEL
DON PABLO LEAL
No muchos años después, 22 para ser exactos, en 1926 se
autorizaba el funcionamiento de la Compañía Cervecera de Nicaragua, organizada
a iniciativa, entre otras personas de don Pablo Leal, hijo precisamente de
Francisco Leal y de su esposa alemana, que habían sido los protagonistas del
apasionado romance que culminó con la humillación de Nicaragua por el reclamo
Eisenstuck.
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Precisamente en el mismo número de La Gaceta en que el
presidente Emiliano Chamorro hacía gala de haber destripado a los
revolucionarios liberales, se publicó la escritura de constitución de la
Compañía Cervecera el 25 de mayo de 1926, organizada por escritura por el
doctor Salvador Guerrero Montalván, que hasta el día de su muerte, fue el
hombre fuerte de la empresa.
La escritura se suscribió el 22 de marzo de 1926, de modo
que la empresa cumplió su cincuentenario el año pasado, época en que se
organizó la nueva empresa Industria Cervecera de Nicaragua que ha anunciado
tener también en su planilla a magníficos cerveceros alemanes.
No proceder en esta forma, es como abrir una perfumería sin
contar con la valiosa nariz de un francés.
Los socios de la Compañía Cervecera de Nicaragua organizada
bajo los petardos de la revolución del 26, eran los señores Julio Edgrd Bahlke,
Vicente Rodríguez, Joaquín Solórzano Gutiérrez, don Pablo Leal, Jacobo Reinaldo
Edmundo Téfel, Rafael Cabrera, Hebert Ivie Thompson, Francisco Bunge, José
Benito Ramírez, Manuel José Riguero y don Hans Bodo Raven, quienes al firmar el
documento manifestaron que la compañía duraría en operaciones hasta el treinta
y uno de agosto de mil novecientos cincuenta y tres, sin sospechar el éxito que
tendrían en la operación que iniciaban.
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El capital inicial de la empresa fue de “noventa mil pesos
oro de los Estados Unidos de América”, cifra que es necesario comparar con la
inversión de treinta y cinco millones de córdobas que traja la Toña bajo la
almohada.
La acción de la cervecería organizada bajo las postrimerías
del régimen del General Chamorro, costaba “quinientos pesos oro americano”.
La empresa contrató los servicios de Christian Jetter, como
primer maestro cervecero y de Erwin V. Zünd, como segundo.
Posteriormente, aparentemente tocados de la fiebre cervecera,
otros inversionistas decidieron montar otra planta, y finalmente el 18 de
febrero de 1928 la fue concedida una nueva autorización al Dr. José Bárcenas
Meneses, pero al parecer no trascendió la acción del protocolo del notario.
LAS MARCAS EXTRANJERAS
Mientras se montaba la planta cervecera nacional, ya desde
1913 se encontraban patentados los nombres de Carta Blanca, Saturno, Salvatore,
Bohemio y Monterrey, a nombre de don Carlos A. Padilla, como representante de
la Cervecería Cuauhtémoc de México.
Y que la cerveza constituía ya un próspero negocio, lo
prueba el hecho de que en el Plan de Arbitrios de León, del 7 de agosto de
1902, se cobraban cinco centavos por el expendio en esa ciudad de cada botella
de cerveza.
El día dos de mayo de 1927, el presidente de la Compañía
Cervecera de Nicaragua citaba para una reunión con el objeto de aumentar el
capital y estudiar el proyecto de la fábrica, mientras el 17 de diciembre del
mismo año, convocaba para otra importante junta para celebrarse el 5 de enero
de 1928, año en que comenzó a trabajar a plena capacidad la cervecería con la
marca Xolotlán.
Simultáneamente el auge de la cerveza, se montaba en Managua
el establecimiento Gambrinus, cuyo primer propietario fue el mecánico Franz
Reisinger, quien dejó las herramientas por las salchichas y los espumantes
vasos de la bebida que se ubica entre los licores suaves y los diuréticos
naturales.
Otra planta que surgió en la década de los sesenta fue
absorbida por la Compañía Cervecera, que con gran delicadeza le cortó las alas
a la planta Águila, adquiriéndola con todo y plumas.
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La guerra está planteada ahora entre dos colosos, que tiene
por detrás no sólo maestros cerveceros y protección fiscal, sino ingenios,
bancos y los proyectiles publicitarios listos para pelear.
En realidad 1977, será un buen año para conmemorar el
centenario de la industria cervecera en Nicaragua, nacida bajo los buenos
pronósticos del Presidente Pedro Joaquín Chamorro.
