miércoles, 28 de mayo de 2014

NO HAY PETRÓLEO PERO  HAY  NEGOCIO. Por: Pedro Rafael Gutiérrez. En: La Prensa, 22 de agosto de 1976.


* Mucho dinero y ningún pozo.

* La primera concesión: 1902.

* El más famoso concesionario.

* Actualmente: 22 exploraciones.

* El que hay: ¡Para cosméticos!

Esta impresionante draga, cuya magnitud revela la mano de Howard Huges, estuvo perforando el mar territorial de la zona atlántica. Un barco recientemente llegado con equipo idéntico, sigue en la búsqueda del petróleo, la riqueza más escurridiza de Nicaragua, que vive gracias a otros oros: el propiamente dicho, el blanco y el verde, mientras el ansiado Negro no asoma jamás. 

A partir de las deliciosas crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, la presencia del petróleo parece ser cosa indiscutible en Nicaragua, en tanto la fiebre por el llamado oro negro no ha producido suficiente nafta en el país, para un encendedor de cigarrillos.

Los indios contemporáneos al descubrimiento de América usaban el petróleo y sus derivados en asuntos vinculados a ritos religiosos, pero especialmente en cosmetología. El número de tatuajes hechos a base de brea, era un símbolo de importancia. Actualmente, en las riberas de los ríos de la frontera norte, el petróleo que corre sobre los pantanos y riachuelos, es usado para calafatear las pequeñas embarcaciones de los miskitos que habitan la zona donde precisamente se han perforado el mayor número de pozos, que de acuerdo con informaciones de los concesionarios no han producido el valioso hidrocarburo en cantidades rentables.

En un salto de más de cuatrocientos años, la afición del nicaragüense al petróleo ha crecido y en una forma u otra nuestro destino pende de dos mitos: el canal y la gasolina hecha en casa.

No obstante, el uso cosmético que daban nuestros caciques a los derivados petrolíferos parece haberse sofisticado. A la muerte el multimillonario Paul Getty, el rey del petróleo mundial, una bella nicaragüense resultó ser heredera de una pequeña donación hecha por el apergaminado misántropo, que destinó para los gastos de Rosibel Bursch cerca de 80 mil dólares, que incidentalmente significara apenas la mitad del gordo de la Lotería. Rosibel, con gran desparpajo, declaró a una de esas revistas frívolas del jet set, que destinaría ese dinero para aumentar sus existencias de cosméticos.

A cuatrocientos cincuenta años, la bella dama nicaragüense parecía opinar exactamente que Agateyte, para quien el petróleo o el dinero que obtuviera a través de él, sólo serviría a los nicaragüenses para pintarse la cara.

UN COCHE SIN CABALLOS

En 1874 ya contaba Managua con alumbrado a base de kerosene, pero nada indicaba que el consumo de combustible despertaría la ambición de exploradores del subsuelo en busca de oro negro.

Una húmeda mañana de octubre de 1902, los provincianos habitantes de la vieja Managua se sorprendieron al paso de un coche que caminaba sin necesidad de caballos. Era un flamante automóvil, ruidoso como una madrugada de navidad que recorría las calles polvorientas dejando una estela que olía sospechosamente a los faroles que alumbraban la capital.

Don Teofilo Mauricio Salomón, Gerente de la recién fundada Compañía Eléctrica de Managua, manejaba lleno de orgullo el nervioso automóvil y a cada esquina hacía sonar su pito neumático, exactamente igual a las peras que usan en los hospitales para aplicar enemas.

Era el primer vehículo a gasolina que recorría Managua, que iniciaría en muy breves días la perforación del subsuelo nicaragüense, en busca del combustible que habría de sustituir poco a poco al zacate de jaragua que daba impulso a los caballos que halaban los coches.

