Introducción
Por: Eduardo Pérez-Valle hijo, editor del Blogspot
Por: Eduardo Pérez-Valle hijo, editor del Blogspot
En nuestro país siempre se pronuncia el nombre
de José Antonio Lezcano y Ortega, primer Arzobispo de Managua. El nombre del personaje perdura en la memoria colectiva. Nació en Granada, Nicaragua, el 10 de abril de 1866 y falleció el 6 de enero de 1952, al momento de su deceso cifraba 85 años.
Este
sacerdote ha sido en nuestra historia política, el único que vistió sotana y con esa indumentaria clerical llegó durante muchos años a desempeñar el cargo de diputado ante la Asamblea Nacional de
Nicaragua en representación de Nagarote. En esta “ventana histórica” construida con la pluma del recordado periodista Pedro Rafael Gutiérrez, éste, también lo evoca como un santo operador de milagros, aunque la actual jerarquía eclesiástica
de nuestro país, ahora ni siquiera lo aluda o mencione algo relacionado al tema de santidad, del conspicuo
antecesor. Sin embargo, Lezcano y Ortega integra el reducido número de sacerdotes
recordados con gratitud por sucesivas generaciones de nicaragüenses.
Algunos ciudadanos
de apellido Ortega, ubican al Prelado en línea recta o parentesco de
consanguinidad y afinidad, paterna. El ingeniero Orlando Ortega Reyes, caraceño,
bloguero, veraz y ameno escritor, cronista de tiempos idos, asegura que Lezcano y Ortega fue
hijo de doña Isabel Ortega, quien falleció en plena juventud. Algunos biógrafos atribuyen la paternidad de Lezcano y Ortega, al licenciado Juan José Lezcano y Morales, cuya síntesis de vida puede localizarse en la Revista Conservadora dirigida por Joaquín Zavala Urtecho. El texto íntegro dice:
"Datos biográficos del Muy Ilustre Arcediano Prbo José Antonio Lezcano y
Morales
Nació en Granada el 2 de abril de 1818, hijo de D Juan
Carlos Lezcano y Da. Justina Morales. Tío paterno de Monseñor Lezcano y Ortega
al que amparo de niño de dos años y huérfano de madre y padre.
Se ordenó sacerdote en 1844 y sirvió las Parroquias de
Tipitapa, Acoyapa, Nandaime, Managua y Jinotepe. La de Managua por ocho años,
desde 1855 a 1863; y en 1857, que ocurrió la invasión del cólera asiático, en
la capital; de modo muy espantoso y terrible, el párroco Lezcano y Morales se
comportó heroicamente cual el buen pastor que expone la vida por sus ovejas.
Durante nueve días, con sus noches, en los que la epidemia
tuvo su mayor violencia, el Párroco Lezcano y Morales, sin quitarse la sotana,
ni dormir, ni comer, asistió a las innumerables víctimas del flagelo,
administrando los Santos Sacramentos a todos los moribundos; y por tres veces
congregó a sus feligreses en el templo parroquial para darles la absolución de
sus pecados, a todos en general, en medio de un pavor indescriptible.
Durante los nueve días indicados, se alimentó únicamente con
aguas cocidas azucaradas y su descanso lo redujo a recostarse en una hamaca,
mientras su caballo, del que se servía, día y noche, para ir de una parte a
otra de la ciudad, era abrevado y tomaba un pienso.
El sacerdote que le ayuda de coadjutor falleció víctima de
la peste, desde los primeros días.
Si el párroco Morales y Lezcano, en medio de tantos horrores
de muerte, sin descansar, ni alimentarse suficiente, por más de una semana, no
desfalleció y murió, fue sin duda, por un milagro patente de la divina
protección.
El Pbro. Morales fue Canónigo Penitenciario de la Catedral
de León, en 1881, después ascendió a la dignidad de Arcediano, que la tuvo
hasta su muerte, ocurrida en Managua, el 12 de Septiembre de 1897.
En tal ocasión, la Asamblea Nacional, Legislativa, presidida
por el Dr. Gabriel Rivas, decretó que el Meritísimo Párroco de Managua, en
recompensa de sus méritos fuera sepultado en el Templo Parroquial de la Capital
de la República. La que se verificó en
la Capilla del Señor de Los Milagros; y allí permanecieron sus venerados restos
hasta en 1926, que se desenterraron por el derribo del templo para edificar la
nueva Catedral, en cuya cripta funeraria reposan definitivamente.
También en recompensa de sus méritos se ha colocado su
estatua en una de las hornacinas exteriores de la misma Catedral managüense; de
la que fue Primer Arzobispo el desvalido huérfano que él amparó con su caridad
sacerdotal."