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EL PLEITO DE 1972
Victoriano vs. Aquilinos
SENSACIONAL PLEITO DE GRANDES CAPITALES. En: La Prensa, 20
de febrero de 1972.
En Nicaragua nunca se había planteado un pleito de grandes
en materia de capitales.
No es que antes de hoy no hubiera competencia, porque en
muchos sectores industriales y comerciales existe, sino que jamás dos
sociedades anónimas millonarias se habían enfrentado en un juego que puede ser
a muerte, o resolverse mediante algún expediente de transacción.
En otras partes sí, ha habido compañías que se tragan a compañías, y aun aquí mismo cuando una
superpotencia extranjera interviene con motivo del mercado común, se come lo
que quiere.
Pero esta vez no se trata de capitales extranjeros, sino de
nacionales que están envueltos en una interesante y peligrosa pugna.
UNA COMPRA ESTRATÉGICA
Ocurre que la Cervecería Nacional (Victoria) comenzó a
comprar acciones del Águila y llegó a adquirir
un 25 por ciento de esta última
con lo cual la tiene virtualmente inmovilizada pues según la escritura social
del Águila no se puede aumentar el capital social si no se cuenta con más del
75 por ciento de la acciones… Según se dice la idea de los “victorianos” era llegar a tener el control completo de los
“aquilinos”, una especie de guerra de negocios que como decimos el país no
había presenciado jamás en ese estilo.
EL CONTRAATAQUE
“La ofensiva” de compra fue detecta a tiempo y se detuvo en
el 25 por ciento como decimos, una posición buena, pero no óptima, pues desde
ella se puede paralizar pero no obligar a una rendición completa.
Sin embargo los “aquilinos” incómodos de semejante cuña
dispusieron una contraofensiva basándose en la nueva ley de “títulos y valores”
y que consiste en emitir “deventures” o bonos, mediante los cuales una vez
colocados dentro del público se obtiene un financiamiento adecuado y arecido al
incremento de capital en una sociedad.
LA BATALLA
Durante la tarde del viernes, comenzó la batalla entre ambos
capitales. En la Asamblea General de Accionistas de la Cervecería “El Águila,
S.A.” que había sido citada para conocer de un aumento de capital con el objeto
de dar a esa Cervecería “mayor capacidad de competencia”. El intento de un
aumento de capital fue bloqueado por la ausencia del 25% que pertenece a la
Cervecería Nacional (Victoria), es decir que esta última rompió el quórum a los
accionistas del Águila. Sin embargo, como ya eso había sido previsto los de “El
Águila”, encabezados por el Presidente de la Directiva, don Manuel Ignacio
Lacayo, presentaron un proyecto que consiste en admitir los bonos preferentes o
deventures, explicando que estos últimos podían ser convertidos más tarde en
acciones comunes, lo cual según el Dr. Joaquín Cuadra está estrictamente
apegado a la nueva Ley de Títulos y Valores.
Agregó que para hacer esa operación no se requería
autorización para aumento de capital.
UNA CUÑA
A lo propuesto que luego fue aprobado por la mayoría, se
opuso el Dr. Salvador Castillo Selva, quien representaba 10 acciones,
supuestamente de la Cervecería Nacional (Victoria), alegando que era un aumento
de capital disfrazado, ya que había una obligación de redimir los bonos por
acciones comunes si los propietarios de estos lo deseaban.
Como la Asamblea por votación mayoritaria aprobó el
proyecto, el Dr. Castillo Selva dejó sentada su protesta alegando que lo
actuado era ilegal por no haber el quórum requerido para un aumento de capital
que era lo indirectamente, según el Dr. Castillo Selva, se estaba haciendo.
Este último dijo también que pediría la nulidad de loa
actuado en la Asamblea en las Cortes de Justicia.
SON MUCHOS MILLONES
El sistema de bonos preferentes, o deventures, es muy usado
en otros países pero en Nicaragua ese está invocando por primera vez.
La realidad del problema es que está ocurriendo una
confrontación mayoritaria de capitales.
El 25% que ha comprado la Cervecería Nacional (Victoria) de
la Cervecería “El Águila va más allá de los 4 millones de córdobas y la
cuestión está planteada en esta forma:
Si gana El Águila de nada le habrá servido a la Victoria
haber invertido esos 4 millones, pero si gana la Victoria, con los 4 millones
invertidos puede incluso quebrar al Águila y eliminar su competencia o
simplemente absorberla.
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