El mismo año de 1902, el 24 de diciembre, se instalaba el alumbrado eléctrico y cuando un grito salió de los pechos de los managüenses celebrando el brillo de la lámpara incandescente, un suspiro se escapó de los labios de don Federico K. Morris, el ingeniero de cabecera de José Santos Zelaya: “¡Petróleo…!” dijo el constructor del tren de los pueblos, mientras acariciaba en sus bolsillos la concesión que le habían otorgado para explotar una región circular de tres millas de radio, la primera concesión petrolera firmada con todas las de ley en Nicaragua.

El 20 de noviembre de 1902 Morris podría usar de su contrato para perforar el subsuelo. Habría en esta forma de ser honrosamente el primero en no encontrar petróleo.

Muchos más como él, tampoco lo encontrarían o guardarían sus resultados en cajas fuertes de Wall Street. El subsuelo nicaragüense podrá tener hoy la constitución de un queso gruyere, pero ninguna torre se levanta todavía bajo el rugiente chorro del lodo millonario.

Posteriormente el mismo contrato del ingeniero Morris fue ampliado a 15 años, pero nunca encontró hidrocarburos. Se aburrió, abandonó la idea y cuando ya Managua tenía más de cien automóviles, debió contentarse con mandar a traer a Corinto los barriles con gasolina importada.

1907: NACE LA FIEBRE

Don José Antonio Montalván no hizo caso del fracaso del ingeniero alemán y  consiguió otra concesión, firmada en forma optimista por 30 años, pero quedó reducida por voluntad ejecutiva a sólo 5 meses. Tampoco encontró nada.

Las picas, palas y taladros subterráneos, empezaron a llegar a los puertos nicaragüenses. El petróleo había entrado a la historia de Nicaragua con mucho retraso. Casi tanto como el propio país. Ya Marco Polo habla de transporte de petróleo en caravanas en el Siglo X., una especie de oleoductos de cuatro patas. No es sino en los primeros años del Siglo XIX cuando en Rumanía, Galitzia y Alsacia se perforaron los primero pozos verdaderamente importantes.

Nosotros, después de 1902 estábamos capacitados para consumirlo y buscarlo por todos lados. Todavía dicen que no lo encontramos.

A partir de 1908 crecía la importación de gasolina y el afán por encontrar petróleo en nuestro subsuelo. En esa fecha el gobierno autorizó a don Ascención Flores y a Carlos Zubiria a buscarlo en Siquia, por un término de 40 años. Jorge Heisch obtuvo después una concesión para 90 años, firmada en 1917 y siguieron así, sucesivamente, obteniendo permiso para horadar el subsuelo la Central American Exploration, el primer intento en ese sentido con capital norteamericano, para realizar la búsqueda de oro negro en Rivas, Chontales, Bluefields y Siquia por 40 años.

La década de los veinte fue generosa en solicitudes y el gobierno en concesiones. El país comenzaba a percibir ingresos por estos permisos y la situación parece seguir igual, aun cuando nadie ha confesado haberlo encontrado.

Así lograron concesiones James P. Wilkiams, por 50 años; James M. Hall, por 90 años; Claude Dewhorst por 90 años; Narciso Lacayo, por 90 años; Costar Rica Petroleum, por 40 años; Robert Mc. Kinley, por 50 años; Nicar Petroleum Corporation, por 50 años; José Pasos Díaz, por 50 años; William Paeffle, por 50 años; Ernesto Carazo, por 50 años; el doctor Félix E. Guandique, en los departamentos de Managua, León y Carazo, por 45 años; la Oriente Oil and Gas Company, por 50 años; don Pablo Hurtado, por 50 años; quien la cedió a la Compañía Petrolera de Nicaragua y muchísimas otras más concesiones, algunas con plazos astronómicos que de todos modos murieron por consunción, se retiraron por quiebras o abandonaron los taladros por cansancio.

UN PETROLERO SIN PETRÓLEO

Pero sin duda, la más interesante de todas las concesiones, fue la otorgada el 18 de junio de 1938, al flamante conde don Miguel Jerónimo de Escoto y Muñoz, de quien el general José María Moncada afirmó que no era conde, ni coto.