El descendiente de Lezcano y Morales, mantuvo un largo desempeño en puestos de dirección de la Iglesia Católica de Nicaragua. La Catedral de Managua constituye la obra más emblemática que emprendió el Arzobispo, edificación que aún se conserva, deteriorada, después de sufrir severos daños durante el terremoto de 1972. Fue un político hábil. Fundador y miembro de número de la Academia de la Lengua. Vivió en medio de diversos regímenes de Gobierno.
Uno de estos regímenes, el de Somoza García, siempre mantuvo cercanía estratégica con el “poder” de la Iglesia, y viceversa, la Iglesia con el "poder" ejercido desde el Gobierno. No determinamos de dónde provino la decisión o qué motivó a Somoza para regalarle a Monseñor Lezcano uno de los carros asignados a la Casa Presidencial, que los diarios de la época destacaron de la siguiente manera: "El 14 de Febrero de 1937, Somoza delegó al Teniente Icaza, jefe de los talleres de reparación de Casa Presidencial, para que entregara un magnífico automóvil marca Studebaker, ostentando la placa oficial No. 24, a Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega, Arzobispo de Managua.”
Uno de estos regímenes, el de Somoza García, siempre mantuvo cercanía estratégica con el “poder” de la Iglesia, y viceversa, la Iglesia con el "poder" ejercido desde el Gobierno. No determinamos de dónde provino la decisión o qué motivó a Somoza para regalarle a Monseñor Lezcano uno de los carros asignados a la Casa Presidencial, que los diarios de la época destacaron de la siguiente manera: "El 14 de Febrero de 1937, Somoza delegó al Teniente Icaza, jefe de los talleres de reparación de Casa Presidencial, para que entregara un magnífico automóvil marca Studebaker, ostentando la placa oficial No. 24, a Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega, Arzobispo de Managua.”
STUDEBAKE, MODELO 1936. Internet. |
Monseñor
Lezcano celebró 50 años de vida sacerdotal el 15 de abril de 1938. Ese mismo
año, el 1º de diciembre, como parte de los festejos por las Bodas de Oro Sacerdotales, el artista
Salvador Sacasa Vela entregó un retrato al óleo del Arzobispo, que fue colocado
en La Catedral. No se sabe qué sucedió con ese retrato, si aún existe,
localizado en alguna pared de la actual Curia Arzobispal, en la avenida que
conduce hacia las Sierritas de Santo Domingo.
Quizás,
Lezcano y Ortega hubiese sido el primer Cardenal de Nicaragua, expectativa que
no llegó a cumplirse, aunque así lo sugerían las notas periodísticas y los
mensajes cablegráficos; el diario La Noticia en su edición del 23 de Octubre de
1938, publicaba: “QUE MONSEÑOR LEZCANO SEA CARDENAL.- De Ciudad Vaticano se
informa hoy que Su Santidad el Papa reunirá próximamente el Sacro Colegio, para
elegir nuevos cardenales. Sugerimos que el Gobierno de Nicaragua, que tiene
ministro acreditado ante el Papa, exponga en alguna forma seria la complacencia
que sentiría el pueblo nicaragüense si nuestro Arzobispo, Monseñor José Antonio
Lezcano y Ortega, mereciese tan alta distinción.”
Entre las
razones que hacían pensar en la factibilidad de la postulación y la elección cardenalicia,
está la noticia divulgada el 24 de octubre de 1937, dando a conocer que la Secretaría
de la Sociedad Misionera de Propagación de la Fe, en Nicaragua, participaba que
“el Vaticano nombró a Su Señoría Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega,
Arzobispo de Managua, Presidente de la Unión Misionera del Clero de la
República de Nicaragua”.
Como ya se consigna, con más detalles en el artículo de Pedro Rafael Gutiérrez, este personaje de la Historia, fue y ha sido el único cura con curul propio. De aquellos episodios políticos, se recuerda la instalación de la
Asamblea Constituyente, que un año más tarde deparó la elección de Somoza
García, la sesión aconteció el 15 de diciembre del 1938, presidida por el Dr. Enoc Aguado, en calidad de Presidente. Al Arzobispo le correspondió, como parte del Protocolo, entregar el mensaje de la Iglesia Católica, es así que el discurso, del culto, experimentado político y orador, jamás fue olvidado, sobre todo cuando al final advirtió
a los presentes con la conocida frase: --“Dad al César lo que es del César;
y procurad dar a Dios, lo que es de Dios”.
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La hermosa vida
política de Monseñor Lezcano
DEL CONGRESO AL
ARZOBISPADO. Por: Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Prensa, 19 de diciembre de
1976.
Los turbulentos días que siguieron a la llamada Guerra de
Mena, en la que se conjugaron la sangrienta ocupación yanqui, el nacimiento de
una nueva moneda que habría de llamarse Córdoba y la virtual entrega del país a
Wall Street, tuvo su contrapartida en la presencia de un humilde sacerdote,
magnífico escritor, finísimo humorista que en una forma u otra alivió la tensión
de uno de los momentos más difíciles y controversiales que haya registrado
nuestra historia.
