UN ARMERO EXCEPCIONAL. En: El Nuevo Diario, miércoles 11 de marzo
de 1981.
Existe la hipótesis
de que muchos franceses que vinieron a nuestro país, para estudiar la
posibilidad de la construcción de un canal interoceánico, decidieron quedarse
trabajando en los minerales del centro del país, especialmente del departamento de Chontales. Es más, hay informes ciertos de que uno de esos ingenierios que vinieron mandados por Napoleón III, es el progenitor de una diltada familia nicaragüense: los Meynard.
Hacemos alusión a
esto, porque hoy cumple 95 años, edad difícil de alcanzar en nuestro ambiente,
el señor Manuel Gilberto Meynard Guevara, hijo del ingeniero francés Emile
Meynard y la dama de El Viejo, Chinandega, Vicenta Guevara Olivares. Gilberto
Meynard, maestro Gil, es uno de los armeros y mecánicos finos más reputados de
Nicaragua.
Llegamos hasta su
hogar en el barrio Larreynaga de Managua. La edad y tantos años de trabajo no
han minado como era de esperase su longevo cuerpo. Habla con fluidez y no hace
esfuerzos por recordar detalles, le salen al momento. Don Manuel nació el 11 de
marzo del año 1886 en la
Libertad , Chontales.
SE
HIZO SOLITO
Él mismo confiesa:
“Yo solito me hice armero”. Me gustaba “travesear” con tubos y con artefactos
finos. Desde casi niño reparo microscopios y otros artículos como relojes”.
Conoce al dedillo el
negocio y la explotación de minas. Se dice que los Meynard fueron quienes
inventaron varios de los sistemas que se usan en los minerales cercanos a La Libertad. Ellos
tuvieron una mina: Los Ángeles. La explotaron, pero nunca amasaron dinero.
Luego, él, don Gil, se quedó como experto al servicio de los capitalistas que le
pagaban poco por su eficiente trabajo.
Hace 80 años, cuando
llegó a una casa a comprar carbón para un crisol, encontró que había un reloj
que no funcionaba desde hacía años y que desbaratado lo mantenían en un saco. La
dueña, doña Eloísa Uzaga Lots, quien había enviudado porque a su marido le picó un animal en la cara, se lo regaló.
El reloj había caído a suelo, estropeándose, porque el clavo de donde colgaba había cedido. Se desbarató y el señor Meynard, que entonces era un
jovenzuelo, lo reparó; él fabricó las cuerdas que se habían corroído.
Ayer nos lo mostró y relató que desde entonces no se ha parado. Es un viejo
reloj que marca las horas, minutos, segundos, días, meses y el año. Daba campanadas en
las horas, los cuartos, las medias horas, pero le quitó la campana porque
desvelaba a los de la casa.
14 HIJOS
Tuvo 14 hijos don
Gil con su esposa Juana Serrano de Meynard. De ellos, tres han muerto. Él es el
único que vive de sus hermanos que se llamaron Angélica, Cecilia, Augusto,
Emilio, Ulises y Enrique. Actualmente sus nietos suman 60 y la cuenta de los
biznietos se ha perdido. De sus nietos hay dos armeros muy conocidos que son
Donaldo Meynard Acevedo, Justo José y Emilio Meynard Morales.
Durante la
entrevista fue recordando varias anécdotas de su vida en La Libertad , de la
explotación minera, de los crímenes y de las cosas alegres. Recuerda que las
casas en el mineral eran como las que salen en las películas relativas al Oeste
norteamericano y que casi solamente extranjeros veían.
Don Gil no es un
gran bebedor pero no le falta su tacón alto de lija, todos los días del mundo
antes de cenar. Lo ingiere con alguna soda. Hace tres años decidió dejar de
trabajar en el taller de armería que con su nieto manejaba en las cercanías de la Aduana del kilómetro cuatro
y medio de la Carretera Norte.
Comenzó a los 15
años su profesión de armero fabricando un rifle. Su papá que era un hombre muy
serio lo interrogó al respecto y se lo dejó por la habilidad del muchacho. Años
después comenzaría a reparar las armas de casi todos los chontaleños. Eran
armas comunes, la Smith
and Weson de los calibres 38 y 44, también de los rifles de montaña conocidos
como “guatuseros”
Un recuerdo que debe
ser tomado en cuenta por nuestros lectores es que en esos tiempos las loras,
lapas y venados eran considerados plagas. Premiaban a quien los mataban ya que
hacían daño a las cosechas; ahora están en peligro de extinción.
A sus descendientes
les enseñó el arte de reparar y fabricar armas. Cuando los iniciaba les
confundía piezas de tres armas distintas en un recipiente y los ponía a que las
armaran de nuevo. Algo así como un rompecabezas.
Un dato interesante
es que fue el reparador de armas cuando la guerra entre conservadores y
liberales. Asegura que nunca votó por ningún partido y que no gusta de la
política.
Le faltan cinco años
para llegar al siglo y eso le permitirá
unirse con su familia en una fiesta en la que estará toda su descendencia, incluyendo
a nuestro compañero de labores René Meynard.
El fue mi abuelito Gilberto, soy la tercera generacion y todavia recido en la libertad, en lo que era su casa, saludos
ResponderEliminarHola mis bisabuela era originaria de la libertad su nombre era María estefana meynard estrada actualmente estoy intentando descubrir la historia de la familia
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