En cualquier forma, don Miguel, de haber encontrado aquí petróleo, se habría bañado de hidrocarburos y sería por lo menos Jefe de Protocolo de la OPEP.

La concesión lo autorizaba a perforar cualquier parte del territorio nacional, incluyendo la cocina de la Hacienda San Jacinto.

Los planos de su contrato era bien fácil de conservar en la memoria. El terreno limitaba al norte con Honduras, el sur con Costa Rica, al este con el Océano Atlántico y al oeste con el Océano Pacífico, incluyéndose “terrenos cubiertos con agua”.

Otras pequeñas concesiones funcionaron después, a favor del general Carlos Castro Wassmer y don José María Castellón y autorizan a don Miguel Escoto a pasar su contrato a Joseph J. Conney. Se crea en 1941 la Comisión del Petróleo, hasta que varios años después se suspenden los términos del alegre contrato con el Conde, quien queda como antes, Sin un solo pozo funcionando pero con mucho éxito económico en los subarriendos de su concesión.

Todavía en 19489 se había ratificado que los derechos de exploración del Conde Escoto comprendían el territorio nacional, tal como estaba delimitado por la Constitución Política.

SE RACIONALIZA LA BÚSQUEDA

La década de los 50 siguió el mismo ritmo de búsqueda apasionada y los años setenta continuaron en forma exactamente igual. Ni un pozo produciendo.

Todas las concesiones fueron cayendo por viejas una a una y el millonario sin petróleo entraba al Cuerpo Diplomático, con un currículum que lo acreditaba como Conde y como Petrolero.

CASI OCHO MILLONES DE HECTÁREAS EN ACCIÓN

Una increíble superficie de 7. 689.593 hectáreas están actualmente bajo concesión del Departamento de Hidrocarburos del Ministerio de Economía. Estas son exploradas en 20 concesiones en la plataforma marítima del Atlántico  y 8 de tierra firme y 12 concesiones marítimas en el Pacífico, con tres en zona continental, que cubren territorios de toda la costa oeste del país, excepción hecha de Chinandega y Rivas, que en otro tiempo también fueron exploradas. En Rivas hasta quedó una carretera o trocha hecha hace escasos 4 años.

Hace algunos meses, la Shell perforó un pozo en la zona de Cayo King, al que se llamó Pozo Perla Uno. Un chorro del petróleo saltó alegre por la boquilla del complicado aparato, pero decidieron que seis mil barriles diario no eran suficientes para explotarlo con utilidades y el pozo, se llenó de agua de mar o fue taponeado.

Actualmente operan estas empresas, debidamente legalizadas: Union Oil, Western Caribbean, Chevron, Montara, Texaco, Frank K. Petroleum, Jack Grigsby, Gayle K. Hamilton, Donald Spencer JR., Oceanic Exploration, Pacific anda Oceanic Resources, Eceanic Western Hemisphere Exploration, Nicarao Petroleum Company, Pacific Caribbean Petroleum, Nicaragua Resources Limited, Nicaragua Exploration Company, Nicaragua Mineral Inc. Nicaragua Oil Resources Inc. Nicaragua Oil Ltda., y en el Pacífico, Oleoductos Nicaragüenses y Marítima Mundial.

En algunas de estas compañías están en juego las inversiones de Howard Hughes, pero su suerte no bastó tampoco para encontrar petróleo. El pasado 11 de agosto otro perforador, el Buque Caribbean Tide llegó a la Costa Atlántica a continuar con sus taladros la exploración de la Costa, muy cerca del pozo Perla Uno. Si encuentran o no, sólo ellos lo sabrán, aunque el petróleo que no tenemos, produzca impuestos al Estado.

Estos planos del departamento de Petróleo del Ministerio de Economía, no totalmente actualizados, muestran las zonas de las concesiones. Actualmente hay 43 en vigencia, con el mismo resultado: cero petróleo.


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