Electo Diputado por Nagarote, el presbítero José Antonio
Lezcano y Ortega, cuya inolvidable presencia en el terremoto de 1931 habría de
recordarse con cariño, tuvo una prominente actuación en la Asamblea
Constituyente, que celebró su primera sesión el 12 de diciembre de 1912,
precisamente el día que se celebraba en muchísimas iglesias de Nicaragua la
fiesta de la Virgen de Guadalupe.
El virtuoso sacerdote, de quien con insistencia que opera
milagros y cuya imagen de bondad es imborrable, llegó al Arzobispado de
Managua, directamente de una curul en la Constituyente, cuyo prestigio
realzaba, según la voz oficial de esos días.
LA LLEGADA DE MONSEÑOR CAGLIERO
Tres semanas antes de realizarse una vistosa ceremonia en el
Palacio, donde fueron juramentados los Diputados, había llegado al país el 27
de noviembre, Monseñor Juan Cagliero, Nuncio de Su Santidad, ante los gobiernos
centroamericanos y entre los miembros de la comitiva que lo recibirían,
figuraba el talentoso y humilde sacerdote José Antonio Lezcano y Ortega.
Monseñor Cagliero llegaba acompañado de su Secretario,
Monseñor Valentín Nalio y de los comisionados de la Curia, Nicolás Tijerino y
Manuel Pérez.
La recepción del representante del Vaticano se realizó por
etapas y hasta León, llegó para recibirlo, el oficial Mayor del Ministerio de
Relaciones Exteriores, señor don Juan Manuel Caldera. En Managua, la comitiva
de recepción subió de escalafón, y en la estación estuvo el entonces
Sub-Secretario de Relaciones José Andrés Urtecho, el Ministro de Hacienda, el
Jefe de Estado Mayor Presidencial y Monseñor Lezcano.
A falta de un hotel confortable, que estuviese a la altura
de la categoría de Cagliero, se le hospedó con toda comodidad en la Escuela
Normal, en tanto a las pocas horas de su arribo fue recibido por el presidente
Díaz.
Oficialmente se consignó: “Dígnese Monseñor Cagliero de
recibir nuestro cordial y respetuoso saludo y los votos que hacemos porque el éxito
más cumplido corone el importante negocio espiritual que Su Santidad tuvo a
bien encomedarle”.
31 DE DICIEMBRE DE 1912, LAS CAMPANAS ECHADAS AL VUELO
La noche del 31 de diciembre de 1912 transcurrió en forma
alegre, no obstante el férreo estado de sitio que imperaba en el país,
decretado a raíz de la resistencia manifiesta de los patriotas nicaragüenses,
contra la ocupación yanqui.
El ambiente era propicio para el gobierno, ya que era virgen
de la toma de posesión del presidente Díaz y del vicepresidente, don Fernando
Solórzano.
Monseñor Lezcano estuvo entre los diputados integrantes de
la Asamblea que presenciaron la toma de posesión, en la cual Díaz pronunció un
discurso en que invitó a la paz y a la concordia nacional.
Monseñor Lezcano llevaba en esos días, a pesar de que es
probable que ya conociese la decisión de Roma, de nombrarlo Primer Arzobispo de
Mangua, una intensa vida política.
Las crónicas de la época señalan su puntual asistencia a las
sesiones de la Constituyente, entre ellas la del 28 de diciembre de 1912, en
que se había decretado una prórroga al Estado de Sitio, establecido justamente
el 4 de octubre, día de la muerte de Zeledón.
POR LA ENSEÑAZA RELIGIOSA COMO PRECEPTO CONSTITUCIONAL
Es lógico que Monseñor Lezcano tuviera una destacada
actuación en sus intervenciones ante el cuerpo legislativo, en relación con la
inclusión de la enseñanza religiosa como precepto constitucional.
En la sesión del 2 de enero de 1913, el diputado Lezcano y
Ortega leía a la Cámara una carta del Apostolado de Jinotepe, en la que le
pedían se incluyera en la Constitución que la religión del Estado era la
católica.
En un ambiente caldeado, el diputado Urtecho manifestó que
los representantes del pueblo no estaban obligados a cumplir fielmente los deseos de sus electores,
llevándole la contraria al futuro Arzobispo y en ese momento compañero de
Cámara.
Unos cuantos días después, la Constituyente estudiaba una
moción para los efectos de encausar al ex presidente Zelaya por los fusilamientos de Sixto Pineda y Domingo
Toribio, calificados de asesinato por varios representantes.
Monseñor guardó en esos debates un elocuente silencio.
Luego intervino activamente para que se consignara en la
Carta Magna que se redactaba que Nicaragua era una sección segregada de la República
Mayor de Centroamérica, y para que se eliminara de la Constitución la
obligación de pertenecer a estado seglar para ser representante ante el
Congreso. Su moción fue aprobada con seis votos en contra.
