jueves, 8 de mayo de 2014

¿QUIÉN INCENDIÓ LA CIUDAD DE MANAGUA? LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA, EN 1931.

PREGUNTA QUE DEBE CONTESTARSE Por: José M. Castrillo.  Tomado de El Comercio, 4 de febrero de 1933

El Director de La Nueva Prensa aprecia con suma amabilidad la reaparición de El Comercio, haciendo apreciaciones muy honrosas, que nos dejan agradecidos por lo que valen.

Titula su editorial con esta pregunta: ¿Quién incendió a Managua? Y se vale para hacerla de las apreciaciones que hicimos en nuestro artículo “La hora de la gran prueba”.

En el tercer párrafo se leen estos conceptos: Nuestra obra no hubiera desaparecido, sino se interpone el humo del incendio que en unos cuantos segundos dio fin a tanto trabajo por la mano criminal que alentó el voraz elemento en lugar de sofocarlo.

Esta apreciación nuestra le presentó al Director de La Nueva Prensa la oportunidad de dejar a nuestro cargo la contestación o respuestas a su pregunta: ¿Quién incendió a Managua?

Está en la conciencia de todo Managua que vio y palpó el incendio, que muy bien pudo haberse sofocado sino lo hubiera impedido la mano de la intervención; que aniquiló muchas vidas y extinguió los mejores edificios con sus almacenes y riquezas, edificios que eran ornamento de prosperidad y lujo de la ciudad.

Muchas habitaciones y  edificios fueron dinamitados si necesidad. La mayoría casi estaba habitable con las reparaciones se les hubieran hechos y daba dolor ver cómo se desplomaron después no obstante el ruego y súplicas de sus dueños. A muchos de éstos no se les dejó penetrar a sus casas para salvar lo necesario de la vida y fueron amenazados en su existencia si se atrevían a querer salvar algo de lo mucho que allí tenían.

Se vio a algunos valientes propietarios cuyos se conocen que con revólver en mano defendieran sus casas y  sólo así en un gesto supremo de valor, lograron salvarlas.

Nosotros ocurrimos a salvar algo de nuestros talleres y no pudimos intentar ninguna acción porque la fuerza armada de los marinos americanos nos lo impidió amenazándonos con la muerte. Al penetrar en nuestra casa de habitación quisieron atropellarnos sin dejarnos otro tiempo que el de ir por las calles de Managua con nuestra familia para buscar refugio en los solares abiertos de las orillas de la ciudad.

Y si el señor Director de La Nueva Prensa que no estaba en Managua cuando el incendio quisiera tomar informes, sentado en su silla de redacción, pregunte a cualquiera que pase por la calle y se convencerá que el incendio no lo produjo sino la mano que dejamos señalada, con el propósito de sacar películas de exhibición para los cines mundiales, como sucedió con varias casas, entre ellas la de don Ismael Solórzano.

Estamos en la hora de las responsabilidades duras. El gobierno debe estar sobre los acontecimientos que dieron lugar al incendio de Managua, para derivar esas responsabilidades, ya que el señor Rivas sin quererlos presenta esa oportunidad.

JOSÉ M. CASTRILLO


* Nos complace felicitar al viejo periodista don José María Castrillo por ser el primer Director de diario liberal, que valientemente confiesa la verdad histórica sobre el incendio de Managua. 

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