EN UNA COMISIÓN MIXTA
En esos días se mocionó para la supresión del Departamento
de Estelí y la anexión de La Trinidad a Jinotega, así como la segregación de
Teustepe, asuntos en los que intervino como miembro de la comisión respectiva,
en la que llevaba como compañero a los diputados Ramón Castillo y A. G. Lovo.
Otra comisión que le encargaron durante su estancia en la
Constituyente, fue llevar al Hospital General, junto con los colegas Reñazco y
Calero, una donación de 500 córdobas.
UN GENERAL RECHAZA SUS ESTRELLAS
El 13 de mayo, se produjo una calidad sesión cameral, en la
que se hicieron varios ascensos a militares que habían participado en los
combates de esos días.
No obstante las discrepancias de los representantes, fueron
ascendidos a generales de división, los señores Tomás Masís, Luis Correa, J. F.
Sáenz, Arsenio Cruz y Frutos Bolaños Chamorro; y a generales de brigada,
Bartolomé Víquez, Gustavo Argüello, Roberto Hurtado, Evaristo Enríquez
Silvestre Vargas, Tadeo Olmos, Antonio Barraza e Isaac Gutiérrez.
La sorpresa la dio el señor José Solórzano Díaz, quien envió
una enérgica carta al Congreso, en la que renunciaba en forma irrevocable al
ascenso que se le había ofrecido.
Mientras tanto, Monseñor Lezcano, por su parte renunciaba al
Congreso, en la sesión del 8 de abril, renuncia que no le aceptaron y el 16
pedía: “se le digne conceder permiso indefinido para no asistir a las sesiones
por motivos de su quebrantada salud”.
En esta forma Monseñor Lezcano se ponía al margen de las
convenciones firmadas por el gobierno, que finalmente constituirían una mancha
en nuestra historia.
En el seis de enero, la Cámara lo felicitó por su
nombramiento de Arzobispo, recaído en su persona mientras ejercía el cargo de
diputado.
PRIMER ARZOBISPO DE MANAGUA
El Papa Pío X suscribió en Roma el 2 de diciembre de 1913 la
Bula “Quum Juxta Apostolicum Effatum”, en que se nombraba Arzobispo a Monseñor
Lezcano, y se consignaban, según dio a conocer el nuevo arzobispo, varios
importantes puntos: a) sustracción de Nicaragua del derecho metropolitano de la
Arquidiócesis de Guatemala; b) creación de tres diócesis y del Vicariato
Apostólico del Atlántico; c) elevación al rango de catedral a la iglesia de
Santiago de Mangua; y d) elevar igualmente a Catedral la Iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción de Granada. La comunicación al público de estos
detalles la hizo Monseñor el 19 de marzo de 1914, firmando así: “José Antonio,
Arzobispo electo de Managua. Cipriano Vélez, secretario Ad Hoc”.
CONSAGRADO EL 3 DE MAYO DE 1914
Finalmente, un verdadero día de fiesta nacional constituyó
la Consagración de Monseñor Lezcano, que hacía unas semanas había celebrado sus
Bodas de Plata Sacerdotales.
Fueron padrinos de la Consagración, el presidente Díaz y el
vice, señor Solórzano, y oficiaron la impresionante ceremonia Monseñor Pereira
y Castellón, Obispo de León y Monseñor Piñol y Batres Obispo de Granada.
Casi de inmediato también se consagró a Monseñor Isidro
Carrillo, como Obispo Auxiliar de Managua, con sede en la ciudad de Matagalpa.
PRESIDIÓ EL CONGRESO Y ABANDONÓ EL CURUL
La última actuación de Monseñor Lezcano como diputado, no
obstante, las renuncias que nunca le fueron aceptadas, tuvo lugar el día 15 de
diciembre de 1914, ese día Monseñor presidió el Congreso en la sesión en que el
presidente Díaz dirigió un mensaje al concluir la mitad del primer período de
su presidencia.
A partir de entonces Monseñor Lezcano se dirigió al Palacio
Arzobispal y se dedicó por entero a su ministerio.
Su larga administración como jefe de la Iglesia
nicaragüense, dejó recuerdos imborrables.
La Catedral, a pesar de los destrozos causados por el
terremoto, es su mejor monumento. La cripta donde se guardan sus restos,
precisamente al frente de los de José Dolores Estrada, que él cuidó
amorosamente, recientemente fue saqueada por vándalos que nunca fueron
perseguidos.
Monseñor Lezcano es amado por muchísimas gentes que tuvieron
el honor de tratarlo.
Dejo algo para reflexionar: después de él, es imposible que
otro diputado sea nombrado arzobispo, y mucho menos, que se vaya al cielo.
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